lunes, febrero 20, 2023

Diego Muzzio / De "Nadar bajo la tierra"



De Hombre en desorden (1993):

Carta a mi padre 

La luz que crecía detrás del palomar, 
entre las patas de los pájaros;
esos pequeños filamentos de luz 
entre una pata y otra, 
esa luz ya no está.
Lanzábamos piedras a las palomas
rojas del barro del aire,
y esperábamos, junto a los pinos,
que volaran a dormir en nuestras manos.
Las hormigas que iban y venían
en la cocina,
entre cáscaras de papa y fósforos apagados
han cambiado de territorio;
ya no se las ve, laboriosas,
correr entre las legumbres.
Los primos las perseguían;
debajo de la lupa
el sol las calcinaba.
Yo miraba, fuera del círculo infantil,
y pensaba en nosotros en lugar de las hormigas. 

El tiempo sólo me ha dado tiempo. 
Ahora recuerdo
estas pequeñas cosas que nos pertenecían.
Ayer una paloma quedó enredada
en las ramas de un árbol
como el barrilete rojo hecho de cañas;
ya no seré sacerdote,
sigo creyendo en Cristo. 
A veces siento que hunde sus manos
en la neblina verde que rodea mi cabeza,
y su sangre entra en mi sangre
como un torrente oscuro, un río melancólico; 
entonces apoya sus labios en mi mejilla
y en un susurro me dice:
“Resiste. Debo abandonarte.” 


De Los lugares donde dormimos (2010-2019):

Carne 

Un hombre con media res al hombro 
cruza una calle bajo la lluvia.
El hombre, vestido de blanco,
doblado bajo la carne, trabaja;
concentra la fuerza de sus músculos vivos 
en soportar el peso de la carne muerta. 
Desde donde estoy, el hombre parece 
uno de los ángeles que asoló Sodoma, 
y la res que carga otro hombre
cuya carne será pasto del fuego.
Hombre y ángel, res y hombre
pueden confundirse, mirados desde aquí, 
y uno puede pensar que ciertas escenas 
son signos de un alfabeto oscuro. 
Hombre y ángel, res y hombre 
pueden confundirse.
La lluvia y la carne pueden confundirse, 
también, en sus últimos gestos:
la lluvia
cae porque cae. 

 
Los lugares donde dormimos 

Los muertos se amontonan a mirarnos
en la noche dentro de otra noche oblicua, inclinada.
Los oigo hurgar como topos, murmurar
las últimas palabras que en vida pronunciaron,
en distinto orden. Pero si siembra la sombra su sueño
en los lugares donde dormimos y aun así soñamos,
si ellos, los muertos, veloces como nubes
o altísimos incendios
se internaran laterales en la ola:
¿no habrá una forma de organizar esa arquitectura ausente, 
alguna manera de ordenar las palabras?
Escucho el tren, en la madrugada, cuando nadie
ha despertado aún. Viene de lejos, de mi infancia,
cargado de caballos mojados y libros amarillos.
Esta es tu casa; este, tu cuerpo.
Aquí mora tu espíritu. 

Diego Muzzio (Buenos Aires, 1969)


Nadar bajo la tierra.
Poesía reunida,
Salta el Pez,
Buenos Aires, 2023









Foto: Diego Muzzio, Punta del Este, Uruguay, 2016 J. Aulicino

1 comentario:

  1. Me emocionó Carta a mi padre. Gracias! Alfredo Lemon

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