Está lloviendo paz. ¡Qué temas viejos
reviven en las noches de verano!...
Se queja una guitarra allá a lo lejos
y mi vecina hace reír el piano.
Escucho, fumo y bebo en tanto el fino
teclado da otra vez su sinfonía:
el cigarro, la música y el vino
familiar, generosa trilogía...
¡Tengo unas ganas de vivir la riente
vida de placidez que me rodea!
Y por eso quizás, inútilmente,
en el cerebro un cisne me aletea...
¡Qué bien se está cuando el ensueño en una
tranquila plenitud, se ve tan vago!...
¡Oh, quién pudiera diluir la luna
y beberla en la copa, trago a trago!
Todo viene apacible del olvido
en una caridad de cosas bellas,
así como si Dios, arrepentido,
se hubiese puesto a regalar estrellas.
¡Qué agradable quietud! Y qué sereno
el ambiente, al que empiezo a acostumbrarme,
sin un solo recuerdo, malo o bueno,
que, importuno, se acerque a conturbarme.
Y me siento feliz, porque hoy tampoco
ha soñado imposibles mi cabeza;
en el fondo del vaso, poco a poco,
se ha dormido, borracha, la tristeza.
[Misas herejes, 1908]
Evaristo Carriego (Paraná, Argentina, 1883-Buenos Aires, 1912), Los mejores poemas de la poesía argentina. Selección y notas de Martini Real, Corregidor, Buenos Aires, 1974
El Ortiba: Dossier que incluye entero Misas herejes
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: Misas Herejes, Establecimiento Gráfico de A. Monkes, Buenos Aires, 1908
Foto: Portada de Selección de poemas. Evaristo Carriego y otros poetas, Capítulo n° 33, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1968 (detalle) (El autor y el propietario de esta foto, como los de otras dos que se repiten en sitios de Internet, sin créditos, son casi imposibles de rastrear)
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