san clemente
una iglesia
debajo de otra iglesia
debajo un templo duro como hueso.
cada capa un sueño en sí mismo y
sueñan una con otra, una sobre otra
apiladas, en una:
el sufrimiento de catalina, iluminado
solo por la ilusión de su aureola.
vectores, su rotación dorada entre el aura
y el más allá bizantino de la cúpula.
sueños de tortura como desde la caja de magia
de la depresión. transfiguración, un paraíso
solo por unos segundos. una aguja se mueve
se arrancan flores de la pared
se multiplican, susurran – ya están pisoteadas.
vos, con el lampazo, el balde
¿ves cómo se divide un río a los pies
de la pared, justo detrás de los viejos dioses?
sí, siempre debe ser esperanza
resplandor en el agua, tu imagen reflejada.
debajo de la iglesia hay otra iglesia
y debajo un templo blanco como hueso.
y debajo una casa, todo olvidado
y debajo el infierno. o una fuente.
el cielo es un perro azul
ceniza es el fantasma más grande: massa confusa, demencia pura*. ahora mismo solo ves
siluetas corriendo hacia el puerto, aunque ahí ya no haya ningún puerto. todas se abalanzan al mismo tiempo. todas caen al mismo tiempo. los perros le ladran al emperador. porque el emperador nunca vendrá. el pobre templo y las pobres paredes. miríadas de partículas, palabras deambulan por los frescos. azul erizado con patas de luz, una boca de bayas y tierra, custodia la villa nerviosa. la luna la luna sale por el pórtico columnas de reflejo/luz. las orejas telescópicas se levantan: traqueteás en un carro lechero. interpretar esto que emana.
* No hay realmente mejor analogía para la represión, por la que algo anímico es a la vez inaccesible y conservado, que la del entierro como el que tuvo por destino Pompeya y del que la ciudad pudo reedificarse a través del trabajo de las layas.
Sigmund Freud, 1907. [En El delirio y los sueños en la «Gradiva» de W. Jensen. N. de la T.]
Birgit Kreipe (1964, Hildesheim, Alemania), Soma, Kookbooks, Berlín, 2016
Versiones de Silvana Franzetti
san clemente
eine kirche
darunter noch eine kirche
darunter ein knochenharter tempel.
jede schicht ein eigener traum, und
sie träumen voneinander, übereinander
gestapelt, in einer:
das leid katharinas, erleuchtet
nur vom wahn ihres heiligenscheins.
vektoren, ihr goldener spin zwischen aura
und byzantinischem jenseits der kuppel.
folterträume, wie aus dem zauberkasten
der depression. verklärung, ein paradies
nur für sekunden. ein zeiger bewegt sich
aus der wand brechen blumen
wuchern, flüstern – sind schon zertreten.
du mit dem wischmopp, dem eimer
siehst du, wie sich am fuß der wand
ein fluss teilt, gleich hinter den alten göttern?
ja, es soll immer hoffnung sein
schimmer auf wasser, dein spiegelbild.
unter der kirche ist noch eine kirche
und darunter ein knochenweißer tempel
und darunter ein haus, alles vergessen
und darunter die hölle. oder ein brunnen.
der himmel ist ein blauer hund
asche ist das größte gespenst: massa confusa, pure demenz*. siehst gerade noch
schemen zum hafen rennen, obwohl da kein hafen mehr ist. alle stürzen gleichzeitig los. alle stürzen gleichzeitig hin. die hunde bellen den kaiser an. weil der kaiser niemals kommt. der arme tempel, und die armen wände. myriaden teilchen, worte geistern durch fresken. gesträubtes blau, mit pfoten aus licht, einem maul aus beeren und erde bewacht die nervöse villa. der mond der mond geht im portikus auf säulen aus widerschein/licht. teleskopohren richten sich auf: du rumpelst in einem milchwagen. deute dieses verströmen.
* Es gibt wirklich keine bessere Analogie für die Verdrängung, die etwas Seelisches zugleich unzugänglich macht und konserviert, als die Verschüttung, wie sie Pompeji zum Schicksal geworden ist und aus der die Stadt durch die Arbeit des Spatens wieder erstehen konnte.
Sigmund Freud, 1907