La brisa mece el sentido del sueño, el vaivén de la persiana deja que la frescura se filtre; unos segundos después un helicóptero pasa tan cerca que hace vibrar el piso; irrumpe, cae sobre los sentidos y así, como efecto inmediato, el cuerpo también podría haber caído muerto de susto sobre el piso.
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En medio de esta niebla, hacia qué punto seguro podría guiarme ese dedo índice ante mi pregunta sobre la ubicación de la casa. Sigo la dirección del dedo, tiendo una línea un poco más distante y no está, no hay casa, edificio u obra en construcción. Pero si esa nada imponente llegara a arrebatarle algo de densidad al aire saturado de vapor de agua, qué casa mostraría.
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El agua, que ya había fertilizado esa parte de tierra, quedó ahora suspendida en el cielo hasta que caiga el sol y las espigadoras terminen su recolección de palabras descartadas. Las palmas de las manos en las que se concentra el cuerpo reúnen eso que ya no es desecho. Miro la imagen del cuadro en una página de un libro, no cuelga de ninguna pared de este estudio; por las ventanas abiertas entra la voz de una cartonera que pasa caminando por la calle.
Silvana Franzetti (Buenos Aires, 1965), Saltos de agua, inédito
Otra Iglesia Es Imposible - Las Afinidades Electivas . Las Elecciones Afectivas - La Infancia del Procedimiento - Caja de Resonancia - Op. Cit. - El Telégrafo Luminoso - Periódico de Poesía - Otra Parte - Entre Palabras - Vallejo & Co.
Foto: Silvana Franzetti, febrero de 2019 (detalle) Dirk Skiba/Facebook
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