Mi tío estaba encantado: ‘La aguja elíptica –
toca hasta el mínimo detalle’.
Equilibrado a una fracción de onza,
el gran cartucho descendió cual pluma;
la música se expandió en tres dimensiones
cual si anduviéramos entre los músicos.
Mi padre, consciente de la diferencia,
viajó a Largs en pos de una aguja elíptica
para nuestro arcaico tornamesa Philips.
El tipo rompió a reír: ‘No se puede…
eh… va a necesitar otro equipo’.
Aún sonriente, nos despidió de la tienda
con una caja de agujas como tachuelas,
las únicas para nuestro tocadiscos.
(Si yo hubiera sido su hijo: espiemos
‘Fidelidades’, el poema que ahora escribo:
El día de su muerte, mi padre me enseñó
cómo alistar la consola y su desempeño:
es la lección que recuerdo, cómo afinaba el
peso del brazo, para equilibrar la aguja
entre la elipsis y la precisión,
como yo, despacio, desciendo la punta
para que capte la vibración
y cual cardiógrafo, surque la página…)
Volvimos lento, como con la llanta baja;
mi padre sin parpadear, y la risa del hombre
clavada en mi cabeza, donde el cuento permanece,
junto al intento por cauterizar la fábula
con axiomas sobre la naturaleza
de la elocuencia y otras herencias,
dado que él puede excusarse a sí mismo,
y tú sacar tus propias conclusiones.
Pero si insistes en la resonancia –
le clavaría un buen puño, como a cualquier
hijo de puta que minimice a mi padre,
lo cual tal vez te incluya. Te soy sincero.
Don Paterson (Dundee, Escocia, Reino Unido, 1963), Nil Nil, Faber, Londres, 1993
Traducción de Carlos Llaza
Don Paterson Web Site - Scottish Poetry Library - The Telegraph - The Library of Congress - Café Verlaine - Fractal - Círculo de Poesía
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Foto: Don Paterson, 2002 © Norman McBeath / National Portrait Gallery, London
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