jueves, octubre 24, 2019

Osvaldo Aguirre / El espantapájaros, el caballo, la liebre














En la quinta,
cuando fuimos a ver
al espantapájaros
que cuidaba
un par de almácigos,
abrigado con una camisa
de mangas largas,
se acercó el caballo,
al trote,
contento de tener visitas.
Ese fue el momento
que eligió la liebre,
porque estaba a medio camino,
y no podía salir
directamente al campo,
tenía que pasar, sí
o sí, por nuestro lugar.

Nunca lo había visto
tan manso, el caballo
se dejaba acariciar,
levantaba la cabeza
cuando le tocábamos la crin
pero enseguida se confiaba,
y qué risa
los remiendos en la ropa
del espantapájaros,
qué risa
la tela apolillada,
mal zurcida,
y casi al paso,
en puntas de pie,
como si nos hiciera burla,
la liebre pasó tan cerca
que la hubiéramos tocado
en caso
de estar despiertos.
Y nos quisimos acordar,
pero ya corría,
corría hacia el horizonte,
la veíamos
al alcance de la mano
pero ya corría,
corría en el campo
como algo que escapaba
para siempre y solo
podríamos guardar
como lo que habíamos
perdido esa siesta
en que el viento
anudaba la camisa vieja
a los palos torcidos
del espantapájaros.

Osvaldo Aguirre (Colón, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1964), "Cuando me alejo de los que hablan", Op. Cit., Argentina, junio 30, 2019

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Foto: La Primera Piedra

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