La casa está ubicada en las afueras del pueblo. Es la
última de todas y en ella no vive nadie, ni siquiera
un árbol. Es cuadrada y blanca, muy sencilla. El último
en habitarla fue Mario, un biólogo muerto durante el primer
intento de colonizar el delta del río Rojo. Entre los
nativos se lo recuerda como a un hombre bueno aunque
proclive al pensamiento fatuo. Decía, por ejemplo, que
los seres vivos somos excepciones, que nada en nosotros
tiene sentido, que el universo todo tiende a expulsarnos.
Anoche pude ver a la palabra suprema. No voy a entrar
en detalles en torno a la manera en que me
hice de ella; sólo puedo decir que la palabra, fuera de
mi mente, no representa un mero razonamiento carente
de realidad. Tampoco es incorpórea ni está concebida
como creadora del universo. La tuve en la punta de mi
lengua muy pocos segundos, después desapareció. En
ella estaban todos y el único concepto. Pude haber sido
el dueño del mundo.
Germán Arens (Bahía Blanca, Argentina, 1967)
La cáscara del huevo,
Barnacle,
Buenos Aires, 2019
Ref.:
Barnacle
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Foto: Germán Arens en Facebook
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