una pequeña gota, Señor
-jamás bebí, lo que se dice beber-
renace aquel momento fugaz que me diste,
la revelación en Ginebra
de la felicidad física de comer,
luego del frío y la nieve
y caminar largamente
a lo largo de la Rue Guillaume Tell.
Aprendí entonces el goce
de estar en el bullicio humano
pescando el fromage de la fondeu,
el Gruyére cultural,
perdidos sus agujeros.
Siempre te daré
gracias por ese instante,
por su luz y su color y aquella calle
que tenía el mismo nombre
que la de Altdorf,
y llegaba en el pueblito suizo-italiano
desde el hotel Poldi, minúsculo,
hasta la plaza donde Guillaume
atravesó -creamos- la manzana
con su ballesta
y luego asaetó al burgomaestre
para liberar a Suiza.
Yo vi abrirse aquel día
la eternidad que todo lo transforma,
como vi transformarse en mi niñez
las nubes y un cielo
inolvidable.
(2-III-70)
Basilio Uribe (Buenos Aires, 1916-1997), "Desmemorias. 1959-1983", La huella de su paso, Comisión Arquidiocesana para la Cultura, Buenos Aires, 1996
Ref.:
Fundación Konex
Alpialdelapalabra
La Nación
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