Solía burlarme de mi padre y sus compinches
por levantarse temprano los domingos por la mañana
y beber café en un área de estacionamiento del lugar
pero ahora yo soy uno de esos compinches.
A nadie le importan mis viejas humillaciones
pero ellas continúan arrastrándose por mi sueño
como una ristra de latas vacías que resonaran
detrás de un coche abandonado.
La cosa es así: justo cuando crees
que te has olvidado de aquella muchacha pelirroja
que te dejó varado en un parking
cuarenta años atrás, te despiertas
lo bastante temprano para verla desaparecer
a la vuelta de la esquina de tu sueño
en la motocicleta de otro
rugiendo por la autopista hacia la salida del sol.
Y así, ahora estoy sentado en un café
débilmente iluminado lleno de madrugadores
cuyas ventanas están cubiertas de hollín
y el café es tibio y amargo.
Edward Hirsch (Chicago, Estados Unidos, 1950), The Living Fire, Knopf, Nueva York, 2010
Versión de Jonio González
EARLY SUNDAY MORNING
I used to mock my father and his chums
for getting up early on Sunday morning
and drinking coffee at a local spot
but now I’m one of those chumps.
No one cares about my old humiliations
but they go on dragging through my sleep
like a string of empty tin cans rattling
behind an abandoned car.
It’s like this: just when you think
you have forgotten that red-haired girl
who left you stranded in a parking lot
forty years ago, you wake up
early enough to see her disappearing
around the corner of your dream
on someone else’s motorcycle
roaring onto the highway at sunrise.
And so now I’m sitting in a dimly lit
café full of early morning risers
where the windows are covered with soot
and the coffee is warm and bitter.
por levantarse temprano los domingos por la mañana
y beber café en un área de estacionamiento del lugar
pero ahora yo soy uno de esos compinches.
A nadie le importan mis viejas humillaciones
pero ellas continúan arrastrándose por mi sueño
como una ristra de latas vacías que resonaran
detrás de un coche abandonado.
La cosa es así: justo cuando crees
que te has olvidado de aquella muchacha pelirroja
que te dejó varado en un parking
cuarenta años atrás, te despiertas
lo bastante temprano para verla desaparecer
a la vuelta de la esquina de tu sueño
en la motocicleta de otro
rugiendo por la autopista hacia la salida del sol.
Y así, ahora estoy sentado en un café
débilmente iluminado lleno de madrugadores
cuyas ventanas están cubiertas de hollín
y el café es tibio y amargo.
Edward Hirsch (Chicago, Estados Unidos, 1950), The Living Fire, Knopf, Nueva York, 2010
Versión de Jonio González
EARLY SUNDAY MORNING
I used to mock my father and his chums
for getting up early on Sunday morning
and drinking coffee at a local spot
but now I’m one of those chumps.
No one cares about my old humiliations
but they go on dragging through my sleep
like a string of empty tin cans rattling
behind an abandoned car.
It’s like this: just when you think
you have forgotten that red-haired girl
who left you stranded in a parking lot
forty years ago, you wake up
early enough to see her disappearing
around the corner of your dream
on someone else’s motorcycle
roaring onto the highway at sunrise.
And so now I’m sitting in a dimly lit
café full of early morning risers
where the windows are covered with soot
and the coffee is warm and bitter.
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Una vida resumida en una bebida negra y amarga.
ResponderBorrardébilmente iluminado, buenísimo
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