Mi alma gemela bifurca las estrellas,
haciendo de su cauda un horror alcanforado.
Horror, sí, porque eso es observar,
arder, quemar, incinerar,
calcinar dentro a quien lo huele
fascinado, intoxicando a fondo,
lanzándolo en propulsión certera
en busca de un camino firme,
con nitidez trazado,
que la conciencia envuelve,
simple
humilde
pobre
cabello plateado desprendido.
Es la mirada, es por la mirada
que se parten en dos los actos,
eran siameses, ahora mellizos,
y luego mitad espíritu sin dueño,
mitad crisálida sin ninfa.
Una mera cana al aire.
Basta. Puras ilusiones proyectadas entre constelaciones cuyas formas, tan actuales, tan identificables, tan pertenecientes a la esfera de lo que hay, regalos de prismáticos, telescopio, periscopio o microscopio, se encuentran a enorme distancia de nuestra vida de antes, allá: sub/supra specie aeternitatis. El hombre de un entonces francamente inconcebible hablaba sin palabras. Suelta tus "frases hechas", y verás si no. Verás si no se tornan flechas.
Quiero creerte
cuando cuentas
tus historias
de secretos
inviolados
(ahora revelados),
exquisita intimidad
de antiquísimas
especies inextintas,
iguanas variopintas,
y tú.
Entre tú y ellas.
Cuentas,
poseso,
que no sufren.
Que ante amenaza,
catástrofe o imposición
del supuesto contrincante,
lejos de echar chispas
se queda(ba)n congeladas,
acaba(ba)n de estar.
Que se aparea(ba)n
a plena luz
a propósito,
mostrando el dolor
de su placer
(sin cesuras).
Nada de cuevas
u ocultamientos:
una encima de otra,
clavándole
dientes y garras
a la que sonríe.
¿Que qué?
(una con, otra sin, acento)
(entre signos contenidas)
Cuentas
que se susurra(ba)n cosas al oído,
cosas carentes de intención,
sólo cosas,
comiendo se pasea(ba)n,
platica(ba)n
con los astros (sus iguales).
Y al voltear,
encaramadas,
encarna(ba)n
la maravilla, un gesto.
Borra(ba)n las eras
con un viraje del cuello.
Cuentas.
Que sin "eras"
era su boca abierta,
en actitud triunfal
de hambre loca,
un éxtasis natural,
un ¡mírenme!
y no me toquen
desde la cúspide
de un pedernal.
Cuentas
que te abraza(ba)n
sin aproximarse:
el tercer ojo
parietal,
ni subliminal
ni espiritual,
absorbía todo.
Cuentas
que lo revives
en este preciso instante:
sientes tu principio
al fin.
Cuentas,
según yo.
Francamente, no alcanzamos a percatarnos de lo mismo. Porque aún no estableces contacto profundo con el, no tu, pasado. En cuanto comiences a rodearte de un mundo sin cronología, su aliento te azotará (lo reconocerás sin explicaciones). Hay que ir pelechando movimientos, las emociones que de ellos se derivan, lo mismo que la comida digerida, como las iguanas la cola que estorba. Noté que observabas a la mayor asoleándose. Parecía meditar, tan quieta. O tragar aire. Y de envidia, se te caía la baba. Babea(ba)s.
Un hombre no del todo hombre ya
captó en rojo tu mensaje,
al borde de la cabeza,
al centro izquierdo del pecho,
color clavel.
Por detrás del cráneo
vino la respuesta/apuesta,
un blanco-proyectil,
un proyectil blanco.
Que pocos distinguen.
Que deja huella en arco.
Un pasado.
Gemelo.
Reptilmente, voltear en dirección humana, produce de inmediato una lesión. La mirada-arpón se ha metido en honduras, castiga a quien ha descubierto la privada confidencia (uno con uno), el hervidero desde la boca abierta, y semejante pirotecnia de sonidos-gruñidos-quejidos-alaridos-idos-idos-idos: ahí dentro, en esa cavidad de olores turbios y jugos gástricos, la plena soledad del universo. Los rayos del sol se posan. No asesinan a quien los sorprende in fraganti, en pleno acto creador; solo hieren de por vida. En adelante, recorrido significa encrucijada.
Oasis.
Vegetación y agua,
una cola arrojada,
un desecho,
una raíz semántica
olvidada.
(Infinito manantial, cerrado como un Cero, circular como la O de oasis, como la letra Omega, encorvada herradura invertida que impone mala fortuna... porque termina en tierra. Un manantial así concibo entre visiones, en medio de un desierto de alcanfor. Horrible. De tan −y sumamente− deshabitado.)
Pura López Colomé (Ciudad de México, 1952), "Inéditos", Periódico de Poesía n° 83, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), octubre de 2015
haciendo de su cauda un horror alcanforado.
Horror, sí, porque eso es observar,
arder, quemar, incinerar,
calcinar dentro a quien lo huele
fascinado, intoxicando a fondo,
lanzándolo en propulsión certera
en busca de un camino firme,
con nitidez trazado,
que la conciencia envuelve,
simple
humilde
pobre
cabello plateado desprendido.
Es la mirada, es por la mirada
que se parten en dos los actos,
eran siameses, ahora mellizos,
y luego mitad espíritu sin dueño,
mitad crisálida sin ninfa.
Una mera cana al aire.
Basta. Puras ilusiones proyectadas entre constelaciones cuyas formas, tan actuales, tan identificables, tan pertenecientes a la esfera de lo que hay, regalos de prismáticos, telescopio, periscopio o microscopio, se encuentran a enorme distancia de nuestra vida de antes, allá: sub/supra specie aeternitatis. El hombre de un entonces francamente inconcebible hablaba sin palabras. Suelta tus "frases hechas", y verás si no. Verás si no se tornan flechas.
Quiero creerte
cuando cuentas
tus historias
de secretos
inviolados
(ahora revelados),
exquisita intimidad
de antiquísimas
especies inextintas,
iguanas variopintas,
y tú.
Entre tú y ellas.
Cuentas,
poseso,
que no sufren.
Que ante amenaza,
catástrofe o imposición
del supuesto contrincante,
lejos de echar chispas
se queda(ba)n congeladas,
acaba(ba)n de estar.
Que se aparea(ba)n
a plena luz
a propósito,
mostrando el dolor
de su placer
(sin cesuras).
Nada de cuevas
u ocultamientos:
una encima de otra,
clavándole
dientes y garras
a la que sonríe.
¿Que qué?
(una con, otra sin, acento)
(entre signos contenidas)
Cuentas
que se susurra(ba)n cosas al oído,
cosas carentes de intención,
sólo cosas,
comiendo se pasea(ba)n,
platica(ba)n
con los astros (sus iguales).
Y al voltear,
encaramadas,
encarna(ba)n
la maravilla, un gesto.
Borra(ba)n las eras
con un viraje del cuello.
Cuentas.
Que sin "eras"
era su boca abierta,
en actitud triunfal
de hambre loca,
un éxtasis natural,
un ¡mírenme!
y no me toquen
desde la cúspide
de un pedernal.
Cuentas
que te abraza(ba)n
sin aproximarse:
el tercer ojo
parietal,
ni subliminal
ni espiritual,
absorbía todo.
Cuentas
que lo revives
en este preciso instante:
sientes tu principio
al fin.
Cuentas,
según yo.
Francamente, no alcanzamos a percatarnos de lo mismo. Porque aún no estableces contacto profundo con el, no tu, pasado. En cuanto comiences a rodearte de un mundo sin cronología, su aliento te azotará (lo reconocerás sin explicaciones). Hay que ir pelechando movimientos, las emociones que de ellos se derivan, lo mismo que la comida digerida, como las iguanas la cola que estorba. Noté que observabas a la mayor asoleándose. Parecía meditar, tan quieta. O tragar aire. Y de envidia, se te caía la baba. Babea(ba)s.
Un hombre no del todo hombre ya
captó en rojo tu mensaje,
al borde de la cabeza,
al centro izquierdo del pecho,
color clavel.
Por detrás del cráneo
vino la respuesta/apuesta,
un blanco-proyectil,
un proyectil blanco.
Que pocos distinguen.
Que deja huella en arco.
Un pasado.
Gemelo.
Reptilmente, voltear en dirección humana, produce de inmediato una lesión. La mirada-arpón se ha metido en honduras, castiga a quien ha descubierto la privada confidencia (uno con uno), el hervidero desde la boca abierta, y semejante pirotecnia de sonidos-gruñidos-quejidos-alaridos-idos-idos-idos: ahí dentro, en esa cavidad de olores turbios y jugos gástricos, la plena soledad del universo. Los rayos del sol se posan. No asesinan a quien los sorprende in fraganti, en pleno acto creador; solo hieren de por vida. En adelante, recorrido significa encrucijada.
Oasis.
Vegetación y agua,
una cola arrojada,
un desecho,
una raíz semántica
olvidada.
(Infinito manantial, cerrado como un Cero, circular como la O de oasis, como la letra Omega, encorvada herradura invertida que impone mala fortuna... porque termina en tierra. Un manantial así concibo entre visiones, en medio de un desierto de alcanfor. Horrible. De tan −y sumamente− deshabitado.)
Pura López Colomé (Ciudad de México, 1952), "Inéditos", Periódico de Poesía n° 83, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), octubre de 2015
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