miércoles, agosto 05, 2015

Aris Diktaios / El poeta









           

                   Tú que das terribles oráculos
                                                     Píndaro

Aquí hay uno que cantaba
igual al mes de julio sediento,
tuvo sed de cercanía consigo mismo,
se buscó en el viento,
se persiguió en el mar.

Aquí hay un hombre inconsolable,
porque alguna vez en su interior hizo tempestad el mar,
porque alguna vez en su interior jugó el viento;
ahora se ha perdido a sí mismo en el bosque de los simios,
se ha perdido a sí mismo en el bosque de los manantiales,
a sí mismo en el bosque de los ladridos.

Vio salir el sol por el poniente,
el cielo bajo sus pies,
a los vivos bajar a las tumbas,
a los muertos gobernar el mundo.
Pagó la sabiduría de su visión consigo mismo,
disolviéndose sobre fantasmas e imágenes.

Aquí hay un hombre inconsolable que recuerda:
una isla lo encerró con un círculo de agua,
la ruina de una ciudad antigua le enseñó:
aprendió que si tienes memoria ganas la paz,
si cantas ganas el tiempo,
pero no tuvo tiempo de ganarse a sí mismo.

Aquí hay un hombre que canta y recuerda;
sabe, no sabe, vive, no vive, ha muerto, no ha muerto...
El espacio, desde el pasado hasta el futuro, lo hizo pedazos
y vio una escalera unir la tierra con el cielo,
y ahí, en el cuarto escalón, se sentó inconsolable.

Aquí hay un hombre desesperado que cantaba:
vio, no vio, vive, no vive, ha muerto, no ha muerto...

Aris Diktaios (Creta, Grecia, 1917, Atenas, 1983), Aléxandros Argyríou, La poesía griega. Antología y gramatología, Ediciones Panayiotis Sokolis, Atenas, 1982
Traducción de Francisco Torres Córdova, La Jornada Semanal, nº 683, México DF, 6 de abril de 2008
Envío de Jonio González

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