La naturaleza hizo que se ocultasen en grietas,
dos avispas tan frías que tenían aspecto de corteza.
Por qué, no lo sé, pero las agarré
y las metí en un cazo de metal, de día y de noche.
Como Dios al tocar con su dedo a Adán
me sentí, y pensé en Miguel Ángel,
porque cada vez que les echaba el aliento,
el aliento más leve,
brincaban y se atildaban como para irse.
Mi aliento siempre las controlaba por completo.
Más sensibles que chispazos eléctricos
volvían a la vida
o se retiraban al hielo,
mientras yo acechaba, suspendiendo las observaciones.
Entonces, una, en una ciega carrera, logró escapar,
y cayó al suelo de la cocina. La
aplasté con mi fría bota de esquí,
por accidente. La otra
no tuvo la viveza de intentarlo o morir.
Y así, la otra aún es mi mascota.
La moraleja de esto es evidente.
Pero la soslayaré.
No os gustaría. Y
Dios no vive para explicar.
Richard Eberhart (Austin, Minnesota, 1904- Hanover, New Hampshire, 2005), The Modern Poets. An American-British Anthology, John M. Brinnin y Bill Read eds., McGraw-Hill, Nueva York, 1963
Edición digital, Universidad de Florida
Versión de Jonio González
NEW HAMPSHIRE, FEBRUARY
Nature had made them hide in crevices,
Two wasps so cold they looked like bark.
Why I do not know, but I took them
And I put them
In a metal pan, both day and dark.
Like God touching his finger to Adam
I felt, and thought of Michaelangelo,
For whenever I breathed on them,
The slightest breath,
They leaped, and preened as if to go.
My breath controlled them always quite.
More sensitive than electric sparks
They came into life
Or they withdrew to ice,
While I watched, suspending remarks.
Then one in a blind career got out,
And fell to the kitchen floor. I
Crushed him with my cold ski boot,
By accident. The other
Had not the wit to try or die.
And so the other is still my pet.
The moral of this is plain.
But I will shirk it.
You will not like it. And
God does not live to explain
"Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, la hallará".
ResponderBorrarDIOS NO VIVE PARA EXPLICAR, escribió el aprendiz de demiurgo, Richard Eberhart.
Dios es Dios y no sabemos si, a su modo, no se explica.Quien no logra explicarse es R.E., pobrecillo.
Afortunadamente, no es Dios.
El demiurgo afeándole el atrevimiento al poeta... En qué manos hemos dejado a Dios...
BorrarTodos tenemos algo o mucho de qué avergonzarnos; y el poeta no es la excepción; tampoco creo que Dios tenga una respuesta; y la respuesta de Eberhart, en este caso, es el silencio o la omisión.
ResponderBorrarEl poema es tremendo, demiúrgico, acaso clarividente. Por mi parte, no logro integrar las respuestas de ustedes a mi ensamblaje de cita bíblica, ironía -seguramente muy mal formulada- y plegaria en off.
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