Primero vi el mundo, solo y puro,
luego su sombra, y en un muro
vi también la puerta
que permanece abierta.
Ambas cosas olvidé después,
la puerta se cerró y entonces
el mundo no fue más que sueño
falto de telón, color y empeño;
llevó a hartarme fastidiosamente
llegando a creer inevitablemente
que era el absurdo culpable.
Más aún: esposo y madre
de todo aquello que brotaba
frutando de una raíz muy mala.
Fui entonces al otro lado,
detrás del muro y el encalado,
a ver si la puerta
continuaba abierta
o estaba definitivamente cerrada
cambiando mi destino en esa nada
que parece la vida cuando el mundo todo
rotundo se esfuma, ahogándose en lodo.
La puerta no se había cerrado, pero sólo
una estrecha franja permanecía abierta;
su exigua luz de estrella muerta
semejante a la vieja puerta.
Angel Faretta (Buenos Aires, 1953), Propio laberinto, inédito
luego su sombra, y en un muro
vi también la puerta
que permanece abierta.
Ambas cosas olvidé después,
la puerta se cerró y entonces
el mundo no fue más que sueño
falto de telón, color y empeño;
llevó a hartarme fastidiosamente
llegando a creer inevitablemente
que era el absurdo culpable.
Más aún: esposo y madre
de todo aquello que brotaba
frutando de una raíz muy mala.
Fui entonces al otro lado,
detrás del muro y el encalado,
a ver si la puerta
continuaba abierta
o estaba definitivamente cerrada
cambiando mi destino en esa nada
que parece la vida cuando el mundo todo
rotundo se esfuma, ahogándose en lodo.
La puerta no se había cerrado, pero sólo
una estrecha franja permanecía abierta;
su exigua luz de estrella muerta
semejante a la vieja puerta.
Angel Faretta (Buenos Aires, 1953), Propio laberinto, inédito
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