Nace un día de verano en la ciudad
¿Nace? No, es más como si la noche
–la “oscuridad”, le decimos– se escurriera
por las alcantarillas dejando translucidez.
Se pueden ver: edificios, perros, gente,
cemento, etc. La ciudad de verano, donde,
supongo, alguien será feliz. Alguien.
La otra tarde luminosa yendo en taxi
por la Quinta Avenida, pasando el parque, vi
todas las hojas en todos los árboles
y las conté: no una por una, de a
montones. No recuerdo exactamente cuántas
eran: pero bastantes. Sí, más
de las que se pueden contar. Aunque yo pude.
Yo las conté, montón por montón.
Como dije antes, es verano: no
mi estación favorita. Prefiero la primavera,
cuando las hojas brotan y se desenrollan, o
el otoño, cuando las hojas
cambian de color y caen. O el invierno, cuando
los portadores de hojas se quedan desnudos,
flexionando los bíceps como grandes forzudos
que exhiben sus encantos.
Después hay una quinta estación,
que se llama... pero ése es mi secreto.
Sí, mi secreto, y lo seguirá
siendo. Sí, mi secreto.
James Schuyler (Chicago, 1923-Nueva York, 1991), Una ciudad blanca, traducción de Laura Wittner, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2012
Thursday
A summer dawn breaks over the city.
Breaks? No, it’s more as though the night
–the “dark”, we call it– drained
away into the sewers and left transpicuity.
You can see: buildings, dogs, people,
cement, etc. The summer city, where,
I suppose, someone is happy. Someone.
The other bright evening cabbing
down Fifth Avenue past the park I
saw all the leaves on all the trees
and counted them: not one by one, in
bunches. I forget precisely how many
there were: quite a few. Oh yes, more
than you could count. Not me, though.
I counted them, bunch by bunch.
As said above, it’s summer: not
my favorite season. I prefer the spring,
when the leaves bud and unfurl, or
autumn, when the leaves
color and fall. Or winter, when
the leaf-bearers stand naked,
flexing their biceps like bodybuilders
exhibiting their charms.
Then there is a fifth season,
called– but that’s my secret.
Yes, my secret, and I’m going
to keep it that way. Yes, my secret.
¿Nace? No, es más como si la noche
–la “oscuridad”, le decimos– se escurriera
por las alcantarillas dejando translucidez.
Se pueden ver: edificios, perros, gente,
cemento, etc. La ciudad de verano, donde,
supongo, alguien será feliz. Alguien.
La otra tarde luminosa yendo en taxi
por la Quinta Avenida, pasando el parque, vi
todas las hojas en todos los árboles
y las conté: no una por una, de a
montones. No recuerdo exactamente cuántas
eran: pero bastantes. Sí, más
de las que se pueden contar. Aunque yo pude.
Yo las conté, montón por montón.
Como dije antes, es verano: no
mi estación favorita. Prefiero la primavera,
cuando las hojas brotan y se desenrollan, o
el otoño, cuando las hojas
cambian de color y caen. O el invierno, cuando
los portadores de hojas se quedan desnudos,
flexionando los bíceps como grandes forzudos
que exhiben sus encantos.
Después hay una quinta estación,
que se llama... pero ése es mi secreto.
Sí, mi secreto, y lo seguirá
siendo. Sí, mi secreto.
James Schuyler (Chicago, 1923-Nueva York, 1991), Una ciudad blanca, traducción de Laura Wittner, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2012
Thursday
A summer dawn breaks over the city.
Breaks? No, it’s more as though the night
–the “dark”, we call it– drained
away into the sewers and left transpicuity.
You can see: buildings, dogs, people,
cement, etc. The summer city, where,
I suppose, someone is happy. Someone.
The other bright evening cabbing
down Fifth Avenue past the park I
saw all the leaves on all the trees
and counted them: not one by one, in
bunches. I forget precisely how many
there were: quite a few. Oh yes, more
than you could count. Not me, though.
I counted them, bunch by bunch.
As said above, it’s summer: not
my favorite season. I prefer the spring,
when the leaves bud and unfurl, or
autumn, when the leaves
color and fall. Or winter, when
the leaf-bearers stand naked,
flexing their biceps like bodybuilders
exhibiting their charms.
Then there is a fifth season,
called– but that’s my secret.
Yes, my secret, and I’m going
to keep it that way. Yes, my secret.
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