Pasado cierto tiempo, la leche
Pasado cierto tiempo, la leche
se pone mala, como si avanzara
hacia el mal, hacia su maldad,
se contrae, se cuaja,
abandona su estado líquido
y comienza a darse forma.
La sustancia dura
toma cuerpo, resucita
en una carne nueva y compacta, extraída
de la bestia. Es queso, metamorfosis
del animal secreto, el fruto
muerto de una planta viva,
satisfecha criatura pálida y lunar.
Si la fuerza de gravedad
Si la fuerza de gravedad,
la vertical, es la memoria
de la tierra que llama
hacia sí las cosas para recordarlas,
el ansia es mi memoria,
fuerza que no es amor,
sino vocación de asedio.
Siento su presión
cernirse mientras la angustia
me aprieta en una morsa
donde golpe a golpe soy
martillado fierro
forjado. Es el choque
del tiempo atraído por mí,
precipitándose
en el latido del pulso
negro, yunque
imantado.
La luz de la luna es trabajada como arte
La luz de la luna es trabajada como arte,
una materia prima pulida, torneada
hasta que se convierte en pedernal,
llama mineral,
pero llama débil, muerta, como hierba
que se deja crecer en la oscuridad,
la pálida, ritual hierba mala,
que da la claridad fosforescente,
fría y subacuática
del acetileno.
Valerio Magrelli (Roma, 1957), "Nature e venature", Poesie (1980-1992) e altre poesie, Einaudi, Turín, 1996
Versiones de Jorge Aulicino
Passato qualche tempo tutto il latte
va a male, come se andasse verso
il male, la sua cattività,
si contrae, si rapprende,
abbandona el proprio stato liquido
e inizia a farsi forma.
La sostanza rafferma
prende corpo, resuscita
in una carne nuova e compatta, estratta
dalla bestia. È cacio, metamorfosi
del secreto animale, il frutto
morto di una pianta viva,
sazia creatura pallida e lunare.
Se la forza di gravità,
la verticale, è la memoria
della terra che chiama
a sè le cose per ricordarle,
l'ansia è la mia memoria,
forza che non è amore
ma vocazione all'assedio.
Ne sento la pressione
incombere mentre la stretta
mi serra in una morsa
dove colpo su colpo sto
martellato ferro
battuto. Ecco l'urto
del tempo attratto su di me,
precipitante
nel battito del polso
nero, incudine
calamitata.
La luce della luna è lavorata ad arte,
un materia prima profilata, tornita
fino ad essere pietra
focaia, fiamma minerale,
ma fiamma fioca, morta, come l'erba
fatta crescere al buio,
la pallida, rituale veccia,
che dà il chiarore fosforescente,
freddo e subacqueo
dell'acetilene.
Ilustración: Mondaufgang über dem Meer, c.1821, Caspar David Friedrich
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