Epitafio en la Interestatal 80, Nevada
Un milagro, sólo mira alrededor: la tierra insoslayable —Wislawa Szymborska
El mundo es una tumba. Con todas sus salidas cerradas. La única
estación al alcance es Radio Peregrino, cuyos predicadores hablan sobre tu necesidad
de penitencia y salvación y tratan de convencerte de que el cuerpo
nunca es digno. A pesar de que sepas que la soledad
que sientes en el paisaje es solo un eco de la tumba del cuerpo
y una tristeza particular, escuchas: luz conectándose a la mugre
con un suspiro, como la hoja de una guillotina; los muertos disolviéndose en la mugre.
Campos del tamaño de países pequeños. Ganado muerto. El resto de la manada sólo
pastoreando feliz, retocando los huecos y las tumbas
de sus cuerpos. Incluso –te dicen los predicadores- si sucumbes a la necesidad
y encuentras a alguien lo suficientemente bello como para tentarte a salir de la soledad
hacia el deseo, aun así todavía puedes darle la espalda a los placeres del cuerpo
y encontrar tu camino de regreso al sufrimiento del cuerpo
encendiendo un fósforo y deslizando tus dedos en las llamas. La mugre
del mundo deambula por las cavidades del corazón. ¿Qué otra soledad
esperas? El mundo es una tumba, es el único espejo
de la mente. Los muertos están contigo, parte del viaje: ultrajes de hambre y necesidad
en el asfalto; ampollas de carne en la llanta del neumático. Pequeñas tumbas abiertas.
Y esos predicadores que creen que la carne no es más que una tumba,
que arden, literalmente, por lujuria y belleza; hombres para los que el cuerpo
es un ataúd en el que viaja y bombea el corazón,
día tras día, cavidad por cavidad, el abono y desechos y mugre
de sus propios deseos; hombres para los que el alma es una moneda nueva, la única
que no se acuña para ser gastada (con ese ahorro, seguramente, no se compra otra
/cosa que soledad)
me pregunto qué harían con tu soledad
si supieran cómo te tiene de rodillas, ahora, como al lado de una tumba,
cerca de una cierva en el pasto junto al camino; cómo es solo
en la muerte que su lengua colgando de la boca forma un puente entre el cuerpo
/y la mugre;
cómo ya no necesitas esas llaves que cargaste una vez —plegarias y súplicas—.
Cuando al fin te levantas hay las dos marcas de tus rodillas
en el pasto y descubres entonces el verdadero estandarte de la soledad,
la piel desollada del lomo de una cierva arrastrando su carne contra la mugre;
el destello repentino de un letrero como algo que jamás imaginaste de una tumba,
pero como el forro de un saco que una mujer puede tirarse encima, como al descuido,
cuando se pasea en un strapless con su amante, el único
hombre que jamás necesitará, aun después de que la hayan hundido, finalmente,
/en su tumba.
Sea como fuere el modo en que lo mires, la soledad del mundo comienza en el cuerpo.
Y el cuerpo gana su mugre, y todo su placer, sólo en este mundo.
Jude Nutter (North Yorkshire, Inglaterra, residente en los Estados Unidos desde 1980), The Curator of Silence, University of Notre Dame Press, 2006
Versión de Silvia Camerotto
Epitaph on Interstate 80, Nevada
A miracle, just take a look around: /the inescapable earth. Wislawa Szymborska //The world is a grave. With all its exits barred. The only /station available is Pilgrim Radio, whose preachers tell you of your need /for penance and salvation and attempt to convince that the body /is never worth it. Even though you know the loneliness /you feel in the landscape is only an echo of the body’s grave /an specific sadness, you listen: light connecting to the dirt //with a sigh, like the blade of a guillotine; the dead dissolving into dirt. /Fields the size of small countries. Dead cattle. The rest of the herd only /grazing happily, brushing up against the pockets and the graves /of their bodies. Even if, the preachers tell you, you succumb to need /and find someone lovely enough to tempt you out of loneliness /into longing, you can still turn away from the pleasures of the body //and find your way back into the sufferings of the body /by striking a match and slipping your fingers into the flame. The dirt /of the world drifts through the rooms of the heart. What other loneliness /do you need: the world is a grave, it is the mind’s only /mirror. The dead are with you, part of the journey: smears of hunger and need /on the tarmac; blisters of flesh in the tread of a tire. Small, open graves. //And those preachers who regard the flesh as nothing but a grave, /who burn, literally, because of lust and beauty; men for whom the body /is a coffin inside which the heart travels and kneads, /day after day, chamber by chamber, the compost and flotsam and dirt /of its own desires; men for whom the soul is a new coin, the only /one not minted for spending (such thrift, surely, buys nothing but loneliness), //what would they make, I wonder, of your loneliness /if they knew how it had your kneeling now, as if beside a grave, /next to a doe in the grass by the side of the road; how it’s only /in death that her tongue swooning from her mouth makes a bridge between her body and the dirt; /how, for the keys you carried once —prayers and pleading— you have no need. //When you finally rise there are two slight depressions kneed /into the grass and you discover here the real pennant of loneliness— /the flensed skin of a doe’s back trailing its sash against the dirt; /the sudden flare of fascia like nothing you’d imagined about the grave, /but like the lining of a jacket a woman might throw, casually, about her body /when stepping out in strapless ball gown with her lover, the only //man she’ll ever need, even after they have sunk her, finally, into her grave. /However you look at it, the loneliness of the world begins in the body. /And the body earns its dirt, and all its delight, in this world only.
Ilustración: The Lone Tenement, 1909, George Wesley Bellows
Un poema extraordinario, traducido con maestría. Todo mi respeto y admiración.
ResponderBorrarMuy bueno.
ResponderBorrarMuy interesante este poema, su prosopopeya.
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