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martes, agosto 23, 2011
Sam Hamill / De "Destino, la nada"
[De Destino, la nada]
6
Como si el agua pudiera darte una respuesta, yo continúo hablando.
Les cuento a las olas la historia de mis días,
presentando mi petición por la gracia
en el tribunal del mar, mientras camino en soledad
las arenas de la playa en Kalaloch.
Aquí en una ocasión hice el amor con una mujer
a la cual adoré, mientras una figura solitaria
me observaba desde un risco,
y la implacable y gris marea se retiraba
abrazándose en el horizonte con el gris implacable del firmamento.
Nuestros gemidos, amor y muerte, fueron ahogados
por los chillidos de las errantes gaviotas.
Ha pasado un año. Y todavía está allí, observando
desde las sombras, suspirando los suspiros del mar.
La memoria es como las olas. Está manchada con la sal del deseo,
una criatura a la orilla del mar ahuyentando el temor con sus palabras,
como confensándome a las aguas,
comprendiendo que solamente la última oración es la muerte,
una niebla cae sobre la luna
que es la rúbrica de todas las cosas,
bella y vacía
como la solitaria sílaba raigal del canto del somormujo.
Sam Hamill (Estados Unidos, 1943), Un canto pisano, selección y versiones de Esteban Moore, Postales Japonesas Editora, Córdoba, Argentina, 2011
Ilustración: Rock Bound, 1913, George Wesley Bellows
Ah, qué maestro, y qué tarde lo vengo conociendo. Gracias, Irene
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