De "Canto del camino abierto"
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Camino al que entro y miro alrededor, creo que no eres todo cuanto hay aquí,
Creo que mucho no visto hay también aquí.
Aquí la honda lección de la admisión, ni preferencia ni rechazo,
Al negro de cabeza lanuda, al delincuente, al enfermo, al iletrado, no se los rechaza;
El nacimiento, la prisa en pos del médico, el vagabundeo del mendigo, el tambaleo del borracho, la riente partida de los mecánicos,
El joven escapado, el carruaje del rico, el petimetre, la pareja en fuga,
El tempranero hombre del mercado, el carro fúnebre, la mudanza de muebles al pueblo, el retorno desde el pueblo,
Ellos pasan, también paso yo, todo pasa, nada puede vedarse,
Nadie deja de ser aceptado, nadie ha de dejar de ser querido para mí.
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¡Aire que me abastece de aliento para hablar!
¡Objetos que llamáis de lo difuso a mis significados y les dais forma!
¡Luz que a mí y a todas las cosas nos envuelves en ecuánimes chubascos delicados!
¡Sendas hechas a holladuras en las irregulares hondonadas que bordean los caminos!
Creo que estáis latentes de existencias no vistas, sois tan queridas para mí.
¡Vosotros, baldosados paseos de las ciudades! ¡fuertes bordillos de los márgenes!
¡Transbordadores! ¡planchas y postes de los muelles! ¡flancos revestidos de madera! ¡navíos distantes!
¡Hileras de casas! ¡fachadas perforadas por ventanas! ¡techos!
¡Soportales y entradas! ¡albardillas y protectores de hierro!
¡Ventanas cuyo transparente caparazón tanto puede exponer!
¡Puertas y ascendentes peldaños! ¡arcos!
¡Piedras grises de interminables pavimentos! ¡cruces transitados!
De todo lo que os ha tocado creo que os habéis impartido a vosotros mismos, y ahora querríais impartirme lo mismo a mí en secreto,
De los vivos y los muertos habéis poblado vuestras impasibles superficies, y sus espíritus querrían ser conmigo manifiestos y amigables.
Walt Whitman (West Hills, Long Island, Nueva York, 1819–Camden, Nueva Jersey, 1892), Hojas de hierba, traducción de Pablo Ingberg, Editorial Losada, Buenos Aires, 2009
De "Song of de the Open Road"
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You road I enter upon and look around! I believe you are not all that is here;
I believe that much unseen is also here.
Here the profound lesson of reception, neither preference or denial;
The black with his woolly head, the felon, the diseas’d, the illiterate person, are not denied;
The birth, the hasting after the physician, the beggar’s tramp, the drunkard’s stagger, the laughing party of mechanics,
The escaped youth, the rich person’s carriage, the fop, the eloping couple,
The early market-man, the hearse, the moving of furniture into the town, the return back from the town,
They pass—I also pass—anything passes—none can be interdicted;
None but are accepted—none but are dear to me.
3
You air that serves me with breath to speak!
You objects that call from diffusion my meanings, and give them shape!
You light that wraps me and all things in delicate equable showers!
You paths worn in the irregular hollows by the roadsides!
I think you are latent with unseen existences—you are so dear to me.
You flagg’d walks of the cities! you strong curbs at the edges!
You ferries! you planks and posts of wharves! you timber-lined sides! you distant ships!
You rows of houses! you window-pierc’d façades! you roofs!
You porches and entrances! you copings and iron guards!
You windows whose transparent shells might expose so much!
You doors and ascending steps! you arches!
You gray stones of interminable pavements! you trodden crossings!
From all that has been near you, I believe you have imparted to yourselves, and now would impart the same secretly to me;
From the living and the dead I think you have peopled your impassive surfaces, and the spirits thereof would be evident and amicable with me.
Ilustración: Rain on the River, 1908, George Wesley Belows
EXCELENTE!
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