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domingo, diciembre 05, 2010
Angel Faretta / Tango
Tango
Eras el último tren de la última estación,
Para salir de allí
Y te perdí.
Eras el último remedio, la última medicación
Para curar allí
Y te perdí.
Eras la última puerta más o menos abierta
Para salir de esa habitación desierta
Que estaba allí
Y te perdí.
Eras el primer eslabón temprano
Para encadenar mi vida de tu mano
Sentada allí
Y te perdí.
Eras la última escena de un famoso film,
-Tal vez demasiado- donde te dejaba ir
Con otro a tu lado sentado allí
Y te perdí.
Eras del último piso la amplia terraza
Dispuesta para que el sol tomara
tirado allí,
Y te perdí.
Fuiste todo eso y no supiste o no quisiste
Aceptar. Como un rol secundario no quiere
Tomar la actriz principal del reparto.
Yo que estaba tempranamente harto
De mi propio rol,
Te deseé como al gol
Desea el delantero frenético frente al arco,
Como el marine en la playa el desembarco
Como el ciempiés llegar quiere a la meta
Más allá de su centenaria tracción concreta.
Te deseé hasta como el monje desea la impotencia
Que lo vuelva casto y sin demasiada ciencia
Y como el melodrama busca alcanzar la pasión,
Es que -sabés- fuiste todo, el roce, la emoción,
La reina de la colmena y la diligente obrera
Que fabrica su miel a destajo
Y eras hasta el mismo zángano en la colmena.
Pero te fuiste sin decir adiós y abajo
Se fue toda mi fantasía
De hacerte por siempre mía.
Para peor te tuve en esos instantes
Que son ahora detalles infragantes
Pululando en los pasillos mentales
Donde te aparecés en tales y cuales
Cuando no hago más que recordarte:
Es que lo eras todo, el medio y la parte.
Eras como la guinda en la copa Melba
Y la claridad vernal en mi isla desierta.
Estabas allí,
Y te perdí.
Eras la fantasía hecha realidad carnal,
Vestida o desnuda en peso y cantidad,
Puesta allí
Y te perdí.
Eras la Patagonia para el conquistador,
El cero y el infinito para el cuestor,
La galerna dejada atrás por el marino
Y tema para el poema al que no me animo
Todo eso eras, sí,
Y te perdí.
No había otra, eras perfecta,
Para el geómetra la línea recta
Y para el ansia sedienta
La despensa abierta.
Siempre allí,
Y te perdí.
Te busqué después en otras mujeres, damas
niñas, mozas, adolescentes y hasta en ancianas,
pero ninguna era como vos,
Del caballo la coz
Y del ciervo la cornamenta
Del prado en flor olor a menta
Y de todo cuerpo humano creado
El torso, el rostro y el todo anhelado.
Siempre ahí,
Y te perdí.
Mirá vos qué cosa
Lo de la mariposa
Como un ejemplo de gracia
De lo poco que dura el ansia
Era nada más que la verdad.
Siempre nos pierde la ansiedad
Ante lo perfecto en forma humana
La piel, las nalgas, la carne lozana.
Serás ahora, quién lo sabrá,
Ama de casa, madre o quizá
Vieja, fea, quizás hasta tuerta,
O una carroña en la tierra muerta
Se han escrito miles de canciones
Sobre estas venganzas y rencores
Pero no aquí,
Donde, en estos versos, no te perdí.
Angel Faretta (Buenos Aires, 1953), inédito
Ilustración: La sombra como un río, 1998, Carlos Gorriarena
Hermoso.
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