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viernes, octubre 29, 2010
Jude Nutter / El curador del silencio
El curador del silencio
Hail to thee, blithe Spirit!
Bird thou never wert,
That from heaven, or near it,
Pourest thy full heart
In profuse strains of unpremeditated art.
—P. B. Shelley
En súbita explosión creativa se inclinan sobre sus escritorios,
la corona de cada cabeza brilla como piedra húmeda, enamorada
del poeta, del pájaro que permanece oculto, como un poeta,
a la luz del pensamiento. Y qué
difícil, cuando la única lengua que tienen
está en los cortos y gordos dedos de los doce
crayones que tienen delante; y qué
bello es que se nieguen a que su visión del mundo
se limite a aquello que está al alcance de sus manos o no;
que lleguen, uno a uno
hasta el frente del cuarto con sus grandes visiones—
escaleras de canciones, grandes melodías y tramos de canto
y los diminutos cuerpos de las alondras
ascendiendo, y Shelley, concentrado en su trabajo, con una blanca
frase de encaje en sus muñecas; y alguien,
cautivado con el modo en que una canción
se libera del guante del cuerpo, ha interpretado
este momento como el momento en que el badajo
y enorme campana cuelgan ingrávidos y una larga
resonancia se agita en libertad. Y después
de que todas hayan avanzado ella se levanta
de atrás de la fortaleza de su escritorio, con su fotografía
alzada frente a ella, como un escudo, su piel
tan pálida que pensarías que es la luz misma
escapando, lentamente, como el aire, desde su interior. Aquí,
ella dice, está la canción que el pájaro quiere cantar
pero no puede. Y en lugar de ausencia, y en lugar del
silencio que esperamos, ella ha dibujado
un aro de amarillo resplandeciente. Como el aliento
que del que el cuerpo se desnuda y abandona.
Como la quimera de un nombre que escapa, libre
de la cubierta de lo que significa.
No se trata de la muerte: la muerte
es un actor secundario. Allí cerca, la brillante
cera amarilla de la canción que el pájaro no puede cantar
es tan gruesa que se frunce y se levanta como una cicatriz
y mi pensamiento se desplaza sobre ella como la luz
sobre el agua mientras ella se queda allí — una pequeña
soledad, llena de riqueza, el cuarto radiante
ahora con una carencia de canto. A través de la ventana,
en el viento, las hojas de las lilas discuten
como lenguas, pero estas son las únicas
lecciones que necesitarán aprender: que la vida
no es un artefacto, pero sí una abertura — un entrar
y un caerse, que cantar es levantarse
de la tumba del cuerpo. Y aún así
decir menos que nada.
Jude Nutter, nacida en North Yorkshire, Inglaterra, vive en los Estados Unidos desde 1980, The Curator of silence, University of Notre Dame Press, 2006
Versión de Silvia Camerotto
The curator of silence
Hail to thee, blithe Spirit!/ Bird thou never wert,/That from heaven, or near it,/Pourest thy full heart/In profuse strains of unpremeditated art./—P. B. Shelley
Over their desks they curve in a burst of sudden creation,/the crown of each head glossy as wet stone, in love //with the poet, with the bird that is hidden, like a poet, /in the light of thought. And how /difficult, when the only language they are given //is in the short, fat fingers of the twelve /waxy crayons before them; and how /beautiful that they refuse to let their visions//of the world be limited by whatever is, or is not, /on hand; that they come, one by one, /to the front of the room with their great visions—//ladders of song, great strains and stretches of singing /and the tiny bodies of the skylarks /ascending, and Shelley, hard at work, with a white //exclamation of lace at his wrists; and someone, /enthralled with how a song /peels free from the glove of a body, has rendered //this moment as the moment when the clapper /and the cup of the great bell both hang weightless and a long /resonance floats free. And after //they have all come forward she rises /up behind the fortress of her desk, her picture /held out before her like a shield, her skin //so pale you’d think it was light itself /escaping, slowly, like air, from inside her. Here, /she says, is the song the bird wants to sing //but cannot. And instead of absence, and instead /of the blankness we expect, she’s drawn /a hoop of resplendent yellow. Like the breath //undressed from and abandoned by a body. /Like the chimera of a name slipped free /from the sheath of its meaning. //This is not about death: death /is a minor player. Up close, the bright /yellow wax of the song that the bird cannot sing //is so thick it is puckered and raised like a scar /and my mind moves over it like light /over water while she stands there —a small //loneliness, full of riches, the room radiant /now with a lack of singing. Through the window, /in the wind, the leaves of the lilac haggle //like tongues, but these are the only /lessons they will ever need to learn: that life /is not artifact, but aperture —a stepping into //and a falling away; that to sing is to rise /from the grave of the body. And still /say less than nothing.
Ilustración: El tocador de laúd (detalle), 1595, Caravaggio
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