Una señora
La señora lava la ropa de la casa, la cuelga.
La señora atiende el hambre de su cría.
Con paso hábil y ademanes precisos
hace lo suyo: esa labor absoluta
de dación oscuramente intensa.
Después, como si fuera un mago,
muestra un habla sutil y delicada,
los vericuetos de un pensamiento
seco, compenetrado con la vida.
Y qué decir de su historia, su dura
y llamativa historia. Nitidez, simpleza
en un punto trabajada en el zen.
Cuánta luz, ella sola en el cuadro.
Ahora piensa: si volviera a nacer,
de verdad, de verdad, que no sé
lo que haría.
Javier Adúriz (Buenos Aires, 1948), revista Plebella, 19, Buenos Aires, abril-julio 2010
Ilustración: Mujer lavando a su hijo, 1880, Mary Cassatt
me encantó.
ResponderBorrarqué bueno, Javier; gracias, Jorge!
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