Estrella de la mañana
Indemnes en el lecho, el cálido
despertarse juntos queda
como deslucido, estorbado,
en leve decepción:
ni el uno ni el otro se ven volver al día con una
flor en la mano,
como en los sueños
de Coleridge una flor en la mano
del durmiente prueba que retorna
del paraíso.
No obstante,
con qué viveza, piedad, reaccionan
al contarse sus vértigos, omitiendo
los desgarros, impudicias, fantasmas.
Ella, por callar
cómo desde una torre sin salida
blasfemó, maldijo que el amor
la hubiera conducido a la erosión
de un alma escéptica y esquiva,
en perpetuo remorderse;
y su viejo bien, carne de esposo,
ocultándole, reprimiendo del nocturno duelo
la memoria de los gritos y ahogos
con que la apartaba de su lado, que se fuera
a un convento, un prostíbulo.
Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Quien habla no está muerto", 1975, Obra poética III, Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1980
Ilustración: La torre abolida, XVI arcano del Tarot de Marsella, impreso a mediados del siglo XIX sobre los moldes originales de Nicolás Conver, de 1760 Camoin.com
este texto me trajo muchísimos recuerdos
ResponderBorraridas y vueltas por otros textos
por referencias
un viaje
saludos