Señora tomando sopa
Detrás del vaho blanco está la orden, la invitación o el ruego,
cada uno encendiendo sus señales,
centellando a lo lejos con las joyas de la tentación o el rayo del peligro.
Era una gran ventaja trocar un sorbo hirviente por un reino,
por una pluma azul, por la belleza, por una historia llena de luciérnagas.
Pero la niña terca no quiere traficar con su horrible alimento:
rechaza los sobornos del potaje apretando los dientes.
Desde el fondo del plato asciende en remolinos oscuros la condena:
se quedará sin fiesta, sin amor, sin abrigo,
y sola en los más negro de algún bosque invernal donde aúllan los lobos
y donde no es posible encontrar la salida.
Ahora que no hay nadie,
pienso que las cucharas quizá se hicieron remos para llegar muy lejos.
Se llevaron a todos, tal vez, uno por uno,
hasta el último invierno, hasta la otra orilla.
Acaso estén reunidos viendo a la solitaria comensal del olvido,
la que traga este fuego,
esta sopa de arena, esta sopa de abrojos, esta sopa de hormigas,
nada más que por puro acatamiento,
para que cada sorbo la proteja con los rigores de la penitencia,
como si fuera tiempo todavía,
como si atrás del humo estuviera la orden, la invitación, el ruego.
Olga Orozco (Toay, 1920-Buenos Aires, 1999), "Con esta boca, en este mundo", 1994, El jardín posible. Selección y prólogo de Marisa Negri, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2009
Ilustración: Portada de la antología de Ediciones en Danza. Olga Orozco, La Alhambra, 1961; retrato de la autora procesado por Pablo Runa.
Otros poemas de Orozco en este blog:
Mujer en su ventana
Para hacer un talismán / Quiero pensar que no eras la cría repudiada...
Llave maestra, la Orozco: así se toma la sopa. Gracias, Irene
ResponderBorrarverdadera fiesta de homenaje la que vivimos anoche!
ResponderBorrarGracias por ser parte