viernes, septiembre 12, 2008

Herrumbre y risa


Gota de herrumbre

El terror de la muerte
tenía un triste corazón opreso
como invencible túnica de Neso;
el terror de la muerte.

Dije a ese triste corazón: hermano,
si nadas esperas, ¿por qué tienes miedo?
¡oh triste corazón, podrido y vano!
si nada esperas, ¿por qué tienes miedo?

Las risas

Francisco Rabelais ríe ruidosamente
con los puños cerrados sobre el hígado, como
ríen las mesoneras. Pero ¡cuán sutilmente
corta de Machiavelo su fino labio acromo!

La sonrisa de Hugo fue familiar y tierna:
algo de madre joven y algo de Carlomagno.
Y era la de León Trece -tan infantil y eterna-
de viejito sin dientes al pie de un roble magno.

Desde el lucero suave, que apenas es sonrisa
fugitiva en la angélica boca de Monna Lisa,
hasta la de Edgar Alan Poe, risa de calavera,

el alma que se asoma al jardín de las frases
como un volatinero, cambia tantos disfraces,
que siendo siempre virgen, a veces es ramera.

Enrique Banchs (Buenos Aires, 1888-1968), El cascabel del halcón, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1968

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