I
(Fragmento)
Pero me vuelvo hacia el valle,
a la sacra, inefable, Noche misteriosa.
Lejos quedó el mundo hundido en una profunda caverna,
áspera y solitaria su heredad.
Entre las cuerdas del pecho sopla profunda la tristeza.
En gotas de rocío quiero ahogarme para mezclarme en la ceniza.
–La lejanía del recuerdo, los anhelos de la juventud, sueños de la niñez,
breves alegrías de una vida demasiado prolongada:
esperanzas inútiles se aproximan envueltas en mantos grises,
como la niebla del atardecer después de que cae el Sol–.
En otros lugares abrió la Luz sus tiendas rumorosas.
¿Debía regresar con sus hijos
que la esperaban con la fe de la inocencia?
¿Qué es esto que brota de repente lleno de presagio
en el fondo del corazón y disipa la brisa de la melancolía?
¿Eres dichosa en nosotros, Noche oscura?
¿Qué ocultas bajo tu manto,
qué toca mi alma con fuerza invisible?
Un bálsamo precioso como de un ramo de adormideras
esparce tu mano.
Se agitan las pesadas alas del espíritu.
Oscuramente, indescriptiblemente, nos sentimos elevados
–feliz y temeroso, veo un rostro grave,
un rostro dulce y pío se inclina hacia mí,
y, entre la tupida cabellera,
reconozco a la dulce y joven Madre–.
¡Qué parva y pequeña me parece ahora la Luz!
¡Qué dichoso y bendito el adiós al día!
[1800]
Friedrich von Hardenberg, Novalis (Oberwiederstedt, Alta Sajonia, Alemania, 1772- Weissenfels, Sajonia, Alemania, 1801)
Trad. Otto Renán
Pero me vuelvo hacia el valle,
a la sacra, inefable, Noche misteriosa.
Lejos quedó el mundo hundido en una profunda caverna,
áspera y solitaria su heredad.
Entre las cuerdas del pecho sopla profunda la tristeza.
En gotas de rocío quiero ahogarme para mezclarme en la ceniza.
–La lejanía del recuerdo, los anhelos de la juventud, sueños de la niñez,
breves alegrías de una vida demasiado prolongada:
esperanzas inútiles se aproximan envueltas en mantos grises,
como la niebla del atardecer después de que cae el Sol–.
En otros lugares abrió la Luz sus tiendas rumorosas.
¿Debía regresar con sus hijos
que la esperaban con la fe de la inocencia?
¿Qué es esto que brota de repente lleno de presagio
en el fondo del corazón y disipa la brisa de la melancolía?
¿Eres dichosa en nosotros, Noche oscura?
¿Qué ocultas bajo tu manto,
qué toca mi alma con fuerza invisible?
Un bálsamo precioso como de un ramo de adormideras
esparce tu mano.
Se agitan las pesadas alas del espíritu.
Oscuramente, indescriptiblemente, nos sentimos elevados
–feliz y temeroso, veo un rostro grave,
un rostro dulce y pío se inclina hacia mí,
y, entre la tupida cabellera,
reconozco a la dulce y joven Madre–.
¡Qué parva y pequeña me parece ahora la Luz!
¡Qué dichoso y bendito el adiós al día!
[1800]
Friedrich von Hardenberg, Novalis (Oberwiederstedt, Alta Sajonia, Alemania, 1772- Weissenfels, Sajonia, Alemania, 1801)
Trad. Otto Renán
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Imagen: Retrato de Novalis, por Franz Gareis, c, 1799 (detalle)
ahhhh quien pudiera escribirle así a la noche!!!
ResponderBorrarsimpleente genial!
Vaya cumbre del romanticismo, Jorge. La tumba de la pequeña Sophie como el santo sepulcro para esa eterna noche de bodas. Y su estado de iluminación no me parece que difiera tanto con el de San Juan de la Cruz. Amada en el amado reencontrada.
ResponderBorrarah, qué bálsamo a veces, irene
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