"Cuando escucho que nuestra civilización carga el peso de siglos de educación judeo-cristiana me pregunto por qué se adiciona al concepto la idea de tiempo",dijo Garbeld. "Dos mil años años o dos generaciones son lo mismo en cuanto a educación y en términos absolutos, pues una cadena puede cortarse en cualquier eslabón, ¿verdad? A menos que el tiempo confiera prestigio a todo y el prestigio obre en la fijación de un concepto."
Gustav Who, Aprontes verbales de Garbeld, Manchester, 1999
No es cuestión de prestigio, sino de depuración. El tiempo lo lima todo y te deja lo que es esencial. Si no, allá están las baladas anglo-escocesas y los romances españoles, que son más o menos lo mismo, pero según lenguas y tradiciones diferentes.
ResponderBorrarLo del prestigio es cosa de coleccionistas; vale decir, valijeros. Y apoyo mi afirmación en una anécdota que me tocó vivir en París, más precisamente en Les Deux Magots.
Una vez, escuché allí una explicación de un poeta español, Javier Lentini, que además era médico proctólogo, actividad con la que financiaba la publicación de su revista Hora de Poesía. Lentini disertó largamente sobre un aparato de medición rectal del siglo XVIII que se acababa de comprar en un anticuario. Luisa Futoransky, allí presente, siguió fascinada la explicación, acaso por el prestigio que le auguraba al aparato ser del año de ñaupa o por alguna otra razón que escapa a mi conocimiento. Eso sí, la cosa en cuestión servía para lo mismo que los aparatos de medición rectal del siglo XXI (aunque vamos a decir que ése, justamente, estaba un poco oxidado). Digamos que su abolengo le venía del paso del tiempo, no de la función que cumplía. Con ciertas personas pasa lo mismo.
Bueno, a veces, no está mal enamorarse, al menos, de la descripción de un aparato rectal oxidado. Sólo un poeta con su tendencia a valorar lo inútil podría fascinarse ante semejante explicación.
ResponderBorrarYo no sé si los poetas tienen tendencia a valorar lo inútil. Pero sí conozco a varios seriamente interesados en los rectos. No digo que esté mal, pero lo del óxido da impresión.
ResponderBorrarNo, el tiempo no confiere prestigio. No existe la vejez sabia. Hay viejos que no saben nada, no?. Y las cosas que se oxidan... y, depende, del uso que hayan tenido. Como la vida de las personas y, lamentablemente, ciertas carencias son irreversibles.
ResponderBorrarPiensen un poco: el óxido vuelve bellas a las cosas en cuánto al color y al olor...claro, es subjetivo...
La imagen de Luisa frente al aparato rectal es maravillosa... lo robo para escribir un poema...
Ahora, justamente el aparato no servía para nada en especial, o servía para lo mismo de siempre y no tenía por ello ningún "prestigio", ni lo tiene.
Justamente, pertenece a la categoría de "lo sin tiempo".
En el no-tiempo dónde perduran lo inútil y lo verdadero.
Digamos aquí, para proseguir el diálogo, que todo es relativo.
ResponderBorrar"De visita" dice que el óxido vuelve bellas las cosas y rápidamente aclara que el suyo es un dato subjetivo. Depende entonces del punto de vista. También, del uso: una rosa de las de antes --ésas que tenían espinas-- es bella hasta que uno se pincha un dedo, le agarra tétanos y etc. Ni qué hablar de lo que podría decirse de un aparato de medición rectal oxidado. Para no mencionar la expresión de arrobo de Luisa, claro.
Todo esto me retrotrae al siglo XVIII. ¡Qué rectos los de entonces!
O tempora, o mores.