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sábado, marzo 24, 2007
El árbol es un dios, el viejo poeta es un vagabundo
N. de R.: Bien, la relación de los libros con los bosques no es menos complicada que toda la relación de la humanidad con la naturaleza, de la que se diferenció al punto de que su "impulso primario" es hoy avanzar sin retroceder hacia el mayor grado de artificialidad. El libro, que trasmite el lenguaje, las ideas y la elegancia, condiciones básicas de civilización, es un objeto paradigmático. Greenpeace, un utopía lingüística central del mundo globalizado, está tratando de resolver la contradictoria, antagónica, relación del libro con el bosque. Greenpeace merece simpatía. El autor de libros no se siente cómodo con la destrucción de bosques que implica el producir combustible intelectual. Sin embargo, no hay solución. Se puede reciclar papel, pero es más caro, y el reciclado matemáticamente produciría una masa crítica que exigiría más materia prima, papel y cartón. La salvación vendrá de los océanos, tematizó Zappa. Es la arena, el silicio, la base de la industria electrónica. De modo que, para una larga etapa --la arena se presenta como un bien renovable--, la electrónica es la salvación de los bosques y asegurará un buen dormir a los productores de libros. Salvará asimismo sus metáforas acerca de los bosques. Contribuirá a reforzar la utopía natural de Greenpeace. Pero, en tanto, se debería señalar que la producción de libros insume un porcentaje exiguo del papel y del cartón producidos en el mundo; lo diarios, una parte también menor. El mayor porcentaje lo utilizan los envases.
Libros amigos de los bosques
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Santiago Llach, ecologista
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