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miércoles, octubre 18, 2006
Capri
A unos centenares de metros de la vía Tiberio, en un bosque de pinos y cipreses y en el borde de la altísima orilla, un edificio neoclásico sobre cuyo arquitrabe reza: “Amori et dolori sacrum”, es decir, “consagrado al amor y al dolor”. Obra del conde Jacques d’Adelsward Fersen, poeta de riquísima cuna llegado a Capri a fines del XIX, corrido de París por un grave escándalo. Las amplias estancias, hoy despobladas pero siempre seguramente espartanas, se levantaron en honor de Liside, discípulo de Sócrates y por eso se llamaron Villa Lysis. En el subsuelo, el fumadero de opio azulejado es una innovación en este tipo de homenaje. No así el baño romano, parecido a un iacuzi moderno. Cuando lo abandonó su joven amor, un pobre aunque atractivo muchacho romano, Fersen se mató entre el aroma de los mirtos, de los narcisos del jardín y del pinar que se abalanza sobre los acantilados.
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