Cito una cita de Daniel Freidemberg en su blog Días después del Diluvio
http://enlaresaca.blogspot.com/
El arte no ha sido cooptado por la cultura hace “ya largo tiempo”. Lo ha sido desde siempre. El arte no tiene otra posibilidad, por lo menos si se hace público (no sabemos lo que sucede con aquellas obras de arte que el artista ha decidido no dar a la luz). Se trate del estado primitivo, del imperial, el burgués o el capitalista, siempre el poder se reapropia de los “bienes” que aumentan su poderío. Sucede que tendemos a considerar, con bastante liviandad, que el hecho es relativamente reciente y uno de los males que nos toca vivir frente a un illo tempore donde todo habría sido menos mercantil y utilitario. Sin embargo, el arte sólo puede ocurrir en el riesgo del paso más allá, fuera de todo, casi al borde de la inexistencia, aunque luego, en el juego diario, pierda parte de su imposibilidad esencial. (…) A la economía política lo que es de la economía política. al arte lo que es del arte. (Luis González Bruno)
http://www.nacionapache.com.ar/archives/677#more-677
Bruno refiere a un artículo en el que es a su vez citado por Maximiliano Tomas. Mi interés está en la conclusión bíblica de Bruno, no en la cuestión previa. La cita bíblica, tan maltratada,es recuperada en su sapiencia esencial (el amor al cielo está fuera del mercado); pero el amor al cielo no está fuera del trabajo: al César lo que es del César, es decir el diezmo; esto es: paguen los impuestos; a Dios lo que es de Dios: ¿qué no cabe ahí? Unicamente el tributo.
¿Por qué no el arte como economía política, en su apuesta al paso al más alla? ¿Por qué no el arte como necesidad y estrategia económico-políticas? Puesto que la economía política son aquellas instituciones y hechos políticos --la variable mágica-- que influyen sobre el funcionamiento mecánico del mercado, ¿por qué no el arte como economía política?
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