viernes, noviembre 22, 2024

Luis O. Tedesco/ De "Sangre subjetiva"


Dejala ir, no se te ocurra
untar la herida, desinfectarla
con pomadas y teóricos plumajes,

ni lavar con meadas evangélicas
el flujo salvaje de su nadie,
ese que raspa, muerde tu nirvana.


*

Dejala ir, no la conjugues
en el sibil sin aire de tu mímesis,
¡ese orden que la matrícula pondera!

Es vozarrón, oxígeno de pampa,
simún en tu temblor en cautiverio,
¡esa matriz de muerte que nos urge!


*

Dejala ir, aunque chueca, medio tarta,
se manca tribunera vayejiana
en albores sin madre de la imagen.

Va donde no va, su espuma
cavila en los suburbios de la mente
sin dios, sin aire, sola con su tripa

va donde no va el fajo misionero.


*

Dejala ir, no siempre es gentil
su manar de borrasca, su dación
de pavor sopleteando en el cerebro.

Sus minúsculas lidian entre sí,
buscan el palo mayor, la constancia
de fazer entreveros de limpieza.

*

Dejala ir, la oscuridá,
el quieto baldosón de las palabras,
sin sonido, sin pose de oración

o anatema, sin discurso
de ménades piafantes, sin herida
donde saciar sus venas invisibles,

quebranto de no ser de la materia.

Luis O. Tedesco (Buenos Aires, 1941)

Sangre subjetiva
,
Cartografías y
Ediciones La Yunta,
Buenos Aires, 2024








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jueves, noviembre 21, 2024

Sona Van / Biografía


Mi abuelo era sacerdote
creía en Dios de 9 a.m. a 6 p.m.
después de las 6 p.m. descansaba  

mi padre era físico
de 9 a.m. a 6 p.m. refutaba a Dios
y después de las 6 p.m. creía en Dios secretamente  

mi tía guardaba todas sus cartas de amor
en páginas raídas de Biblia 
en la secuencia de las revelaciones
ella leía la Palabra de Dios
y sus cartas de amor
con la misma expresión en su rostro
y en ambas confiaba sólo la mitad 

dependiendo de su misteriosa sonrisa
a través del ojo de la cerradura
era difícil saber
a quién prefería mi tía
para la salvación
de ese día  

mi madre
(estaba a punto de olvidarlo)
no tenía tiempo para creer o no creer
estaba siempre ocupada
creando algo desde la nada
mi madre siempre estaba en silencio  

Heredé la fe diurna de mi abuelo
la fe crepuscular de mi padre
la sonrisa de mi tía
y las manos de mi madre 

mi padre físico creía seriamente
la historia 
de que Cristo nació en un pesebre
mi padre decía
que a veces las historias
que parecían absurdas al principio
pueden ser ciertas,
porque nadie (decía mi padre)
se permitiría
inventar semejante historia  

mi padre siempre habló con simpatía
de José
mi padre físico creía en milagros también
mi madre era un milagro  

estos días
llevo a Dios bajo mi camisa
como un pan recién horneado
y lo comparto con cualquiera
que se cruce en mi camino  

en nuestra cocina
el gran abrevadero de madera
siempre estaba lleno de masa en igual medida
era como si mi madre hiciera masa de sus dedos
o más bien
la masa parecía ser la metamorfosis
de los dedos de mi madre en el abrevadero de madera 

mi madre a veces trataba de secar
el sudor de su ceño                                 
y diez chorros iguales de masa salían
desde los dedos de mi madre hasta su frente 

mi padre decía que mi madre
nos hizo de masa y se reía
mi madre guardaba silencio y continuaba
colgando blancos ángeles de masa
de las puntas de sus dedos  

mi madre 
lo juro
podría caminar sobre el agua
si sólo pudiera despegar sus dedos
de la masa…

Traducción de la autora
En Otra Iglesia Es Imposible: Mi tío, lisiado de guerra
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Foto: Sona Van/Facebook

miércoles, noviembre 20, 2024

Dolores Etchecopar / De "No hables tan rápido delante de la noche"



El cartero

el cartero tardó 65 años en llegar
tuvo percances
le dieron un beso y cerró los ojos
vio morir a su padre
cuidó a su perro enfermo
tuvo un huerto que abandonó
por aliarse a los insectos
que devoraron todo lo sembrado
el cartero tardó 65 años en llegar
mientras tanto tuve percances
cuando creí estar afuera estaba adentro
vi morir a mi padre
y no sostuve su mano
mi cuerpo esculpido en desapariciones
me llamó con muchos nombres
y sin responder
me quedé dormida
en el país tumultuoso de los muertos
con denuedo me puse a la par de ellos
a buscar las dos orillas del río
el cartero tardó 65 años en llegar
tuvo percances
se enamoró de una ola
que levantó sus pies sin derribarlo
cuando recordó la carta

todas las puertas del mundo estaban en guerra
y ya no supo dónde se encontraba
cuál era mi puerta
entregó la carta al primero que pasaba
en los ojos de un extraño vivió la carta que iba a traerme
cuando el cartero tocó el timbre
habían pasado 65 años
llegó con el invierno
en las manos vacías vi el fulgor de su contento
su llegada por fin y solo eso
ninguna otra cosa tenía para darme


XI

a veces hay que volverse hacia los Antiguos
sus voces atraviesan los siglos
como luz de estrellas extintas
sus voces sacudidas por el viento feroz de la historia
así trastocadas álgidas
hasta aquí llegan intactas las preguntas
y dañados los argumentos
por sus fisuras nos llega el sollozo el desespero de alguien
que antes de morir sueña una puerta
y golpea el muro con palabras
deja marcas partituras
para un instrumento roto

pero hay otras voces unas pocas
no piden que ceda la última puerta
ellas se abren como ramas
abrazan el sol
y sostienen por unos instantes
lo que en ellas se posa
sea eso una araña
o el Espíritu Santo


XVII

el tilo de ramas desgajadas
mora en lo que demora su caída
las palabras comenzaron a tararear la muerte
no puedo detenerlas
a mis penas les pido
que se entiendan con los muertos
los muertos se desprenden de mi vida
mientras respiro
y cuando lloro
caminan más rápido que yo
hacia el día inmenso

Dolores Etchecopar (Buenos Aires, 1956)

No hables tan rápido delante de la noche
,
Buenos Aires, 2024









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Foto: Altazor

martes, noviembre 19, 2024

Emily Dickinson / No me hables de los árboles del verano...



No me hables de los árboles del verano
El follaje de la mente
Es un tabernáculo para pájaros
No corpóreos
Y los vientos marchan por ahí al mediodía
Hacia sus hogares etéreos
Cuyos clarines convocan hasta al más pequeño de nosotros
Hacia reinos inéditos

Emily Dickinson (Amherst, Massachusetts, Estados Unidos, 1830- 1886), Zoon Phonanta, noviembre 14, 2024
Versión de Isaías Garde

Más poemas de Emily Dickinson, por distintos traductores, en Otra Iglesia Es Imposible


J1634 *

Talk not to me of Summer Trees
The foliage of the mind
A Tabernacle is for Birds
Of no corporeal kind
And winds do go that way at noon
To their Etherial Homes
Whose Bugles call the least of us
To undepicted Realms

La inicial J refiere a la primera edición ordenada de los poemas completos de Emily Dickinson, realizada en 1955 por Thomas Johnson para la Universidad de Harvard en los Estados Unidos; la segunda edición ordenada, aunque de modo diferente, fue la de R. W. Franklin (1998), también para Harvard.
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Imagen: Retrato de Emily Dickinson basado en el daguerrotipo de 1846 o 1847, una de las dos fotografías de la escritora reconocidas por el Amherst College, de Massachusetts, Estados Unidos. La Izquierda Diario

lunes, noviembre 18, 2024

Carolina Kibudi / Dos poemas




Insondable

Remolinos
en el aire.
Danza azul
de la ventisca.

Del otro lado
del tiempo,
en sus bordes
marginales,
el sueño
sigue su viaje
hacia el fin.

Bocanada exiliada
de territorios
vastamente explorados.

Donde los restos
resurgen de las cenizas
para tener
nuevamente
un nombre.

Todos queremos lo mismo.
Y, sin embargo,
algo distinto
cada vez.

Todos buscamos algo
que es todo
y es nada
también.

Mientras el tiempo
nos guarece del olvido
al pie de escaleras
que suben y bajan
por rellanos crepusculares
que invitan
a descansar.


Prehistoria

Un surco
en el vacío

donde la nada
se vuelve traza

en la horda
de los días
por venir.

Carolina Kibudi (Buenos Aires, 1982), Devenir, Barnacle, Buenos Aires, 2022

Más poemas de Carolina Kibudi en Poetas Argentinos, Sofiaterra
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Foto: Barnacle

domingo, noviembre 17, 2024

Cesare Pavese / Paisaje IV



                                                                 (A Tina)

Los dos hombres fuman en la orilla. La mujer que nada,
sin romper el agua, no ve más que el verde
de su breve horizonte. Entre el cielo y las plantas
se extiende esta agua, que la mujer recorre,
sin cuerpo. En el cielo se posan nubes,
como inmóviles. El humo se detiene a medio aire.

Bajo el hielo del agua está la hierba. La mujer
la recorre suspendida, pero nosotros la aplastamos,
a la hierba verde, con el cuerpo. No hay a lo largo del agua
otro peso. Nosotros solos sentimos la tierra.
Quizá el cuerpo alargado de ella, sumergido,
siente el ávido hielo absorberle el sopor
de los miembros soleados y derretirla viva
en el verde inmóvil. Su cabeza no se mueve.

Ella estaba tendida también, allí la hierba está doblada.
Su rostro entornado posaba sobre el brazo
y miraba la hierba. Ninguno decía una palabra.
Se estanca aún en el aire aquel primer chapoteo
que la recibió en el agua. Sobre nosotros se estanca el humo.
Ahora, ha llegado a la otra orilla y nos habla, goteante
su cuerpo atezado que surge entre los troncos.
Su voz es el único sonido que se oye sobre el agua
-ronca y fresca, es la misma voz de antes.

     Pensamos, tendidos
sobre la orilla, en ese verde más hondo y más fresco
que sumergió su cuerpo. Después, uno de nosotros
se tira al agua y cruza, descubriendo los hombros
en brazadas espumosas, el verde inmóvil.

[1934]

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908 - Turín, Italia, 1950), "Trabajar cansa", Poesía completa, Barnacle, Buenos Aires, 2024
Versión de Jorge Aulicino

Más poemas de Cesare Pavese en Otra Iglesia Es Imposible
Una selección de poemas de Pavese en italiano en Avamposto
Una introducción a los poemas de Pavese en Op. Cit.


Paesaggio IV

I due uomini fumano a riva. La donna che nuota
senza rompere l'acqua, non vede che il verde
del suo breve orizzonte. Tra il cielo e le piante
se distende quest'acqua e la donna vi scorre
senza corpo. Nel cielo si posano nuvole
come immobili. Il fumo si ferma a mezz'aria.

Sotto il gelo dell'acqua c'è l'erba. La donna
vi trascorre sospesa; ma noi la schiacciamo,
l'erba verde, col corpo. Non c'è lungo le acque
altro peso. Noi soli sentiamo la terra. 
Forse il corpo allungato de lei, che è sommerso,
sente l'avido gelo assorbirle il torpore
delle membra assolate e discioglierla viva
nell'immobile verde. Il suo capo non muove.

Era stesa anche lei, dove l'erba è piegata.
Il suo volto socchiuso posava sul braccio
e guardava nell'erba. Nessuno fiatava.
Stagna ancora nell'aria quel primo sciacquío
che l'ha accolta nell'acqua. Su noi stagna il fiumo.
Ora è giunta alla riva e ci parla, stillante
nel suo corpo annerito que sorge fra i tronchi.
La sua voce è ben l'unico suono che si ode sull'acqua
-rauca e fresca, è la voce di prima.

     Pensiamo, distesi
sulla riva, a quel verde più cupo e più fresco
che ha sommerso il suo corpo. Poi, uno di noi
piomba in acqua e traversa, scoprendo le spalle
in bracciate schiumose, l'immobile verde.
---
Ilustración: Cesare Pavese por Tullio Pericoli, 1990

sábado, noviembre 16, 2024

Oscar Hahn / De "Reencarnación de los carniceros"


Reencarnación de los carniceros 

          Y salió otro caballo, rojo: y al que estaba
          sentado sobre éste, le fue dado quitar de
          la tierra la paz, y hacer que los hombres
          se matasen unos a otros.
                                      San Juan, Apocalipsis


Y vi que los carniceros al tercer día,
al tercer día de la tercera noche,
comenzaban a florecer en los cementerios
como brumosos lirios o como líquenes. 

Y vi que los carniceros al tercer día,
llenos de tordos que eran ellos mismos,
volaban persiguiéndose, persiguiéndose,
constelados de azufres fosforescentes. 

Y vi que los carniceros al tercer día,
rojos como una sangre avergonzada,
jugaban con siete dados hechos de fuego,
pétreos como los dientes del silencio. 

Y vi que los perdedores al tercer día,
se reencarnaban en toros, cerdos o carneros
y vegetaban como animales en la tierra
para ser carne de las carnicerías. 

Y vi que los carniceros al tercer día,
se están matando entre ellos perpetuamente.
Tened cuidado, señores los carniceros,
con los terceros días de las terceras noches.


O púrpura quemada o nieve roja

                          Batalla de Stalingrado, 1943

Está la sangre púrpura en la nieve
tocando a solas llantos interiores
al soplo de memorias y dolores
y toda la blancura se conmueve
Fluyendo van en ríos de albas flores
los líquidos cabellos de la nieve
y va la sangre en ellos y se mueve
por montes de silencio silbadores
Soñando está la novia del soldado
con aguas y más aguas de dulzura
y el rostro del amado ve pasar
Y luego pasa un río ensangrentado
de blanca y hermosísima hermosura
que va arrastrando el rostro hacia la mar

Oscar Hahn (Iquique, Chile, 1938), Reencarnación de los carniceros, Visor, Madrid, 2019

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viernes, noviembre 15, 2024

Eugenio Montale / Sobre una carta no escrita


Por un hormigueo de albas, por unos pocos
hilos en los que se enrede
el arco de la vida y se entrelace
con horas y años, hoy los delfines en parejas
¿hacen cabriolas con sus hijos? Oh, que no oiga
nada sobre ti, que escape del resplandor de
tus pupilas. Hay otras cosas en la tierra.

Desaparecer no sé ni reaparecer; tarda
la fragua bermellón
de la noche, la tarde se hace larga,
la oración es un suplicio y todavía
entre las rocas que surgen no recibes
la botella del mar. La onda, vacía,
rompe sobre el cabo, en Finisterre.

Eugenio Montale (Génova, Italia, 1896 - Milán, Italia, 1981), "La bufera e altro", 1956, Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2004
Versión de Jorge Aulicino


Su una lettera non scritta
 
Per un formicolio d' albe, per pochi 
fili su cui s'impigli 
il fiocco della vita e s'incollani 
in ore e in anni, oggi i delfini a coppie 
capriolano coi figli? Oh ch'io non oda 
nulla di te, ch'io fugga dal bagliore dei 
tuoi cigli. Ben altro è sulla terra. 

Sparir non so né riaffacciarmi; tarda 
la fucina vermiglia 
della notte, la sera si fa lunga, 
la preghiera è supplizio e non ancora 
tra le rocce che sorgono t'è giunta 
la bottiglia dal mare. L' onda, vuota, 
si rompe sulla punta, a Finisterre. 
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Foto: Eugenio Montale en su casa en Milán, Italia, 1972 Keystone/Getty Images

jueves, noviembre 14, 2024

Lawrence Ferlinghetti / El mundo es un hermoso lugar...


Poema XI

El mundo es un hermoso lugar
                                     para nacer
si a Ud. no le importa que la felicidad
                                      no siempre sea
                                               tanta diversión
si a Ud. no le importa un golpe infernal
                                 de vez en cuando
justamente cuando todo está bien
                          porque aún en el paraíso
           no se canta
                 todo el tiempo

El mundo es un hermoso lugar 
                       para nacer
si a Ud. no le importa 
                    que la gente muera
                                     todo el tiempo
o que sólo desfallezca
                    parte del tiempo
lo que no es tan temible
                      si a Ud. no le pasa

Oh el mundo es un hermoso lugar
                            para nacer
si a Ud. no le importan
                    unas cuantas mentes paralíticas
en las posiciones más altas altas
                                o una bomba o dos
de vez en cuando
              sobre su cara mirando el cielo
o algunas otras inconveniencias
                       de las 
que nuestra sociedad de Marca Nueva
es víctima
           con sus hombres de distinción
y sus hombres de extinción
                        y sus curas
y otros patrulleros
                y sus varias agregaciones
                                y otras constipaciones
                 que nuestra carne loca
                        hereda

Sí, el mundo es el mejor de los lugares
                                   para un montón de cosas
             hacer la escena divertida
                         y hacer la escena del amor
y hacer la escena triste
              y cantar canciones bajas y tener inspiraciones
y pasear
       mirándolo todo
                  oliendo flores
       y derribando estatuas
                         y hasta pensando
                                  y besando gente
y haciendo niños y calzando pantalones
                                  y besando gente
                              y ondeando sombreros
                    y bailando
                            y nadando en los ríos
            en picnics
                    en medio del verano
     y generalmente "seguir viviendo"

  pero en medio de todo esto
                         viene el sonriente
                                                funebrero

["Poems from Pictures of the Gone World (1955)", 11. A Coney Island of the Mind, 1958] 

Lawrence Ferlinghetti (Yonkers, Estados Unidos, 1919 - San Francisco, Estados Unidos, 2021), Nueva poesía U.S.A. De Ezra Pound a Bob Dylan, Ediciones de la Flor, Buenos Aires, 1970
Traducción de Marcelo Covián


11

The world is a beautiful place 
                                              to be born into 
if you don’t mind happiness 
                                           not always being 
                                                               so very much fun 
       if you don’t mind a touch of hell
                                                 now and then
                just when everything is fine
                                                       because even in heaven
                                they don’t sing 
                                                  all the time


        The world is a beautiful place
                                                     to be born into
       if you don’t mind some people dying
                                                           all the time
                        or maybe only starving
                                                    some of the time
                 which isn’t half so bad
                                               if it isn’t you


      Oh the world is a beautiful place
                                                   to be born into
               if you don’t much mind
                                            a few dead minds
                   in the higher places
                                             or a bomb or two
                          now and then
                                          in your upturned faces
         or such other improprieties
                                              as our Name Brand society
                             is prey to
                                       with its men of distinction
             and its men of extinction
                                             and its priests
                         and other patrolmen
                                                  and its various segregations
         and congressional investigations
                                                     and other constipations
                    that our fool flesh
                                              is heir to


Yes the world is the best place of all
                                                       for a lot of such things as
         making the fun scene
                                         and making the love scene
and making the sad scene
                                    and singing low songs of having 
                                                                                inspirations
and walking around 
                          looking at everything
                                                         and smelling flowers
and goosing statues
                       and even thinking 
                                                 and kissing people and
     making babies and wearing pants
                                                  and waving hats and
                                 dancing
                                        and going swimming in rivers
                          on picnics
                                in the middle of the summer
and just generally
                     ‘living it up’


Yes
   but then right in the middle of it
                                        comes the smiling
                                                                 mortician
                                           
 A Coney Island of the Mind, copyright © 1955 by Lawrence Ferlinghetti. New Directions Publishing Corp.
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Foto: Lawrence Ferlinghetti examina una máscara de la Estatua de la Libertad, en su casa de San Francisco, Estados Unidos. Marzo de 2018 Carlos Ávila González/ San Francisco Chronicle/ Getty Images

miércoles, noviembre 13, 2024

María del Carmen Marengo / De "Las bestias"


Un tipo especial de cabras

Cuando
por alguna razón,
no quieren hacer algo,
(como buscar el pasto para todas,
o dar de mamar a los pequeños)
lo que intentan
es huir hacia arriba.
Logran embaucar
a la princesa de la montaña
y hasta a la misma reina
en ocasiones.
Logran su complicidad
porque conocen (y es lo único que conocen)
todos los desfiladeros
que las llevan más alto.
Desde allí
dominarán
su triste porción
de tierrita
desamparada.


El gliptodonte

Se aferra
al lugar
que consiguió hace años.
Usa sus garras y sus mandíbulas,
saca raíces
como si fuera planta.
Falsea datos.
Todo
para no dejar pasar
a especies más jóvenes.

“El gliptodonte morirá”,
vaticinan algunos libros,
“fruto de su propia incapacidad
adaptativa”.


Chacalas cebadas

La sangre.
Les encantó la sangre.
Les encantó
que se eternizara.
Que fuera desleal
con los que estaban a su lado.
Que los pisoteara,
que ocupara
todos los lugares,
que les robara la comida,
los mantuviera pobres,
estancados
en el barro primero
que a nadie divierte
después de veinte años.
Que falsificara los datos.

Por eso ahora
beatificarán al gliptodonte.
Le pondrán coronita,
lo instalarán en altar
mejor.

Y como la mentira
es su hábitat,
y saben que su poder reside
en sus dientes ocultos,
inventarán otra historia.
Despedazarían a cualquiera
que osara gritar
lo contrario
aunque fuera en el desierto.

María del Carmen Marengo (Balnearia, Córdoba, Argentina, 1968)
Envío de Alberto Cisnero

Las bestias
,
con ilustraciones 
de Juan Pablo Cozzi,
Charco
(editora artesanal),
Buenos Aires, 2023






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martes, noviembre 12, 2024

Paulina Juszko / Del vagar breve

 


Un día brotamos

¿es eso la primavera ?
la dicha se prende desesperadamente a esas puntitas verdes
hablamos de renacimiento de crisálida
le ponemos la tapa a los vientos helados
adiós para siempre adiós
¿es posible?
el miedo se desploma y algo
comienza a manar
allá
dentro del pecho a la izquierda.

*


Y de pronto
la mañana es una cosa simple
pasa un camión con un letrero fileteado
ILUSIÓN  DE  MI  VIDA
montados en un jamelgo dos chicos de blanco delantal
avanzan
en la blancura de los campos.
Hay un solcito joven que balbucea
sobre la helada
sobre el asfalto
y nos deslizamos a través de la trama de la vida
fácilmente
 como un puñal.

Paulina Juszko (La Plata, Argentina, 1938), Del vagar breve, Enigma Editores, Buenos Aires, 1938
Envío de Rolando Revagliatti

Más poemas de Paulina Juszko en Tuerto ReyEmma GunstArcoiris TVPoesía del MondongoPoetas Siglo XXI
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Foto: Paulina Juszko, Facebook

lunes, noviembre 11, 2024

Doris Lessing / Dos poemas



Fábula

Cuando miro hacia atrás me parece recordar el canto.
Sin embargo, siempre hubo silencio en aquella larga y cálida habitación.

Impenetrables, esas paredes, que creíamos
oscurecidas por escudos antiguos. La luz
brillaba sobre la cabeza de una niña o jóvenes extremidades
estirándose al descuido. Y las voces débiles
se elevaban en el silencio y se perdían como el agua.

Sin embargo, pese a que era tranquila y cálida como una mano,
si uno de nosotros corría las cortinas
una lluvia continua soplaba afuera despreocupadamente.
A veces entraba el viento, moviendo las llamas,
y haciendo que las sombras en la pared se encogieran,
o un lobo aullaba afuera en la noche inmensa,
y sintiendo que nuestra carne se helaba nos amontonábamos.

Pero durante un tiempo el baile continuó—
Esto es lo que me parece ahora:
siluetas lentas moviéndose en calma a través
de charcos de luz como una red dorada sobre el piso.
Podría haber seguido, como un sueño, para siempre.

Pero entre un año y otro— ¿sopló un viento nuevo?
¿La lluvia pudrió las paredes al fin?
¿Los hocicos de los lobos llegaron empujando los rayos caídos?

Fue hace tanto tiempo.
Pero a veces recuerdo la habitación con cortinas
y escucho las lejanas voces juveniles cantar.

[Versión de Silvia Camerotto]


Oh cerezos que son demasiado blancos para mi corazón

Oh cerezos que son demasiado blancos para mi corazón,
y todo el suelo blanquean con su muerte,
y todas sus ramas van a sumergirse al río,
y cada gota cae de mi corazón.

Si hay justicia en el ángel de los ojos que brillan,
va a decir “¡Esperá!” y me va a alcanzar una rama de cerezo.
El ángel barbudo, justo y firme como una cabra
levanta una cabeza rumiante y mastica en la nieve con lentitud.

¿Hace falta, cabra, que te quedes acá?
¿hace falta que te quedes acá, quieta?
¿siempre vas a estar parada acá,
a prueba de fe, a prueba de inocencia?

[Versión de Sandra Toro]

Doris Lessing (Kermanshah, Irán, 1919 - Londres, 2013), Fourteen Poems, Scorpion Press, Londres, 1959


Fable

When I look back I seem to remember singing.
Yet it was always silent in that long warm room.

Impenetrable, those walls, we thought,
Dark with ancient shields.  The light
Shone on the head of a girl or young limbs
Spread carelessly. And the low voices
Rose in the silence and were lost as in water.

Yet, for all it was quiet and warm as a hand,
If one of us drew the curtains
A threaded rain blew carelessly outside.
Sometimes a wind crept, swaying the flames,
And set shadows crouching on the walls,
Or a wolf howled in the wide night outside,
And feeling our flesh chilled we drew together.

But for a while the dance went on—
That is how it seems to me now:
Slow forms moving calm through
Pools of light like gold net on the floor.
It might have gone on, dream-like, forever.

But between one year and the next – a new wind blew?
The rain rotted the walls at last ?
Wolves’ snouts came thrusting at the fallen beams?

It is so long ago.
But sometimes I remember the curtained room
 And hear the far-off youthful voices singing.


Oh Cherry trees you are too white for my heart

Oh Cherry trees you are too white for my heart,
And all the ground is whitened with your dying,
And all your boughs go dipping towards the river,
And every drop is falling from my heart.’

Now if there is justice in the angel with the bright eyes
He will say ‘Stop!’ and hand me a bough of cherry.
The bearded angel, four-square and straight like a goat
Lifts a ruminant head and slowly chews at the snow.

Goat, must you stand here?
Must you stand here still?
Is it that you will always stand here,
Proof against faith, proof against innocence?
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Foto: Doris Lessing en Francia, 1990 Louis Monier/ Gamma-Rapho/ Getty Images

domingo, noviembre 10, 2024

Marcelo Rizzi / De "La constancia"


1.
Deberíamos remontarnos en el tiempo
hasta el instante exacto del inicio de la
rebelión: calcular el insumo sensible que 
se usó para la combustión, las nocturnas 
escaramuzas que se parecen a una fiesta, 
las refriegas secretas, el continuo desgaste 
de los materiales a causa de la fricción. 
Descubriríamos allí por la rasgada manga 
del gabán, por la mancha roja en la solapa,
por esa nube con forma de pantalón, 
que toda revuelta ocurre muy por detrás 
de los ojos, o bajo la lengua –sabe en la 
boca a esa hogaza de tierra dada vuelta– 
que posee el don que nada predice y suena 
como en mitad de nuestra noche sideral 
a un golpe seco de aldabón.


9.
Imaginemos por un momento que nos hallamos 
en las horas previas a la creación del mundo. 
Veríamos mejor el futuro quizás desde una 
colina, u oteando el interior de un pozo, oyendo 
brotar de noche el agua de vertiente. Quizá más 
devota que nunca fuese la lectura de los signos 
que resisten siempre una nueva interpretación. 
Ya no se trabajaría desde el alba hasta la caída 
del sol puliendo lentes, con los que se ve aquello 
que huye de sí a cada hora, nunca igual al del día 
anterior. Habría de a ratos en el aire un perfume 
como de pólvora mojada, a humo de estiércol, 
a pasas de Corinto maceradas. Todo quizá 
sirviese para la combustión, para ese mito 
de un fuego impensado y que aún nos falta.


17.
Eso que ahora ves, ya no existe, aunque se lo señale
elevando el índice hacia un punto oscuro del más allá.
Eso que se extinguió, lo que ya no es sino bajo la forma
de un sutil espejismo que nos llega en la noche cuando
se detienen los vientos, y tienen los perfumes silvestres
el peso exacto de una anunciación. Puede que sea hoy
la meta el instante, mensurable, indiscernible, que haya
signos que todavía se puedan descifrar. Hay quienes se
pasan el día sin hablar oyendo de cerca el río del silencio,
y escriben un obituario por noche para guardarlos luego
en los bolsillos de un gabán. En cambio, nosotros, con la
maleta de lo nuestro, viajamos con el boleto de ida hacia
el centro dorado de un desierto, con el de regreso al ojo
inmóvil de una hermosa tempestad.

Marcelo Rizzi (Rosario, Argentina, 1961)

La constancia
,
De Todos los Mares,
Capilla del Monte, 
Córdoba, Argentina, 2024








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sábado, noviembre 09, 2024

John Keats / Escrito el día en que Leigh Hunt salió de la cárcel



Aunque el bueno de Hunt fue encerrado en la cárcel
por mostrar la verdad al petulante Estado,
su espíritu inmortal siempre ha sido libre
como alondra qe surca el cielo, y ta feliz.
Servidor de los próceres, ¿crees que él ha esperado?
¿Crees que sólo ha visto lo muros de la cárcel
hasta que le has abierto las puertas a disgusto?
¡Ah, no, mucho más noble y alegre fue su sino!
Vagó por estancias y emparrados de Spenser,
cogiendo algunas flores de encanto, y se elevó
con el osado Milton por los campos del aire:
hacia regiones propías su verdadero genio
alzó feliz el vuelo. ¿Quién va a dañar su fama
cuando tú y tu cuadrilla miserable estéis muertos?

[1815]

John Keats (Londres, 1795 - Roma, 1821), Odas y sonetos, Orbi Fabbri, Madrid, 1997
Traducción de Alejandro Valero

N. del T.: En 1812 Leigh Hunt y su hermano [John] fueron acusados de libelo [por difamación] y encarcelados durante dos años por publicar un texto contra el príncipe regente.

Más poemas de John Keats en Otra Iglesia Es Imposible


Written On The Day That Mr. Leigh Hunt Left Prison

What though, for showing truth to flatter'd state,
Kind Hunt was shut in prison, yet has he,
In his immortal spirit, been as free
As the sky-searching lark, and as elate.
Minion of grandeur! think you he did wait?
Think you he nought but prison-walls did see,
Till, so unwilling, thou unturn'dst the key?
Ah, no! far happier, nobler was his fate!
In Spenser's halls he stray'd, and bowers fair,
Culling enchanted flowers; and he flew
With daring Milton through the fields of air:
To regions of his own his genius true
Took happy flights. Who shall his fame impair
When thou art dead, and all thy wretched crew?

The Poetical Works of John Keats, James Miller, New York, 1871 Litscape
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Imagen: John Keats, retrato a lápiz de J. Severn, c. 1820 Hulton Archive/Getty Images

viernes, noviembre 08, 2024

Luis Cernuda / Tres poemas


Desdicha

Un día comprendió cómo sus brazos eran 
Solamente de nubes; 
Imposible con nubes estrechar hasta el fondo 
Un cuerpo, una fortuna. 

La fortuna es redonda y cuenta lentamente 
Estrellas del estío. 
Hacen falta unos brazos seguros como el viento, 
Y como el mar un beso. 

Pero él con sus labios, 
Con sus labios no sabe sino decir palabras; 
Palabras hacia el techo, 
Palabras hacia el suelo, 
Y sus brazos son nubes que transforman la vida 
En aire navegable. 

"Un río, un amor", 1929, La realidad y el deseo (1924-1962), Fondo de Cultura Económica, México, 1992


Qué ruido tan triste

Qué ruido tan triste el que hacen dos cuerpos cuando 
     se aman, 
Parece como el viento que se mece en otoño 
Sobre adolescentes mutilados, 
Mientras las manos llueven, 
Manos ligeras, manos egoístas, manos obscenas, 
Cataratas de manos que fueron un día 
Flores en el jardín de un diminuto bolsillo. 

Las flores son arena y los niños son hojas, 
Y su leve ruido es amable al oído 
Cuando ríen, cuando aman, cuando besan, 
Cuando besan el fondo 
De un hombre joven y cansado 
Porque antaño soñó mucho día y noche. 

Mas los niños no saben, 
Ni tampoco las manos llueven como dicen; 
Así el hombre, cansado de estar solo con sus sueños, 
Invoca los bolsillos que abandonan arena, 
Arena de las flores, 
Para que un día decoren su semblante de muerto. 


No decía palabras

No decía palabras,
Acercaba tan sólo su cuerpo interrogante,
Porque ignoraba que el deseo es una pregunta
Cuya respuesta no existe,
Una hoja cuya rama no existe,

Un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
Remonta por las venas
Hasta abrirse en la piel,
Surtidores de sueño
Hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
Una mirada fugaz entre las sombras,
Bastan para que el cuerpo se abra en dos,
Ávido de recibir en sí mismo
Otro cuerpo que sueñe;
Mitad y mitad; sueño y sueño, carne y carne;
Iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.

Aunque sólo sea una esperanza,
Porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

"Los placeres prohibidos" [1931], Luis Cernuda, Material de Lectura n° 39, selección y nota de Carlos Monsiváis, Universidad Nacional Autónoma de México, 2009

Luis Cernuda (Sevilla, España, 1902 - Ciudad de México, 1963), 

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Foto: Luis Cernuda en la portada de Luis Cernuda: Perspectivas europeas del exilio, Mario Martín Gijón y José Antonio Llera, compiladores. Ediciones Xorki, Madrid, 2014

jueves, noviembre 07, 2024

Charles Baudelaire / De "Pequeños poemas en prosa"


I
El extranjero

-¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime? ¿A tu padre, tu madre, tu hermana, tu hermano?
-No tengo padre, ni madre, ni hermana, ni hermano.
-¿A tus amigos?
-Esa es una palabra cuyo sentido es hasta hoy desconocido para mí.
-¿Tu patria?
-No sé sobre qué latitud está situada.
-¿La belleza?
-La amaría de buena gana, diosa e inmortal.
-¿El oro?
-Lo odio como odias a Dios.
-¡Eh! ¿Qué amas entonces, extraordinario extranjero?
-Amo las nubes… las nubes que pasan… allá ¡las maravillosas nubes!

Charles Baudelaire (París, 1821 - 1867), Petits poèmes en prose (Le spleen de Paris), Louis Conard, París, 1926 Internet Archive
Versión de Remo Occhipinti 

Más poemas de Charles Baudelaire en Otra Iglesia Es Imposible


I
L’étranger

-Qui aimes-tu le mieux, homme énigmatique, dis? ton père, ta mère, ta soeur ou ton frère?
-Je n'ai ni père, ni mère, ni soeur, ni frère.
-Tes amis?
-Vous vous servez là d'une parole dont le sens m'est resté jusqu'à ce jour inconnu.
-Ta patrie?
-J'ignore sous quelle latitude elle est située.
-La beauté?
-Je l'aimerais volontiers, déesse et immortelle.
-L'or?
-Je le hais comme vous haïssez Dieu.
-Eh! qu'aimes-tu donc, extraordinaire étranger?
-J'aime les nuages... les nuages qui passent... là-bas... là-bas... les merveilleux nuages!
---
Imagen: Charles Baudelaire, grabado de Emile de Roy, 1844 (detalle), en Charles Baudelaire: sa vie et son oeuvre, de Charles Asselineau; Alphonse Lemerre, París, 1869 Biblioteca Nacional de Francia/ Getty Images

miércoles, noviembre 06, 2024

Cesare Pavese / La puta campesina




El muro de enfrente que ciega el patio
tiene a menudo un reflejo de sol niño
que recuerda el establo. Y la pieza desordenada
y desierta a la mañana cuando el cuerpo se despierta,
exhala el olor del primer perfume inexperto.
Hasta el cuerpo, enredado en las sábanas, es el mismo
de los primeros años, cuando el corazón saltaba descubriendo.
Aquí se despierta desolada por el reclamo avanzado
de la mañana y vuelve a emerger en la pesada penumbra
el abandono de otro despertar: el establo
de la infancia y el pesado cansancio del sol
ardoroso sobre las puertas indolentes. Un perfume
impregnaba ligero el sudor habitual
de los cabellos, y los animales husmeaban. El cuerpo
se gozaba furtivo de la caricia del sol,
insinuante y pacífica como si fuese un contacto.

El abandono en el lecho aliviana los miembros
tendidos, jóvenes y macizos, como aún niños.
La chica inexperta olfateaba el aroma
del tabaco y del heno y temblaba al contacto
fugitivo del hombre: le gustaba jugar.
A veces jugaba tendida con el hombre
en el heno, pero el hombre no husmeaba los cabellos:
le buscaba en el heno los miembros contraídos,
la miraba fijo, aplastándola como si fuese su padre.
El perfume eran flores pisadas sobre las piedras.

Muchas veces retorna en el lento despertar
aquel deshecho sabor de flores lejanas
y de establo y de sol. No hay hombre que sepa
la sutil caricia de este acre recuerdo.
No hay hombre que vea más allá del cuerpo tendido
aquella infancia trascurrida en el ansia inexperta.

[11-15 de noviembre de 1937]

Cesare Pavese (Santo Stefano Belbo, Italia, 1908 - Turín, Italia, 1950), "Trabajar cansa", Poesía completa, Barnacle, Buenos Aires, 2024
Versión de Jorge Aulicino

Más poemas de Cesare Pavese en Otra Iglesia Es Imposible
Una selección de poemas de Pavese en italiano en Avamposto
Una introducción a los poemas de Pavese en Op. Cit.

La puttana contadina
La muraglia di fronte che accieca il cortile / ha sovente un riflesso di sole bambino / che ricorda la stalla. E la camera sfatta / e deserta al mattino quando il corpo si sveglia, / sa l' odore del primo profumo inesperto. / Fino il corpo, intrecciato al lenzuolo, è lo stesso / dei primi anni, che il cuore balzava scoprendo. // Ci si sveglia deserte al richiamo inoltrato / del mattino e riemerge nella greve penombra / l' abbandono de un altro risveglio: la stalla / dell' infanzia e la greve stanchezza del sole / caloroso sugli usci indolenti. Un profumo / impregnava leggero il sudore consueto / dei capelli, e le bestie annusavano. Il corpo / si godeva furtivo la carezza del sole / insinuante e pacata come fosse un contatto. // L' abbandono del letto attutisce le membra / stese giovani e tozze, come ancora bambine. / La bambina inesperta annusava il sentore / del tabacco e del fieno e tremava al contatto / fuggitivo dell' uomo: le piaceva giocare. / Qualche volta giocava distesa con l' uomo / dentro il fieno, ma l' uomo non fiutava i capelli: / le cercava nel fieno le membra contratte, / le ficcava, schiacciandole come fosse suo padre. / Il profumo eran fiori pestati sui sassi. // Molte volte ritorna nel lento sveglio / quel disfatto sapore di fiori lontani / e di stalla e di sole. Non c' è uomo che sappia / la sottile carezza de quell' acre ricordo. / Non c' è uomo che veda oltre il corpo disteso / quell' infanzia trascorsa nell' ansia inesperta.
[11-15-novembre 1937]
---
Imagen: Una de las fotos más difundidas de Cesare Pavese, sin mención de fuente, fecha ni autor

martes, noviembre 05, 2024

Joaquín Giannuzzi / De "Principios de incertidumbre", 5



Atleta en la barra

El cerebro se oculta pero determina
trayectorias felinas de la masa
desplazando su centro
de gravedad, un péndulo tendido
en un campo elástico y aéreo.
Conteniendo el aliento
desde la oscuridad seguimos
la ceremonia cultural del cuerpo
concentrado en la luz,
a sí mismo librado,
como líneas de fuerza que ejecutan
una coreografía diseñada
siguiendo su estructura. Vemos
cómo alegres tensiones en los músculos
retienen energía
para tender el arco
y describir un círculo veloz
cuyo centro es la mano
y luego otro desde cada pie.
Hasta que el alto conjunto se desprende
del hierro, de su marco
de referencia y gira
sobre su eje horizontal y vuelve a tierra
en rápida parábola final.
Una ovación y cae como un gato.

Joaquín Giannuzzi (Buenos Aires, 1924 - Salta, 2004), "Principios de incertidumbre" (1980), Obra completa, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2014

---
Imagen: Joaquín Giannuzzi en el programa de la televisión pública Los Siete Locos, c.2000

lunes, noviembre 04, 2024

Pier Paolo Pasolini / No es amor...




No es amor. Pero ¿en qué medida es mi
culpa no hacer de mis afectos
amor? Mucha culpa; sin 
embargo, si pudiera de una pureza loca,
de una ciega piedad vivir día
por día… Provocar escándalo de mansedumbre.
Pero la violencia en la que me aturdo,
de los sentidos, del intelecto, durante años,
fue el único camino. En torno
a mis orígenes hubo, de los engaños
establecidos, de las ilusiones necesarias,
sólo la Lengua: que los primeros afanes
de un niño, las prehumanas pasiones,
ya impuras, no expresaba. Y luego
cuando adolescente en la nación
supe que nada que no fuese la alegría
del vivir infantil –en una patria
provinciana, pero para mí absoluta, heroica-
era anarquía. En la nueva y ya mísera
burguesía de una provincia sin pureza,
la primera aparición de Europa
fue para mí un aprendizaje para el uso más
puro de la expresión, que la escasez
de fe de una clase moribunda
compensara con la locura y los tópicos
de la elegancia: fue la indecente
claridad de una lengua que evidencia
la voluntad de no ser, inconsciente,
y la consciente voluntad de existir
en el privilegio y en la libertad
que por Gracia pertenecen al estilo.

Pier Paolo Pasolini (Bolonia, Italia, 1924 - Ostia, Italia, 1975), "La religione del mio tempo" (1961), Tutte le poesie, Mondadori, Milán, 2003
Versión de Jorge Aulicino



Non è amore...

Non è Amore. Ma in che misura è mia
colpa il non fare dei miei affetti
Amore? Molta colpa, sia
pure, se potrei d’una pazza purezza,
d’una cieca pietà vivere giorno
per giorno… Dare scandalo di mitezza.
Ma la violenza in cui mi frastorno,
dei sensi, dell’intelletto, da anni,
era la sola strada. Intorno
a me alle origini c’era, degli inganni
istituiti, delle dovute illusioni,
solo la Lingua: che i primi affanni
di un bambino, le preumane passioni,
già impure, non esprimeva. E poi
quando adolescente nella nazione
conobbi altro che non fosse la gioia
del vivere infantile – in una patria
provinciale, ma per me assoluta, eroica –
fu l’anarchia. Nella nuova e già grama
borghesia d’una provincia senza purezza,
il primo apparire dell’Europa
fu per me apprendistato all’uso più
puro dell’espressione, che la scarsezza
della fede d’una classe morente
risarcisse con la follia ed i tòpoi
dell’eleganza: fosse l’indecente
chiarezza d’una lingua che evidenzia
la volontà a non essere, incosciente,
e la cosciente volontà a sussistere
nel privilegio e nella libertà
che per Grazia appartengono allo stile.
---
Foto: Pier Paolo Pasolini en su película Los cuentos de Canterbury (1972) Produzioni Europee Associate (PEA)/ Sunset Boulevard/ Corbis/ Getty Images