miércoles, marzo 31, 2021

José Pedroni / Tres poemas










 La lechuza

Así la llaman porque se asemeja
al ave de rapiña. Ella lo sabe.
Y por eso quizá la pobre vieja
es cada vez más parecida al ave.

Gracia plena, 1923


Canto al camionero nocturno

Hay barcos, muchos barcos, de hermosos nombres.
Nombres que no se olvidan, llegan, se van.
También hay trenes para nombrar soñando:
“El tren azul”, “El escocés volante”, “El internacional”. . .
Este va de un país a otro país.
Es como el huracán.
Hace temblar el suelo y deshoja los árboles.
Yo lo he visto pasar,
y lo he corrido con mi caballo
en clara noche, además.
Volvía con mujeres de otras tierras.
Cruzaba el campo como un gran collar.

Pero ni tren, ni barco, ni poema
tienen un nombre igual
a aquel que el camionero de mi pueblo
le ha puesto a su camión para viajar.

Trigo del año y sobre el trigo hombres
van a la capital.
“Voy hacia ti” los lleva por montes y limpiadas,
una luz roja atrás.

Labradores que están sobre el camino
oyen y dicen: “Ahí va”.
Lo dice el pescador cuando el camión
pasa el gran puente de metal,
y lo dice la niña que está sola y no duerme
porque es su tiempo de esperar.
Ella se arregla cada vez.
Sueña con la ciudad.
Si está en la puerta, deja que la luz
la deslumbre al pasar.

El camionero es joven, fuerte, valeroso.
Ama la libertad.
Tiene el viento del campo en el cabello;
el verano en la faz.
“Voy hacia ti” se llama su camión.
El camión llegará.
Su luz ciega las sombras
con un largo puñal.

El camionero es joven, ágil, animoso.
Ama la vida, ama la paz.
Tiene los ojos que no mienten;
el corazón fuerte, leal.
“Voy hacia ti” se llama su camión.
El camión llegará.

No importa que la lluvia se adelante,
que el árbol caiga, colosal;
que el motor haga alto
como la burra de Balaam. (*)
El camionero de mi pueblo
sabe esperar.
Deja que se le acerque y lo rodee
el silencio total;
pone la cara sobre el brazo y mira
un día entero o más;
dialoga con la bestia que lo observa,
sobre el bien, sobre el mal,
o se echa a dormir entre las ruedas,
como en can.
Ya se oirá decir a los que esperan:
“Ahí va; Ahí va”.

El camionero es joven, fuerte, valeroso.
Ama la libertad.
Tiene un amigo en el umbral del monte,
que agua y aire le da.
En el umbral del monte están hablando
dos hombres de verdad.
Están hablando al pie de una figura,
el guía de metal;
hablan de una paloma que se ha ido
y que hay que alcanzar.
Una mujer con niño los contempla.
Se la ve hermosa y en paz.

Ni tren, ni barco, ni poema hermoso
tienen un nombre igual
al del camión que ya atraviesa el monte
con una estrella atrás.

Va en busca de la luz entre las sombras.
La va a encontrar.
Lleva el amor bajo una blanca lona,
lleva cereal.

El camino es de liebre sorprendida;
de casa sola, aquí y allá;
de niebla echada sobre el paso
y de lejano cantar.

El hombre escucha, la mujer escucha;
la garza escucha, ángel de paz.
Todos escuchan en la noche,
hasta el muñeco de metal.

El camión va trillando las tinieblas.
El camión llegará.

(*) Balaam, profeta bíblico. El pasaje de Balaam y su burra
se encuentra en Números 22 – Vers. 21 a 27 de la Biblia.

Cantos del hombre, 1960


Máquina de coser

Ella hacía la lluvia que no existe,
para tu sueño, hermana, y para el mío.
Era muy bella, pero bella y triste.
Su pelo era de sauce sobre el río.

Tenía un costurero de amapola;
de pechirrojo un corazón colgado.
Era muy bella, pero bella y triste.
Su pelo era de sauce despeinado.

¿Cuándo dormía aquella dolorosa,
siempre doblada sobre quien dormía,
siempre callada y para siempre hermosa?

Se deshojaba un día y otro día.
Sus hojas por el suelo eran de rosa.
Pero ella era la rosa que volvía.

Tenía un costurero de arvejilla;
de pechirrojo su corazón clavado,
y siempre en una aguja con colilla
el hemisferio del dedal dorado.

En una caja de cartón que olía
al ramito de brezos de la tapa,
todos los hilos de esperar tenía,
del blanco puro al negro de solapa.

Y degollada en rojo de grosella
tenía una paloma en un pañuelo
que siempre estaba donde estaba ella.

Porque para llorar era su pelo.
Lluvia con sol y lluvia con estrella.
Siempre su dulce lluvia en nuestro cielo.

El nivel y su lágrima, 1963

José Pedroni (Gálvez, Argentina, 1899-Mar del Plata, Argentina, 1968), José Pedroni Blog Homenaje


Foto: José Pedroni, Esperanza, provincia de Santa Fe, 1967 Homenaje al poeta argentino José Pedroni


martes, marzo 30, 2021

Juan José Saer / La palabra también es visible





















La palabra también es visible, escrita en el cielo,
su forma es azul, y su textura la del aire.
El sol dorado habla en chispas de fuego real.
No busquen
símbolos, sino una simple letra de ramas tejidas,
presencia o ausencia, o en el agua, signos turbios.
Las tormentas no anuncian un dios oculto,
los besos reflejan una dulce tentación momentánea.
Donde miremos la sombra y la luz se abrazan de amor,
sobre nuestras cabezas, en lo alto del día, la letra permanece
desde la eternidad, aguardando su sentido.
No busquen
lo que no existe en lo que murmura de amor sin precio,
la tierra virgen, dada en totalidad, acepta nuestros largos abrazos,
piedra de sueño, o sueño de piedra,
sumisa sin embargo a un orden real.

Ya no veo en los árboles sino un llamado.

                                                                    21 de agosto de 1963

Juan José Saer (Serodino, Argentina, 1937-París, 2005), "Cuaderno `1810´ (1963-1978)", Papeles de trabajo. Borradores inéditos, Seix Barral, Buenos Aires, 2012

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Foto: Infobae s/d

lunes, marzo 29, 2021

Suzanne Buffam / Interior que se desvanece


















Pequeñas parcelas de hierba desaparecen
en la boca de vigorosas ardillas

que entran deprisa en el abeto.
Automóviles caen hechos pedazos.

La primavera se disuelve en el verano,
el gatito en el gato.

Una bandeja con bebidas abandona el mostrador
y voilà! la fiesta ha acabado.

Todo lo que queda son unos encurtidos
y una ramita marchita de perejil en la alfombra.

Cuando pienso en todos aquellos
mares del Mesozoico atormentados por un gong

siento una onda de extinción
y suelto un anillo de humo entre los árboles.

Pronto no habrá quedado nada aquí salvo el cielo.
Cuando pienso en ello

no estoy pensando en ti
es una nueva forma de pensar en ti.

Suzanne Buffam (Montreal, Canadá, 1972), The Irrationalist, Canarium Books, Marfa, Texas, 2010
Versión de Jonio González




VANISHING INTERIOR

Little patches of grass disappear
In the jaws of lusty squirrels

Who slip into the spruce.
Cars collapse into parts.

Spring dissolves into summer,
The kitten into the cat.

A tray of drinks departs from the buffet
And voilà! the party’s over.

All that’s left are some pickles
And a sprig of wilting parsley on the rug.

When I think of all those
Gong-tormented Mesozoic seas

I feel a ripple of extinction
And blow a smoke ring through the trees.

Soon there will be nothing left here but sky.
When I think about the fact

I am not thinking about you
It is a new way of thinking about you.

domingo, marzo 28, 2021

Nuala Ní Dhomhnaill / Alborada
















A la mañana le da igual sobre qué amanece:
sobre riñas de grajos en árboles frondosos;
sobre ese dandi de los pantanos, el pato deslizándose
garboso entre los carrizos; sobre la zancuda
de blanca enagua que baila por la marisma;
sobre el ostrero de puntitas a la bajamar.
 
Al sol le da igual sobre qué sale:
sobre ventanas que dan a plazuelas dieciochescas;
sobre enjambres de abejas bombardeando jardines suburbanos;
sobre parejas de jóvenes que bostezan al unísono antes de
hacerlo otra vez; sobre el rocío como sudor o lágrimas
en los lirios y las rosas; sobre tus hombros desnudos. 

Pero a nosotros no nos da igual que se acaben
las horas de la noche; que debamos conformarnos con los hechos
de hoy, inclinarnos y pegar de algún modo
los fragmentos insignificantes de nuestras vidas, para que
nuestros hijos puedan beber agua en tazones rotos,
no en el cuenco de las manos. No nos da para nada igual.
 
Nuala Ní Dhomhnaill (Lancashire, Reino Unido, 1952) Revista Ñ, nº 913, Buenos Aires, 27 de marzo de 2021
Traducción de Flora Button-Burlá



Aubade

Is cuma leis an mhaidin cad air a ngealann sí - 
ar na cáganna ag bruíon is ag achrann ins na crainn
dhuilleogacha; ar an mbardal glas ag snámh go tóstalach
i measc na ngiolcach ins na curraithe; ar thóinín bán
an chircín uisce ag gobadh aníos as an bpoll portaigh; 
ar roilleoga ag siúl go cúramach ar thránna móra.

Is cuma leis an ghrian cad air a n-éiríonn sí - 
ar na tithe bríce, ar fhuinneoga de ghloine snoite
is gearrtha i gcearnóga Seoirseacha: ar na saithí beach
ag ullmhú chun creach a dhéanamh ar ghairdíní bruachbhailte;
ar lánúine óga fós ag méanfach i gcomhthiúin is fonn
a gcúplála ag éirí aníos iontu; ar dhrúcht ag glioscarnach
ina dheora móra ar lilí is ar róiseanna; ar do ghuaille.

Ach ní cuma linn bhfuil an oíche aréir
thart, is go gcathfear glacadh le pé rud a sheolfaidh
an lá inniu an tslí; go gcaithfear imeacht is cromadh síos
arís is píosaí beaga brealsúnta ár saoil a dhlúthú
le chéile ar chuma éigin, chun gur féidir
lenár leanaí uisce a ól as babhlaí briste
in ionad as a mbosa, ní cuma linne é.


AUBADE

Translation of ‘Aubade’ by Nuala Ní Dhomhnaill - Michael Longley

It’s all the same to morning what it draws on –
On the bickering of jackdaws in leafy trees;
On that dandy from the wetlands, the green mallard’s
Stylish glissando among reeds; on the moorhen
Whose white petticoat flickers around the boghole;
On the oystercatcher on the tiptoe at low tide.

It’s all the same to the sun what it rises on –
On the windows in the houses in Georgian squares;
On bees swarming to blitz suburban gardens;
On young couples yawning in unison before
They do it again; on dew like sweat or tears
On lilies and roses; on your bare shoulders.

But it isn’t all the same to us that night-time
Runs out; that we must make do with today’s
Happenings, and stoop and somehow glue together
The silly little shards of our lives, so that
Our children can drink water from broken bowls,
Not from cupped hands. It isn’t the same at all.

Poetry Ireland. From Pharaoh's Daughter (1990), by kind permission of The Gallery Press.

A word from Catherine Ann Cullen, Poet in Residence at Poetry Ireland:

An aubade is a dawn love song, in the same way that a serenade is an evening love song. In this poem, Ní Dhomhnaill begins the first two stanzas with the “don’t care” phrase in Irish, “Is cuma”. “Is cuma leis an mhaidin/an ghrian...” (Neither the morning nor the sun care what they rise to: quarrelling jackdaws or careful oystercatchers, Georgian windows, suburban bees, lovers ready to mate again.) But in the third stanza, the lovers do care - that night is over and they must satisfy the day’s demands, so their children can drink from “babhlaí briste” (broken bowls) rather than their “mbosa” (palms).

sábado, marzo 27, 2021

Jorge Smerling / De "La muerte no tendrá la última palabra", 2

















                    
   A Olga Orozco
   Enrique Molina
   Gerardo Burton
   Héctor Miguel Ángeli
   y Miguel Ángel Viola


Duermo. Duermo aquí. He despertado.
Vuelto al mundo, oigo a lo presente real con sus ecos, todo en sombras,
desde las sombras,
y tiemblo en lo visible que se apoya en mis párpados como un cuchillo
Despierto, sin los sueños piadosos de mí,
desnudo aquello que sosiega mi alma
solo, y envuelto por los fríos de cada una de las cosas
me veo en la esgrima de mis ojos
torneado por mi hiriente mirada
y herido soy todos los abandonos, el hueco de unión
entre la luz y lo oscuro, la caída hacia la apariencia de los lados opuestos
No duermo. No despierto: En este extraño estado
me recibe un jeroglífico indescifrable: la esférica dimensión
la giratoria esfera en fuga de Dios

Ah, Dios te atraviesa en tu eje y tu centro
la rotación de salto mortal por un ángulo del
abismo y a lo alto siempre
aún con cierta posibilidad.

No, no se unen los lados y opuestos nos rotan
digo con una sola ala
con su aleteo negro en el desorden
Moviéndose, moviendo
y agitándonos

Jorge Smerling( Buenos Aires, 1957-Vicente López, Argentina, 2014)

La muerte no tendrá la última palabra
,
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2021










viernes, marzo 26, 2021

Eduardo Ainbinder / Si no le gusta

























que golpeen a su puerta
se transforma en un pariente pobre,
en un recién llegado, inoportuno siempre.
Si no le gusta lo sucio
se viste como un deshollinador,
si no le gusta salir de su casa, oficia de cicerone;
de noche, parado en ciertas esquinas,
señala a las niñas que hermosean el paisaje
tomadas del brazo con quienes lo decepcionan.
Si no le gustan las plantas
se las encuentra a cada momento.
Con una cara le ocurre, que si le desagrada
se transforma en esa cara.
Cuando se lo mira de lejos
se ve venir el fantasma de un pelele,
cuando se lo observa de cerca
se ven irse uno a uno los sueños en retirada
de quien se convierte en todo lo que abomina.

Eduardo Ainbinder (Buenos Aires, 1968), ¡Párense derecho!, Gog & Magog, 2015


Foto: Eduardo Ainbinder por Paula Albirzú

jueves, marzo 25, 2021

John Keats / Oda a un ruiseñor

























Me duele el corazón y una modorra acongoja mis sentidos
Como si hubiera bebido cicuta o vaciado una pipa de opio
Hasta el fondo, hace solo un minuto, y ante mí,
Se hubieran hundido las defensas del Leteo.
No es porque tenga envidia de tu suerte feliz: soy feliz 
   en tu felicidad,
Ya que tú, Dríade de alas livianas de los árboles,
En cierta melodiosa trama
De color de haya verde y de sombras innumerables,
Cantas el verano con fácil y plena garganta.

¡Es como un vino nuevo que fue enfriado
Durante mucho tiempo en las profundidades de la tierra,
Con sabor a Flora y a campo verde,
A danzas, canciones provenzales y bronceada alegría!
¡Es una copa de vino del Sur caliente,
Llena de verdad, modesto Hipocrene;
Con espumosas burbujas guiñando en sus bordes
Y en la boca de labios púrpuras!
Beberé ese fuerte trago y saldré del mundo sin ser visto
Y contigo me desvaneceré en el bosque oscuro,
Muy lejos, hasta olvidar por completo
Lo que entre las hojas nunca conociste: el cansancio,
La fiebre y el enojo de esta tierra
Donde se sientan los hombres a intercambiar sus lamentos;
Donde sacuden los temblores unos tristes cabellos blancos;
Donde crecen los jóvenes pálidos como espectros y mueren;
Donde el pensamiento está cubierto de amargura
Y los plúmbeos ojos desesperan;
Donde no logra la Belleza mantener encendidos sus ojos
Y el nuevo Amor desfallece más allá de mañana.

¡Vamos! Quiero volar contigo,
Pero no en el carruaje de Baco y sus compinches
Sino en las alas invisibles de la Poesía.
Aunque el entorpecido cerebro dude y se retrase,
¡Ya estoy contigo! Tierna es la noche
Y la reina Luna está contenta en su trono
Custodiada por sus hadas de estrellas.
No hay luz aquí, salvo la que llega a veces en ráfagas
A través de lóbregas vegetaciones y caminos musgosos.

No puedo ver las flores que hay a mis pies
Ni el blando incienso que cuelga de las ramas
Pero en la embalsamada sombra adivino cada dulzura
Con que el mes de la estación adorna 
La hierba, el matorral, las frutas silvestres,
El espino blanco y el escaramujo agreste;
Las violetas cubiertas de hojas que rápido se 
   desvanecen,
Y el antiguo niño de mediados de mayo;
La rosa de almizcle, toda cubierta de rocío 
   de vino;
Las susurrantes, hechizadas moscas de las tardes 
   de verano.

A oscuras escucho. Más de una vez
Estuve medio enamorado de la muerte fácil,
Llamándola con suaves y cadenciosos nombres,
Tomando del aire mi tranquilo hálito.
Ahora más que nunca parece agradable morir:
¡Irse a la medianoche sin dolor
Mientras tú viertes mi alma en semejante éxtasis!
Aún cantas y yo escucho en vano...
Tu alto réquiem se convierte en polvo.

¡Tú no naciste para la muerte, ave inmortal!
Ninguna generación hambrienta ha pasado sobre ti;
La voz que escucho la han escuchado
En antiguos tiempos emperadores y bufones;
Quizá esta canción encontró camino
A través del afligido corazón de Ruth,
Cuando, añorando su casa, lloró 
   ante el grano extranjero.
Es la misma que a menudo abrió cajas mágicas
Sobre la espuma de mares peligrosos,
En desamparadas tierras de hadas.

¡Desamparo! La palabra suena como una campana
Cuyo sonido me devuelve a mi propia soledad.
¡Adiós! La fantasía no puede trampear tanto 
   como es fama,
Duende chapucero.
¡Adiós! ¡Adiós! Tu lastimero himno se apaga
Sobre los prados cercanos, sobre la corriente calma. 
Sube por la ladera de la colina y yace sepultado
En los claros del valle.
¿Es una visión o el despertar de un sueño?
Voló la música. ¿Estoy despierto o dormido?

John Keats (Londres, 1795-Roma, 1821), Robin Hood y otros poemas, versiones de Jorge Aulicino, Selecciones de Amadeo Mandarino, Buenos Aires, 2001

Imagen: John Keats por Joseph Severn (1823) National Portrait Gallery, Londres. Esta pintura, realizada después de su muerte, recrea y testimonia una visita a Keats antes de que se trasladara a Roma (N. del Ad..)

Anotación en la National Portrait Gallery sobre este retrato: Severn, who had nursed his friend in Rome, described the circumstances recreated in this posthumous portrait: «This was the time he first fell ill & had written the Ode to the Nightingale on the morning of my visit to Hampstead. I found him sitting with the two chairs as I have painted him & was struck with the first real symptoms of sadness in Keats so finely expressed in that poem.»

[Severn, que atendió a su amigo enfermo en Roma, describió las circunstancias recreadas en este retrato póstumo: "Ésta fue la primera vez que se enfermó y había escrito la Oda al ruiseñor la mañana de mi visita a Hampstead. Lo encontré sentado con las dos sillas tal como lo he pintado y me sorprendieron los primeros síntomas reales de tristeza en Keats, tan finamente expresados ​​en ese poema."]
 -


Ode to a Nightingale

1.

My heart aches, and a drowsy numbness pains
  My sense, as though of hemlock I had drunk,
Or emptied some dull opiate to the drains
  One minute past, and Lethe-wards had sunk:
'Tis not through envy of thy happy lot,
  But being too happy in thine happiness,—
    That thou, light-winged Dryad of the trees,
          In some melodious plot
  Of beechen green, and shadows numberless,
    Singest of summer in full-throated ease.

2.

O, for a draught of vintage! that hath been
  Cool'd a long age in the deep-delved earth,
Tasting of Flora and the country green,
  Dance, and Provencal song, and sunburnt mirth!
O for a beaker full of the warm South,
  Full of the true, the blushful Hippocrene,
    With beaded bubbles winking at the brim,
          And purple-stained mouth;
  That I might drink, and leave the world unseen,
    And with thee fade away into the forest dim:

3.

Fade far away, dissolve, and quite forget
  What thou among the leaves hast never known,
The weariness, the fever, and the fret
  Here, where men sit and hear each other groan;
Where palsy shakes a few, sad, last gray hairs,
  Where youth grows pale, and spectre-thin, and dies;
    Where but to think is to be full of sorrow
          And leaden-eyed despairs,
  Where Beauty cannot keep her lustrous eyes,
    Or new Love pine at them beyond to-morrow.

4.

Away! away! for I will fly to thee,
  Not charioted by Bacchus and his pards,
But on the viewless wings of Poesy,
  Though the dull brain perplexes and retards:
Already with thee! tender is the night,
  And haply the Queen-Moon is on her throne,
    Cluster'd around by all her starry Fays;
          But here there is no light,
  Save what from heaven is with the breezes blown
    Through verdurous glooms and winding mossy ways.

5.

I cannot see what flowers are at my feet,
  Nor what soft incense hangs upon the boughs,
But, in embalmed darkness, guess each sweet
  Wherewith the seasonable month endows
The grass, the thicket, and the fruit-tree wild;
  White hawthorn, and the pastoral eglantine;
    Fast fading violets cover'd up in leaves;
          And mid-May's eldest child,
  The coming musk-rose, full of dewy wine,
    The murmurous haunt of flies on summer eves.

6.

Darkling I listen; and, for many a time
  I have been half in love with easeful Death,
Call'd him soft names in many a mused rhyme,
  To take into the air my quiet breath;
Now more than ever seems it rich to die,
  To cease upon the midnight with no pain,
    While thou art pouring forth thy soul abroad
          In such an ecstasy!
  Still wouldst thou sing, and I have ears in vain—
    To thy high requiem become a sod.

7.

Thou wast not born for death, immortal Bird!
  No hungry generations tread thee down;
The voice I hear this passing night was heard
  In ancient days by emperor and clown:
Perhaps the self-same song that found a path
  Through the sad heart of Ruth, when, sick for home,
    She stood in tears amid the alien corn;
          The same that oft-times hath
  Charm'd magic casements, opening on the foam
    Of perilous seas, in faery lands forlorn.

8.

Forlorn! the very word is like a bell
  To toil me back from thee to my sole self!
Adieu! the fancy cannot cheat so well
  As she is fam'd to do, deceiving elf.
Adieu! adieu! thy plaintive anthem fades
  Past the near meadows, over the still stream,
    Up the hill-side; and now 'tis buried deep
          In the next valley-glades:
  Was it a vision, or a waking dream?
    Fled is that music:—Do I wake or sleep?

This poem is in the public domain.

miércoles, marzo 24, 2021

Edgar Bayley / De "El día", 5
















Abrir la puerta

me pregunto
y es una pregunta inmoral
si servirá de algo abrir esa puerta
que da al patio
a la tierra
al viento del mundo
a los pasos de la gente
me pregunto
si servirá de algo escribir
a estas horas de la noche
en el silencio de mi habitación
con la puerta cerrada

sería tan sencillo
me digo
abrir por fin la puerta
y asomarme y mirar
dejando que me lleven
los pasos y las sombras del camino
me pregunto si servirá de algo explicar
por qué no explico
cuando tanta palabra y confidencia
intentaron traducirme
y ponerme al descubierto

si servirá de algo abrir la puerta
me pregunto
y andar por el patio
por el mundo entre la gente
abrir de par en par la puerta
para que todo pueda cumplirse
como la hoja de un cuchillo al extremo de un puente
como la red y el roble que salvan la alegría al final del espectáculo
como el canto de las aguas y el susurro de la siesta
como la playa en sombras y el lecho infinito de los amantes reencontrados

para que todo pueda cumplirse
la luz la noche la inocencia
el nombre que pasa entre las ramas
la puerta se abrirá enteramente
se abrirá por fin la puerta
por si alguno
quiere volver a entrar o salir
o curiosear entre mis cosas
o esperarme mientras vuelvo
y si tardo y no regreso
salir al viento
y olvidarme

Edgar Bayley (Buenos Aires, 1919-1990), "El día", 1960-1963, Antología poética, selección y prólogo de Jorge Aulicino, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2015


Foto: Edgar Bayley en la Feria del Libro de Buenos Aires, 1987. Archivo del Administrador

martes, marzo 23, 2021

Carlos Lenzi / A media luz



[Tango]

Corrientes 3, 4, 8,
segundo piso, ascensor.
No hay porteros ni vecinos.
Adentro, cocktail y amor.
Pisito que puso Maple:
piano, estera y velador,
un telefón que contesta,
una victrola que llora
viejos tangos de mi flor
y un gato de porcelana
pa' que no maulle al amor.

Y todo a media luz,
que es un brujo el amor,
a media luz los besos,
a media luz los dos.
Y todo a media luz
crepúsculo interior.
¡Qué suave terciopelo
la media luz de amor!

Juncal 12, 24
Telefoneá sin temor.
De tarde, té con masitas;
de noche, tango y cantar.
Los domingos, tés danzantes;
los lunes, desolación,
Hay de todo en la casita:
almohadones y divanes;
come en botica, cocó;
alfombras que no hacen ruido
y mesa puesta al amor.

[1924]

Carlos Lenzi (Montevideo, 1895-Buenos Aires, 1963)


Foto: de derecha a izquierda, el autor teatral, poeta y diplomático Carlos Lenzi y los críticos teatrales José Pedro Blixen y Carlos Curotto. Avenida 18 de Julio, Montevideo, 1926 Museo y Centro de documentación AGADU/ Centro de Fotografía de Montevideo

lunes, marzo 22, 2021

John Keats / Brillante estrella, querría ser firme como tú























[escrito en una página en blanco de Poemas de Shakespeare]

Brillante estrella, querría ser firme como tú,
no en aislado esplendor en lo alto de la noche
ni vigilando, con eternos párpados abiertos
-insomne y paciente eremita de la naturaleza-,

las aguas movedizas en su oficio sacerdotal
de pura ablución entre las cosas terrenales,
ni contemplando la suave máscara nueva
de la nieve sobre montañas y páramos,

No. Sino aún más firme e inmutable
recostado en el pecho de mi bella amada,
siento siempre su respiración suave,

siempre despierto con dulce inquietud,
quieto, quieto para escuchar su tierno aliento,
vivir así para siempre... o disolverme en la muerte.

John Keats (Londres, 1795-Roma, 1821), La poesía de la tierra, selección y traducción de Ana Bravo y Javier Adúriz, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2003


Ilustración: John Keats por Benjamin Robert Haydon, 1816 Early Victorian Portraits Catalogue/National Portrait Gallery, Londres

Inscripción en la National Portrait Gallery de Londres sobre estos dibujos:
Signed and dated: Nov 1816/BRH and inscribed in Haydon's hand, with several erasures: Keats was a spirit that in passing over the Earth came within its attraction and expired in fruitless struggles to make its dull inhabitants comprehend the beauty of his soarings—; it is numbered top left 48a. 
[Firmado y fechado: noviembre de 1816 / BRH e inscrito por la mano de Haydon, con varias tachaduras: Keats era un espíritu que al pasar sobre la Tierra entraba en su atracción y expiraba en infructuosas luchas por hacer comprender a sus aburridos habitantes la belleza de sus alturas— ; está numerado en la parte superior izquierda 48a.]


Bright star, would I were stedfast as thou art

[written on a blank page in Shakespere's Poems]

Bright star, would I were stedfast as thou art—
not in lone splendour hung aloft the night
and watching, with eternal lids apart,
like nature's patient, sleepless Eremite,

the moving waters at their priestlike task
of pure ablution round earth's human shores,
or gazing on the new soft-fallen mask
of snow upon the mountains and the moors—

no -yet still stedfast, still unchangeable,
pillow'd upon my fair love's ripening breast,
to feel for ever its soft fall and swell,

awake for ever in a sweet unrest,
still, still to hear her tender-taken breath,
and so live ever—or else swoon to death.

domingo, marzo 21, 2021

Azucena Salpeter / De "Gringa formoseña"



EL CENTRO

Escribo en el centro de la página
como quien invita a un desconocido
a volver dentro de sí

tal vez sea el camino del cielo prometido
o del almacén de ramos generales
vaya a saber

escribo en el centro
pero no como el Talmud
simplemente escribo porque no encuentro otro camino
y aún así
un día me sorprendo en las orillas
igual que las glosas que crecen como cardos
alrededor de la vid. 


LA PICO DE LORO

Cuando el Ford V8 cayó en la vizcachera
la costura del tanque de nafta se abrió en dos
cayó el río
lo remendamos con chiclets adams
hasta suncho corral en santiago del estero
un pueblo
debajo de otros pueblos como todos los pueblos
que deambulan por arriba del abajo
de los cielos
el límite son granos de arroz
en el centro el surtidor esso sin manguera
alrededor las cluecas
alcanzame la pico de loro
dijo papá y se secó la frente
eso es todo
poesía.


PROBÁ VINO DE LA COSTA 
DIJO MANUEL PUIG

Apenas vi “La ventana indiscreta”
en el cine español al aire libre de Formosa
apareció Grace por la puerta de tablones de Berisso
era una casa chorizo sin gas
flotaba sin ladrillos como flotan los poetas los maíces
bienvenidos al hogar
yo estaba enfermo
con un yeso en cada pierna del corazón
también hambriento en los brazos
es decir hecho mierda
Grace igual que Petronila cuando abre la puerta del fondo
cortó los bichos azules del parral
dice probá
ay mi Petronila mi Cata mi madrina yegua
probá dice todavía en plena guerra de litio
probá el vino de la costa
la Isabella le dicen los estudiosos
es medio amargo y dulce fuerte
como rendijas 
cuando sopla el angélico entre maderas
precarias
probá
no seas tonta
no escondas
la culpa
el yeso de ser
el rastrojo de qué


EL HOMBRE QUE PELEÓ CON DIOS

De los treinta y seis justos que sostienen el mundo
mi padre
peleó con Dios

Todas las almas de su alma se encendieron
como piñas de pino
crujieron las palabras de la Biblia
como huesos amantes en fuego negro
crujieron los abrigos los zapatos de nieve
crepitaron las diez hectáreas de trigo a lo largo del Prut
el temblor fue un ángel negro y pesado
sobre la escuela Teodoro Hertzl

mi padre callaba y su voz ardía
nos curaba las rodillas y alimentaba el fuego
nos bañaba y alimentaba el fuego
nos llevaba en brazos y alimentaba el fuego
el temblor del fuego de mi padre velaba por nosotros

los 150 salmos del fuego del exilio de mi padre
se miran entre sí 
no pueden reunirse en familia
y ya no sé padre mío si escribo de tu fuego
o del fuego de la humanidad
no sé en qué rincón del Pentateuco
se encripta el reclamo de los justos
o si debe guardarse como leña que no arde
sólo para Iamin Noraim

Fueron días y días de acorralar a Dios contra las púas
hasta que el fuego se volvió rojo 
después azul y luego blanco
entonces
recién entonces
mi padre se entregó  

Azucena Salpeter (Formosa, Argentina, 1942)

Gringa formoseña
,
Ediciones en Danza,
Buenos Aires, 2021










sábado, marzo 20, 2021

Lola Ridge / Altitud






















Me pregunto
cómo sería estar contigo aquí,
donde el viento
que ha sacudido su polvo en los valles bajos
te toca limpiamente
como una mano recién lavada,
y el dolor
es como el anhelo remoto de las cosas monótonas
y la furia
sólo un pequeño silencio
sumido en el gran silencio.

Rose Emily Ridge, Lola Ridge (Dublín, 1873-Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos,1941), To the Many: Collected Early Works, Daniel Tobin, ed., Little Island Press, Auckland, Nueva Zelanda, 2018
Versión de Jonio González.


Foto: Lola Ridge, 1935, retrato en la ficha de Becario Premiado de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation


Altitude

I wonder
how it would be here with you,
where the wind
that has shaken off its dust in low valleys
touches one cleanly,
as with a new-washed hand,
and pain
is as the remote hunger of droning things,
and anger
but a little silence
sinking into the great silence.

viernes, marzo 19, 2021

Jorge Fondebrider / Dos poemas

















Un correo 

Hoy recibí un correo desde México
con treinta y seis segundos de un arroyo
que estaba en Oregon. 

Alguien filmó con su teléfono
el agua que corría rodeada por la nieve y cristalina
sobre la tierra oscura de ese invierno. 

Noticias desde el norte, supe,
donde siempre habrá un arroyo robándole a la piedra
un tiempo que no acaba y se repite,
un tiempo prolongado en agua fresca, transparente,
del todo inalcanzable.


Crepúsculo 

Tal vez un desperdicio de pálidos anhelos,
de tristes llamaradas detrás del horizonte,
o solamente ideas que acompañan al miedo con su mitología
hasta prender las luces. El crepúsculo
está detrás de las ventanas,
envuelto en unas sombras,
dispuesto a repetirse
como quien dice siempre,
aunque es no más el rato en que los pájaros
descuelgan la tela de la noche
y ceden su lugar a los murciélagos.

[inéditos]

Jorge Fondebrider (Buenos Aires, 1956)


Foto: Jorge Fondebrider, Edimburgo, 2016. Gentileza del autor

jueves, marzo 18, 2021

Miguel Gaya / Himnos de la batalla vencida




I

Empujando la carreta donde van los heridos
alejándose del campo de batalla, de la historia
y de todo recuerdo
el médico con su guardapolvos embarrado
bufa y grita y golpea los caballos y los ayudantes
y algún herido que ha bajado del carromato a ayudar
porque ama los hombres
que lleva de cualquier modo, algunos moribundos, otros
quejándose a gritos o llorando quedo,
y los lleva como si sobre sus hombros los llevara
porque le han encargado que los salve
a él, que nunca hizo nada, ni les dijo ni les pidió ni les mandó
que fueran allá, donde la batalla arrecia
y los muertos se apilan, y se apilan los heridos
en espera del médico 
que debe sacarlos de allí
 a toda prisa
para salvar acaso uno, o dos, cualquiera,
cuando haya tiempo
de mirarlos. 

II

Cuando vamos por los pastos, cuando
vamos por los pastos y llevamos el ganado
a encerrar
lejos y la tarde,
y la tarde es cálida y olorosa, nuestros pasos
son blandos y largos y seguros
en la tierra negra
abonada por los hombres
enterrados malamente
por aquí y por allá 
en túmulos que los años han ido borrando
y si nuestros padres no sembraron
y si nuestros abuelos evitaron el paso
nosotros no, los hollamos
con alegría
al terminar la jornada y llevar el ganado
sobre los muertos
sobre los muertos
en la tierra. 
Así ha sido siempre, ¿no?

III

Los cocineros se cruzan de brazos y miran,
miran los humos 
que se elevan lejos, el humo de la fusilería
y los obuses y de las granjas quemadas
y las cosas rotas,
y los cocineros no hacen nada más 
que cruzarse de brazos y mirar
y a veces calcular
si habrá que hacer comida mañana
y cuánta, 
ellos no corren hacia las balas, 
hacia los fusiles, ellos preparan 
los guisos y las sopas
y a veces, es cierto, han sido sorprendidos
por las balas, o se han defendido
con bayonetas o sartenes negras,
pero las más de las veces juiciosamente
huyen por sus vidas y eluden 
la metralla 
para estar joviales
unos días después 
con el cucharón
y siendo generosos con el soldado bisoño
que come con hambre verdadera
y avaros con el otro, el que los mira con rencor
y se queja de todo
cuando debiera ser agradecido
por el guiso grasiento
y el nuevo día. 


IV

Cuando volvemos a casa,
porque siempre ha habido
quien ha podido volver, y ahora
nos toca eso, 
como nos tocó ayer otra cosa, 
queremos, ilusos a más no poder,
los que no guardamos ilusión alguna,
queremos que nuestras esposas sean
las que salieron a saludar cuando nos fuimos,
que es decir
nosotros queremos ser los que nos fuimos, 
pero no, 
volvimos, 
y eso somos y seremos
para ellas, pobres 
de ellas, pobres
de nosotros. 

V

Todos tenemos sueños, todos
soñamos
con los ojos abiertos
mientras marchamos de aquí para allá
y marchamos sin ver
más que aquello que soñamos,
lavarnos los pies, beber
agua fresca, entrar en una mujer
y en una aldea y buscar 
en una casa rota
las monedas que esconden o aferran
en las manos muertas,
o hacer una familia
con la hija de un granjero, aquella
gorda y jovial, o la otra que corría
las rodillas desnudas y ágil en la nieve, 
todos soñamos y hacia la noche,
cuando muchos parecen dormir y otros 
tienen los ojos abiertos y vaciados
nuestros sueños 
se evaporan como el aliento que tuvimos
y se pierden arriba
y le dan forma al mundo.

[inédito]

Miguel Gaya (Ayacucho, Argentina, 1953)


Foto: Miguel Gaya, costa de Normandía, 2019. Gentileza del autor

miércoles, marzo 17, 2021

Serguéi Gandlevski / Mi vieja juventud















Mi vieja juventud, mi joven vejez
voy a describir para uso interno.
¡Ahí hay de todo! Pero nada extraordinario.
Todo lo que se encuentra a la vista está desapareciendo.
Y no quiero ni ver cómo mi tiempo
a la fuerza va hacia la inexistencia colectiva.
Me expropiarán todo lo que tengo, y punto.
¿Qué, nos despedimos ya por si acaso,
   tontita mía, cielo, noche mía?
Entregándote a los cachorros del régimen y demás gentuza
al final diré: acuérdate de mí.
Y guarda para los días malos
los reflejos de nuestros arrumacos
en el desnudo espejo del armario que la nieve iluminaba.
Quisiera conocer de memoria cada inspiración
   y expiración de tu deseo
y tenerlas conmigo cuando me llamen para salir
   con mis pertenencias,
a condición de que la memoria sea considerada
   un objeto personal

Serguéi Gandlevski (Moscú,1952), La hora de Rusia. Poesía contemporánea, Visor, Madrid, 2011
Traducción de María Ignátieva
Envío de Jonio González


Serguéi Gandlevski, 2007 Wikimedia Commons

martes, marzo 16, 2021

Leopoldo María Panero / Le dernier voyage de Napoleón





















Se trata de un llano ondulado en el punto de separación de las cuencas del Dyle y del Senne, dos ríos del Brahante. Desde Genappe hasta Wavre, el Senne recorre un trecho de unos 20 kilómetros encajonado entre capas alternativas de granito y piedra calcárea, y atraviesa los bosquecillos de Court-Saint-Étienne. A menos de 10 kilómetros antes de Wavre, desemboca en él por la izquierda un riachuelo procedente del barranco en cuyo borde está situada la aldea de Maison-du-Roi
            Maison du Roi 
            y la nieve
            depositada en las almenas
¿no era aquello una victoria?

Leopoldo María Panero (Madrid, 1948 - Las Palmas de Gran Canaria, España, 2014), Poesía completa (1970-2000), edición de Túa Blesa, Visor Libros, Madrid, 2003
Envío de Jonio González


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lunes, marzo 15, 2021

Paul Celan / Salmo














Nadie nos amasa nuevamente de tierra y barro,
nadie bendice nuestro polvo.
Nadie.

Loado seas, nadie.
Por agradecerte queremos
florecer.
A tu
encuentro.

Una nada
éramos, somos,
permaneceremos, floreciendo:
la rosa-nada, la
rosa-nadie.

Con
el pistilo de alma luminosa.
el estambre de cielo yermo,
la roja corona
de la palabra purpùrea que cantábamos
encima, oh encima
de la espina.

Paul Celan (Czernowitz, Rumania, hoy Ucrania, 1920-París, 1970), Poesía alemana de hoy (1945-1966), Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1967
Traducción de Rodolfo Alonso y Klaus Dieter Vervuert

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