miércoles, enero 30, 2013

Fabián Iriarte / Leyendo entre líneas




Leyendo entre líneas

This material requires reading dots,
brackets, uncertain letters, gaps, and emendations.
—Diane Rayor


Como un poema lírico griego arcaico,
hay personas fragmentarias.

Se las lee entre líneas, despacio, con cuidado
de no pasar por alto
un espíritu suave que sople al principio.

“Me parece igual a los dioses
aquel que se ha sentado frente a ti”.

Una coma inexistente, una modulación
temporal (primavera tan lejos)
(hace tanto tiempo)…

La persona está fragmentada, hecha astillas
o hecha estrellas, como la noche,
como un espejo roto. Y quién es el experto
que pueda leer el texto.

Quién puede leerte.

Fabián O. Iriarte (Laprida, Buenos Aires, 1963), La caja P, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2013

Ilustración: La serenità del saggio (detalle), 1914, Giorgio de Chirico

martes, enero 29, 2013

Jordi Doce / Monósticos, XI




Monósticos, XI


Sabía ver el mundo como si no estuviera en él.
Olvido, indiferencia, estas eran sus señas.
También piedad, a veces, una extraña ternura.
El piloto parpadeaba a ratos, con desgana.
No era cosa que debiera inquietarle.
Según el plan en curso, sobraban las urgencias.
Sin embargo, sentía un eco de los antiguos vínculos.
Algo se removía a tientas allá dentro.
Corrigió una palabra de su informe y se puso a esperar.
Siguió esperando mientras la Tierra giraba.
Si las piezas debían encajar, él no veía cómo.

Jordi Doce (Gijón, 1967), en la revista virtual Paradoja

Foto: Jordi Doce s/d

lunes, enero 28, 2013

Edgar Lee Masters / De "Antología de Spoon River", 17




Richard Bone

Cuando llegué a Spoon River
al principio no sabía si lo que me decían
era cierto o falso.
Me traían un epitafio
y se quedaban por el taller mientras yo trabajaba,
y decían: “Era tan bueno”, “Era excelente”,
“Era una mujer encantadora”, “Era un auténtico cristiano”.
Y yo cincelaba lo que ellos querían,
en absoluta ignorancia de su verdad.
Pero después, al vivir entre esta gente,
yo sabía cuánto se acercaban a la vida
los epitafios que me encargaban para ellos cuando morían.
Aun así, yo cincelaba lo que fuera que me pagaran por cincelar
y me hice cómplice de las falsas crónicas
de las lápidas,
como el historiador que escribe
sin conocer la verdad
o porque es inducido a ocultarla.


Chase Henry 

En vida fui el borracho del pueblo;
cuando morí, el cura me negó el entierro
en suelo consagrado.
Lo que fue en mi beneficio.
Porque los protestantes compraron este lote
y enterraron mi cuerpo aquí,
junto a la tumba de Nicholas, el banquero,
y de su esposa, Priscilla.
Tomad nota, almas prudentes y pías,
de las vueltas de la vida
que traen honor a muertos que vivieron en el oprobio.


Harry Carey Goodhue

Jamás se asombraron, bobos de Spoon River,
cuando Chase Henry votó en contra de los bares
para vengarse porque no lo dejaban entrar.
Pero ninguno de ustedes tuvo la agudeza
de seguirme los pasos o investigarme a fondo
como hermano espiritual de Chase.
¿Recuerdan cuando peleé
contra el banco y la pandilla de la corte
por embolsarse los intereses de los fondos públicos?
¿Y cuando peleé contra nuestros dirigentes
por hacer de los pobres las bestias de carga de los impuestos?
¿Y cuando peleé contra la empresa de agua
por eludir calles y aumentar las tarifas?
Y cuando peleé contra los hombres de negocios
que pelearon contra mí en esas luchas?
¿Recuerdan entonces
que levantándome tambaleante de las ruinas de la derrota
y de las ruinas de una carrera truncada,
saqué de mi manto mi último ideal,
escondido hasta entonces de la vista de todos,
como la preciada quijada de un asno *
y golpee al banco y a la empresa de agua
y a los hombres de negocios con la prohibición
e hice pagar a Spoon River el costo
de las luchas que había perdido?
 
Edgar Lee Masters (Garnett, 1868 - Melrose Park, Pennsylvania , 1950), Spoon River Anthology, Macmillan, 1915
Versiones de Gerardo Gambolini

* Referencia a la quijada de asno con que Sansón mató mil hombres [Jueces 15:16].  Nota del traductor


Richard Bone

When I first came to Spoon River
I did not know whether what they told me
Was true or false.
They would bring me an epitaph
And stand around the shop while I worked
And say "He was so kind," "He was wonderful,"
"She was the sweetest woman," "He was a consistent Christian."
And I chiseled for them whatever they wished,
All in ignorance of its truth.
But later, as I lived among the people here,
I knew how near to the life
Were the epitaphs that were ordered for them when they died.
But still I chiseled whatever they paid me to chisel
And made myself party to the false chronicles
Of the stones,
Even as the historian does who writes
Without knowing the truth,
Or because he is influenced to hide it.


Chase Henry


In life I was the town drunkard;
When I died the priest denied me burial
In holy ground.
The which redounded to my good fortune.
For the Protestants bought this lot,
And buried my body here,
Close to the grave of the banker Nicholas,
And of his wife Priscilla.
Take note, ye prudent and pious souls,
Of the cross-currents in life
Which bring honor to the dead, who lived in shame.


Harry Carey Goodhue

You never marveled, dullards of Spoon River,
When Chase Henry voted against the saloons
To revenge himself for being shut off.
But none of you was keen enough
To follow my steps, or trace me home
As Chase's spiritual brother.
Do you remember when I fought
The bank and the courthouse ring,
For pocketing the interest on public funds?
And when I fought our leading citizens
For making the poor the pack-horses of the taxes?
And when I fought the water works
For stealing streets and raising rates ?
And when I fought the business men
Who fought me in these fights ?
Then do you remember:
That staggering up from the wreck of defeat,
And the wreck of a ruined career,
I slipped from my cloak my last ideal,
Hidden from all eyes until then,
Like the cherished jawbone of an ass,
And smote the bank and the water works,
And the business men with prohibition,
And made Spoon River pay the cost
Of the fights that I had lost ?

___
Ilustración: White Houses, Hales Down, near St. Ives, c.1930, Alfred Wallis

domingo, enero 27, 2013

De archivo / El caso Jacobo Fijman

El episodio Jacobo Fijman (Uriff, 1898-Buenos Aires, 1970) se basa, esencialmente, en Sherlock Holmes opuesto a Dostoievsky. En la obra de Fijman no hubo nunca densidad psicológica en desmedro de una lógica emocional; ésta, con el tiempo, encontró sus fundamentos en la patrística cristiana. El episodio Fijman, uno de los más ricos de la literatura argentina, fue oscurecido por el hecho de que permaneció 28 años en el hospital psiquiátrico de Buenos Aires, se lo sometió a electroshocks y, antes de eso, fue un irregular del periodismo y músico ambulante que vivió con menos de lo necesario. De este modo, hubo argumentos para considerarlo fuera del canon. Pero esa lectura anti canónica había ya construido un canon, el cual excluía a Enrique Banchs o Ricardo Molinari, cuyas escrituras estuvieron más cerca de la de Fijman que las de Oliverio Girondo –su compañero del grupo de Florida– o Alejandra Pizarnik, las grandes figuras del canon no canónico.  

Aquel anti canon, construido más a través de las biografías y las ideas que de las obras, excluye de la historia el hecho de que, en los últimos años de su vida, Fijman se reveló ante Vicente Zito Lema, cuando éste lo entrevistó en el hospicio, como un converso convencido, de entrabado discurso católico, que consideraba satánico el camino estético del Conde de Lautremont, al que admiraba, y despreciaba a Antonin Artaud, con el que vanamente se le puede buscar otra afinidad que no sea la de que ambos padecieron, o les fueron diagnosticados, severos trastornos mentales. Zito Lema encontró asimismo un Fijman que no se quejaba de su vida en el hospital, que comprendía el trabajo de los médicos y enfermeras sin arrogarse "la facultad de perdonarlos", aunque se creía santo. Zito Lema reflejó honestamente a este Fijman en las entrevistas que publicó a partir de 1969, y acorde con la persistencia de la idea sobre el supuesto martirologio de Fijman cada vez que se debe recurrir a nuestros malditos, honestos lectores y críticos han dicho de paso, o han creído definir con ello, que el poeta del hospital Borda fue un excluido, otro “suicidado por la sociedad”, como Artaud escribió sobre Vincent Van Gogh.

Los medios han sido casi siempre escarnecidos en cuanto al ocultamiento del anti canon. Sin embargo, en el caso Fijman no hubo realmente exclusión por parte de los medios ni de la historia de la literatura, ni de los militantes de los grupos literarios. Hubo un cierto eclipse de Fijman hasta que lo recuperaron los surrealistas tardíos, especialmente Aldo Pellegrini, y las revistas de los sesenta Primera Plana, Panorama y Gente, precedidas por una nota de Clarín en 1954 (a doce años de su internación) y diversos artículos que publicaron, entre otros, Jacobo Bajarlía y Lysandro Galtier. Ficcionalmente lo había rescatado Leopoldo Marechal como el filósofo Samuel Tesler en Adán Buenosayres (1948). Abelardo Castillo lo convirtió en el Jacobo Fiksler (“el viejo poeta, el hombre en pedazos, el casi mitológico demente”) de El que tiene sed (1985).

La senda de los manuscritos que Fijman tendía a sus visitantes en el hospital se ha definitivamente extraviado. Después de sus tres libros –Molino rojo (1926), Hecho de estampas (1930) y Estrella de la mañana (1931)–, naufragó el proyecto de editar sus obras completas, aunque se lo intentó (Ediciones del Dock, 2005, con la colaboración activa de Daniel Calmels). La aparición de Romance del vértigo perfecto, que incluye varios poemas datados en 1957 y 1958 y facsimilares de los textos, además de dibujos de Fijman, abre de nuevo el desconcierto: ¿cuánto escribió Fijman en su internación, entre 1942 y 1970?, sin contar los poemas que pudo haber escrito antes, desde 1931 en que publicó Estrella de la mañana. El editor de Romance del vértigo perfecto, el librero Fernando Gioia, lo ignora. Pero no se hizo demasiadas preguntas. El hallazgo de los manuscritos, en manos de una persona que no es coleccionista, le significó una obsesión. Compró los manuscritos por una cantidad de dinero que pudo pagar en cuotas (“a lo largo de un par de años”) y los publicó como si se tratara de un nuevo libro. No hay en rigor nada que impida suponer que lo era, o que era parte de uno: existe el indicio de que al menos algunas de las hojas del mismo fajo están en manos de un librero anticuario. Gioia fue discretísimo. No explica nada de esto en la edición, pues, dice, el libro tenía que aparecer como un libro de autor. Por cierto, produce un efecto sobrenatural. “Estas composiciones, como otras cada tanto encontradas de Fijman, dejan vislumbrar una cantidad indefinible de poemas, los que tal vez nunca se hallen y se libren a nuestra experiencia”, por su parte señala en el prólogo Roberto Cignoni.

Romance del vértigo perfecto (supongamos que Fijman aprobó el título en el más allá) confirmaría que el autor de Molino rojo estaba practicando una poesía en la que intentaba ya que el verbo cantase de nuevo en la nada. Con un conocimiento muy sutil de la lengua que aprendió al llegar de chico desde Besarabia, se mueve en el borde del arcaísmo formal y léxico y la invención, con particular concentración en la imagen del desierto: “Canción con algo de canción y soledad y yermo”, título de uno de los poemas publicados en Romance del vértigo perfecto, podría ser el de esta colección que asimismo se puede considerar un canto, o los preludios de un canto. Uno se imagina al violinista Fijman ensayando dos y tres veces un comienzo para algo que no será sino vacío: “las plantas más sonoras del abismo profundo / golpean a la lumbre más pálida del mundo”, dice en el poema “Arsis y tésis” (de la música precisamente: ascenso y descenso), colocado penúltimo. Con el último poema de este volumen, “Hipnófoba” (del miedo a dormir), Fijman gira y vuelve a su otro registro, la imagen visual, la estampa –”La lluvia atencionada /sacudía a las pálidas ovejas”–, y el uso arcaico deviene surrealístico.

En el reportaje a Fijman que en 1969 publicó en la revista Talismán, después de dos preguntas insólitas (“¿Hay equilibrio entre su poesía y al que le cortan la lengua por no mentir?” y “¿Qué valor le asiste a un asesinato?”), Zito Lema lo interroga directamente sobre el significado de los títulos de sus tres libros. Esta es la respuesta: “Molino rojo recuerda la demencia, el vértigo. Yo buscaba un título para esa obra que significara mis estados y reparé en un molinito viejo que tenía en la cocina. De color rojo. Para moler pimienta. Y vi en ese objeto todo lo que mi poesía quería expresar. Estrella de la mañana, en cambio, se refiere a los estados místicos que yo había adquirido en esos años. Ya había sido bautizado, convirtiéndome a la religión católica, y quise expresar con ese título la encarnación de la verdad. En cuanto a Hecho de estampas, yo trataba de volver a la filosofía escolástica. Y volver fundamentalmente a Aristóteles. Y en una visita al museo del Louvre quedé impresionado por los maestros clásicos, por su pintura religiosa. Cuando luego vi unas estampas de esos cuadros religiosos, las asocié a mis poemas. De ahí Hecho de estampas.” Molino rojo -
dirá luego- atrae a anarquistas y socialistas por el color. En cuanto a lo que “quería expresar”, era que la sociedad se adentraba en la demencia. Y no podría verse aquí la clásica respuesta del demente –los dementes son ustedes– si uno repara en el punto de partida, en la cita más o menos disimulada de Dante Alighieri en el primer verso del primer poema de esta colección: “Demencia: / el camino más alto y más desierto”. [Cuando se decide a viajar al Hades con Virgilio, al final del segundo Canto del Infierno, dice Dante: “…e poi che mosso fue, / intrai per lo cammino alto e silvestro”:  y cuando hubo andado, / entré por el camino agreste y elevado.]. Los períodos de lucidez sobre su propio mal suelen atormentar a los dementes. Está claro que no fue así para Fijman, quien se propuso acompañar la demencia del mundo, en sus largos momentos de decisión consciente, del mismo modo en que Dante quiso, tras su vacilación, atravesar la condena de los otros. Fijman se dio a trabajar el verbo, como decía, no para cubrir el vacío, sino para armarlo. Aquel vacío sería a la vez su infierno, su purgatorio y su cielo: la carnal presencia del desierto en Molino rojo y la subida a través de imágenes de Hecho de estampasEstrella de la mañana, que como “estado místico” queda en el medio de los otros en su propia enumeración, aunque no fue así cronológicamente, es su cielo escolástico. La enumeración de Fijman, alterada, sugiere que, luego de haber visto, regresó a la subida del monte: “Corderos desfigurados reflejan en sus ojos las vueltas de las estrellas / y los viejos molinos”, en un aire como el de los invernales páramos místicos de Georg Trakl. Y es que en realidad aquella estrella de la mañana no es otra que el “oriental zafiro” contemplado por Dante al salir del infierno, en la orilla del purgatorio. Una estrella que, vista, no señala aún el fin del viaje. De hecho, Alighieri volverá a la tierra, que es el infierno para Fijman.

“¿Qué autores han tenido mayor incidencia en su formación literaria?”, pregunta Zito Lema en la entrevista de Talismán.


“En mi infancia -dice Fijman- toda la obra de Sherlock Holmes; que me sirvió después para hacerle una crítica a Dostoievsky, quien alardeaba de sus novelas psicológicas. También Pushkin, un negro comprado por un embajador de Pedro El Grande y Víctor Hugo. Ya de grande, ningún escritor ha tenido en mí una influencia decisiva. Aunque he leído muchísimo; especialmente a Santo Tomás de Aquino, a todos los maestros de la patrística latina y griega.”

La crítica a Dostoievsky mediante la razón de Holmes no es otra cosa que la recuperación de lo sagrado y su inextricable sentido –piedra de toque de la patrística–, que obliga al hombre a recrear y sostener el verbo, en tanto primer instrumento de salvación: intuición y visión, pedagogía y fe. Ese logos que cede, como en los personajes de Dostoievsky, ante la angustia, es manantial y rigor cuando el cristiano acude a él. En esta visión, un artista sólo se diferencia de otros humanos en que practica plasmar sus intuiciones, con un afán salvífero como el que manifestó Fijman en los desérticos años de su vida de hospital. Hospital que no sería necesario mencionar si no fuera el escenario aludido en que se desempeñan sus versos: su infierno, paradojalmente redentor. El caso Fijman debería ser visto como lo que fue: el más nítido caso de poesía mística en la Argentina, de base vanguardista y espíritu clásico, que en el rescate del católico Marechal roza, involuntariamente quizá, la parodia. 


Jorge Aulicino

Revista Ñ, mayo 2012

sábado, enero 26, 2013

John Ashbery / Decenio de 1970




Decenio de 1970

Durante mucho tiempo parecía que las cosas marchaban de forma astuta.
Todas las tardes a las cuatro el devanar nos mostraba
su cara amable. "Os trataré bien,
palabra de honor". En aquellos días nadie llevaba la cuenta
ni se fijaba mucho en las cosas. Era
posible vivir como entidad.

Pero se oían sin querer cosas sorprendentes
de vez en cuando. Voces que parecían salir de un garaje
con una tercera posibilidad de la que nadie había hablado.

Algo sobre un naufragio. Seguro que todo estaba bien.

Empezamos a impacientarnos
por lo de la paz y la guerra, tras un atareado día de descanso
pocos de quienes nos rodeaban podían asir o aprehender.
Me habían atado el dinero del pescado a la pierna.
De otra forma habría podido convertirme en un confidente, pasando los días
en una casa Tudor, en un programa de protección de testigos.
Necesitaba el dinero. Lo demás fueron beneficios netos y pérdidas.

John Ashbery (Nueva York, 1927), Secretos chinos, traducción de Dámaso López García, Editorial Visor, Madrid, 2002


The seventies

For a long time things seemed to go astutly.
Every evening at four the unspooling showed us
in friendly face. "I will treat you well,
on my honor." In those days, no one kept records
or took notice of things much. It was
possible to live as an entity.

Still, surprising things were overheard
from time to time. Voices that seemed to come from a garage
with a third option no one had been told about.

Something about a shipwreck. It was probably OK.

We began to grow impatient
about peace and war, after a busy day of relaxation
few around us could contain or apprehend.
The money fish had been strapped to my thigh.
Otherwise I might have turned informant, living out my days
in a Tudor bungalow under the witness protection program.
I needed the cash. The rest was just net profit and loss.

---
Ilustración: Am Strande, 1913, Lyonel Feininger

jueves, enero 24, 2013

Giacomo Leopardi / Las remembranzas, 7







Las remembranzas

(Séptima y última parte. Todo el poema, aquí)

¡Oh Nerina! De ti tal vez no oigo
hablar en estos sitios. ¿Caída quizás
de mi pensar estás? ¿Dónde has ido
que aquí sólo de ti el recuerdo
encuentro, dulzura mía? ¿No te ve más
esta tierra natal, y esa ventana,
donde ayer usabas fabularme y donde
triste luce la luz de las estrellas,
está desierta? ¿Dónde estás que no oigo
tu voz sonar, como una vez un día
cuando a solas cada lejano acento
de tu labio hacía a mi rostro
palidecer? Otro tiempo. Tus días
fueron, mi dulce amor. Pasaste. A otros
el paso por la tierra hoy tocó en suerte
y habitar estas fragantes colinas.
Pero rápida pasaste; y como un sueño
fue tu vida. Ibas danzando, enfrente
la alegría esplendía, esplendía en tus ojos
aquel confiado imaginar, aquel fulgor
de juventud, cuando las secó el hado,
y yacías. ¡Ay Nerina! En mi corazón
el antiguo amor. Si a fiestas a veces,
si a tertulias me dirijo, a mí mismo
me digo: Nerina a fiestas ni saraos
tú te aprontas más, ya no te mueves.
Si mayo vuelve y retoños y sones
los amantes les traen a sus muchachas,
digo: Nerina mía, para ti no vuelve
ya más la primavera, no vuelve el amor
Cada día sereno, cada florida
ribera que miro y gozo que siento,
digo: Nerina no goza más, los campos,
el aire no mira. Ay, pasaste, eterno
suspiro mío: pasaste: fiel compañía
de cada vago imaginar mío, todos
mis tiernos sentidos, tristes y caras
cosas del corazón, agria remembranza.

Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Nápoles, 1837)
Versión de Ángel Faretta


Nota del traductor:
¿Quién ha sido esta Nerina a la que Leopardi pone un nombre clásico de impronta romana a la manera de los líricos latinos, similar a la Nerea que aparece en la tercera égloga de Virgilio?
Se han barajado dos hipótesis, que fuera Teresa Fattorini o Maria Bellardinelli. Si fuere ésta, al parecer rubia y que tenía sus habitaciones frente a la ventana del castillo paterno del poeta en Recanati, murió en 1827 casi seguramente de tisis, un año antes del segundo regreso del poeta a su casa natal.
Nerina es un nombre siciliano, derivado de griego Nerea/Nereo y vuelto Neri en la misma isla desde luego asociado a nero, “negro”, y Nerina -su femenino- tal vez pueda ser un nombre apocopado de Venerina, uso más que ancestral italiano y que volviera a Durante en Dante y Alessandro en Sandro.
También lo empleó más de un siglo antes Torquato Tasso en su drama Aminta.
Imagino que en el atanor creativo de Leopardi pudieron intervenir, sumándose, el nombre latino clásico de Virgilio, su relación con lo negro y, antes de su apócope, con Venerina, pequeña -o efímera- Venus.



O Nerina! e di te forse non odo
Questi luoghi parlar? caduta forse
Dal mio pensier sei tu? Dove sei gita,
Che qui sola di te la ricordanza
Trovo, dolcezza mia? Più non ti vede
Questa Terra natal: quella finestra,
Ond'eri usata favellarmi, ed onde
Mesto riluce delle stelle il raggio,
E' deserta. Ove sei, che più non odo
La tua voce sonar, siccome un giorno,
Quando soleva ogni lontano acento
Del labbro tuo, ch'a me giungesse, il volto
colorarmi? Altro tempo. I giorni tuoi
Furo, mio dolce amor. Passasti. Ad altri
Il passar per la terra oggi è sortito,
E l'abitar questi odorati colli.
Ma rapida passasti; e come un sogno
Fu la tua vita. Ivi danzando; in fronte
La gioia ti splendea, splendea negli occhi
Quel confidente immaginar, quel lume
Di gioventù, quando spegneali il fato,
E giacevi. Ahi Nerina! In cor mi regna
L'antico amor. Se a feste anco talvolta,
Se a radunanze io movo, infra me stesso
Dico: o Nerina, a radunanze, a feste
Tu non ti acconci più, tu più non movi.
Se torna maggio, e ramoscelli e suoni
Van gli amanti recando alle fanciulle,
Dico: Nerina mia, per te non torna
Primavera giammai, non torna amore.
Ogni giorno sereno, ogni fiorita
Piaggia ch'io miro, ogni goder ch'io sento,
Dico: Nerina or più non gode; i campi,
L'aria non mira. Ahi tu passasti, eterno
Sospiro mio: passasti: e fia compagna
D'ogni mio vago immaginar, di tutti
I miei teneri sensi, i tristi e cari
Moti del cor, la rimembranza acerba.

Ilustración: Veduta del Golfo di Pozzuoli, c.1770, Pietro Fabris

miércoles, enero 23, 2013

Rainer Maria Rilke / Gata negra




Gata negra

Un fantasma, aunque invisible, es aún un espacio
donde tu vista puede golpear, resonando; pero aquí
entre este espeso pelaje negro, tu más dura mirada
será absorbida y desaparecerá completamente:

como si fuera un loco delirante, cuando nada ya
puede aliviarlo, que acomete contra la noche oscura
aullando, golpea la pared acolchada, y siente
la ira amainando hasta calmarse.

Ella parece esconder dentro de sí todas las miradas
que le han posado, para poder observarlas
como a un público, amenazante y taciturna
y enrollarse a dormir con ellas. Pero casi de pronto

ella mueve su cara hacia la tuya, como si despertara;
y sobresaltado, te ves pequeño,
dentro del ámbar de sus órbitas
suspendido, como un insecto de una especie extinguida.

Rainer Maria Rilke, (Praga, 1875-Val-Mont, Suiza, 1926)
Versión: Marina Kohon y Andrés Rimondi


Schwarze Katze

Ein Gespenst ist noch wie eine Stelle, 
dran dein Blick mit einem Klange stößt; 
aber da, an diesem schwarzen Felle 
wird dein stärkstes Schauen aufgelöst:

wie ein Tobender, wenn er in vollster 
Raserei ins Schwarze stampft, 
jählings am benehmenden Gepolster 
einer Zelle aufhört und verdampft.

Alle Blicke, die sie jemals trafen, 
scheint sie also an sich zu verhehlen, 
um darüber drohend und verdrossen 
zuzuschauern und damit zu schlafen. 
Doch auf einmal kehrt sie, wie geweckt, 
ihr Gesicht und mitten in das deine: 
und da triffst du deinen Blick im geelen 
Amber ihrer runden Augensteine 
unerwartet wieder: eingeschlossen 
wie ein ausgestorbenes Insekt.

Rainer Maria Rilke, sommer 1908, París. Der neuen Gedichte anderer Teil, Insel Verlag, 1935

Ilustración: Vigil, 1948, Adolph Gottlieb

martes, enero 22, 2013

Leónidas Lamborghini / Parábola




Parábola


La pasión del agua
y el aceite
por hacerse
                    uno
en la olla puesta al fuego.
             Las indecisiones
    de lo monstruoso (la ambigüedad)
    por querer ser;
esas imágenes cambiantes
y atrozmente bellas:
tal, un dios
          encarnándose.

Leónidas Lamborghini (Buenos Aires, 1927-2009), El macró del amor, Paradiso, Buenos Aires, 2012

Ilustración: Fase de diseño, Acto II, Escena 5, para la ópera futurista Victoria sobre el sol, 1913, Kasimir Malevich

lunes, enero 21, 2013

Emily Dickinson / Vivo en posibilidades




657

Vivo en posibilidades -
morada más hermosa que la palabra -
en ventanas más numerosas -
óptima - en puertas -

en reductos como los cedros -
inexpugnables al ojo -
para un techo imperecedero
los tejados del cielo -

visitas - las más preciosas -
ocupación - ésta -
extender bien abiertas mis angostas manos
para juntar el paraíso -

c. 1862

Emily Elizabeth Dickinson (Amherst, Massachusetts, 1830 - 1886), Poemas, selección y traducción de Silvina Ocampo, Tusquets Editores, Buenos Aires, 2011

[657]

I dwell in Possibility -
A fairer House than Prose -
More numerous of Windows -
Superior - for Doors -

Of Chambers as the Cedars -
Impregnable of Eye -
And for an Everlasting Roof
The Gambrels of the Sky -

Of Visitors - the fairest -
For Occupation - This -
The spreading wide my narrow Hands
To gather Paradise -

Transcripción basada en la edición Thomas H. Johnson de The Complete Poems of Emily Dickinson, 1955

---
Ilustración: Tejados en Szentendre, c.1930, Geza Voros

sábado, enero 19, 2013

Antonella Anedda / De "Salva con nome", 3






Noche 21.00-07.00

Poco nuboso

Gregal *


De golpe, en el sueño el espacio era una piedra.
Pensaba, aquí ninguno ha nacido, ninguno ha muerto.
El viento era sin ráfagas.
El lobo no tenía hocico.
Los nombres no coincidían con las cosas,
y tampoco con los cuerpos.
Había pasos y sombras sobre la grava del patio.
A todos, a ti, a mí, al mundo,
nos habían quitado la espina del tormento.

Antonella Anedda (Roma, 1958), Salva con nome, Mondadori, Milán, 2012
Versión de Jorge Aulicino

* Viento noreste. En el original, se reproducen los clásicos iconos del servicio meteorológico para nubosidad y dirección del viento, sobre las leyendas "poco nuboso" y "gregal"


Notte 21.00-07.00

poco nuvoloso

Grecale

Di colpo nel sogno lo spazio era una pietra.
Pensavo, qui nessuno è nato, nessuno è morto.
Il vento senza folate
il lupo non aveva muso.
I nomi non coincidevano più con le cose
e neppure i corpi.
Erano passi e ombre sulla ghiaia del cortile.
A tutti, a te, a me, al mondo,
avevano tolto la spina del tormento.

Ilustración: The Steamer Odin II, 1927, Lyonel Feininger

viernes, enero 18, 2013

Paul Auster / Fragmento del frío





Fragmento del frío

Porque nos volvemos ciegos
en el día que expira con nosotros,
y porque hemos visto nuestro aliento
nublar
el espejo del aire,
el ojo del aire no ha de abrirse
a nada salvo a la palabra
a la que renunciamos: el invierno
habrá sido un lugar
de madurez.

Nosotros, convertidos en los muertos
de otra vida que la nuestra.


Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 1947), "Fragmentos del frío" (1976-1977), Poesía completa, traducción de Jordi Doce, Seix Barral, Buenos Aires, 2012


Fragment from Cold

Because we go blind
in the day that goes out with us,
and because we have seen our breath
cloud
the mirror of air,
the eye of the air will open
on nothing but the word
we renounce: winter
will have been a place
of ripeness.

We who become the dead
of another life than ours.


Foto: Paul Auster en su casa. Brooklyn, Nueva York, febrero de 2012 Adriana Groisman/Clarín

miércoles, enero 16, 2013

Emma Villazón Richter / Dos poemas




Haciéndome cargo

              En algún lugar, alguien viaja hacia ti,
              viaja día y noche.
              Anne Carson

Trato de hacer todo con cuidado.
Se me encarga que mantenga la casa en orden
y así lo hago, primero con desesperación, luego sin pensarlo
(sin preocuparme como cuando estoy frente a la luz);
entonces barro las hojas que cubren el patio,
estiro la ropa en sogas, cocino, quito el polvo,
atiendo a los capullos de las jardineras de ladrillos:
velo su crecimiento, su raro sueño de puños cerrados.
Asumo mi tarea con sudor y culpa,
pero cuando boto las conservas vencidas por el inodoro,
me quedo allí parada por varios minutos.
Es un alivio ver cómo el agua limpia absorbe y se lleva todo.
Descanso increíblemente viendo cómo es succionado
el mal olor de nuestras vidas, y emerge de eso que parecía vómito de niño,
una espuma similar a la del mar.
Es difícil estar pendiente de la suciedad, de los restos
que dejamos en los baños, en los platos, en los pasillos,
es como estar levantando lo que el tiempo nos hace a cada minuto
en nuestra intimidad y queda con telarañas en unos rincones.
Realmente es duro, pero cuando veo esa espuma que se ha llevado
lo malo, es para mí como una canción, una que me dará fuerzas
cuando venga la noche
y no tenga otra voz
sino esa con la que contesto el teléfono.


de Fábulas de una caída, Cámara Departamental del Libro de Santa Cruz, Bolivia, 2007


Desde las lilas

árboles largamente doblados
por un ventarrón que arrastra
una enorme sombra de recuerdo
ofreces en vasija desbocada

haces tallar y tallar a una garza con cosas conmovidas:
niños con estrella filosa en las encías
que juegan sobre la fatiga de lo maternal:
la ácida rosa de todos los ciclos, aquella
que responde, aunque no tenga llamadas, y reincide

de noche atravesamos esos puentes,
un blanco río sube a las espaldas, junto con españoles
ásperos, campos que titilan, llamas en chozas largas como
sorpresas de un inicio y confusiones que cuidan
o arremeten con botas y gallos

pero cuál es el prado desde donde empieza
a germinar todo — hasta las cejas de
ella?, pareces dibujarnos en la tierra; o cuál aire
desorienta las manos que con nuevos ojos
quedan; en qué momento llega el diluvio insondable
de afirmarse entre halcones y recuerdos?,
            parecemos hablarte, blancos, desde de las lilas
ignorantes de cada hora ida,
            ignorantes siempre de cada ojo, lluvia — como tus pisadas

aunque sabedores de que a veces también hablamos, andrei,
hablamos como las horas, la lluvia, lo inverso
o lobos púrpuras de pasos intocables.


                                                                      A A. Tarkovski, desde El Espejo, 1975


de Lumbre de ciervos, Grupo Editorial La Hoguera, Santa Cruz, Bolivia, 2013

Emma Villazón Richter (Santa Cruz, Bolivia, 1983-La Paz, 2015)


Foto: Gentileza de la autora

martes, enero 15, 2013

Marina Kohon / De "La Ruta del Marfil"




Canto II

I

Amé el gesto suave en los olores
de sus rostros
mi tarea delicada
inclinarme sobre el vacío
cada día
tomar las partículas doradas
del tejido de polvo elevándose
retener la vida.

II

Solían brotarnos imágenes de sales
que acallábamos con tierra
en la plegaria.
Tres eran los círculos. Uno solo el sueño.
En las noches nos habitábamos en él,
aferrados de las manos
en tríada sagrada.

III

Me enseñaron un lenguaje
de símbolos sutiles
que traspasó mi sangre.
Aprendí en la piel
sus miradas, sus respiros.

Seguimos el camino
de las salinas blancas y llanura
“tomen todo el aire para dibujar el cielo”
les dije, y respiramos.

IV

Tres éramos en uno
Uno vio volar los cuervos.

Marina Kohon (Mar del Plata, 1965), La Ruta del Marfil, Alción Editora, Córdoba, Argentina, 2012


Foto: Marina Kohon, en Facebook

lunes, enero 14, 2013

Francisco Madariaga / Brujas blancas




Brujas blancas

1

Gauguin, santiguate ante el recuerdo de esta
   palmera que salió del mar.
En la costa, brujas blancas se adornaban con
   la bondad de las belleza de sus labios
   rojos negros.
Una camisa, una cintura, la barcaza de avellanas
   de unos ojos
cantaban en las bahías de sombras, de estrellas,
   de llamadas.
Y yo que no nací de la tentación de los mercaderes,
sino de un golpe de abra de mar regresando a los
   palmares salvajes,
recuerdo una resurrección de todas las sonrisas.

2

¿Quién es aquella a la que el perfume del océano
peinaba con peines de esmeraldas y avellanas?
Hoy escucho en el sueño un rumor sin orillas,
un sonido que sale de los vestidos de la mar
y envuelve el cuerpo negro de un amor.

Francisco Madariaga (Buenos Aires, 1927-2000), País garza real, Editorial Argonauta, Buenos Aires, 1997

Ilustración: Chambre bleu o Nu a l'evantail, 1891, Paul Ranson

domingo, enero 13, 2013

Alberto Girri / De "Playa sola", 4




Luis de Gonzaga

Aloysius,
desde muchas generaciones y con ademanes transparentes,
la tierra florece en tu carne dulce,
en tus nombres ardorosos,
en su sangre elegida de "fanciullo puro".

Tu sangre.
Ciertamente, la historia de tu sangre es inquietante,
hubo en ella príncipes libertinos y mujeres manchadas.
Tú mismo,
en el parque del antiguo caudillo,
yacías y tañías como un olvidado prisionero.
Y fue así que germinó en secreto el fervor patrocinante,
pues cuando un niño nunca besa a su madre,
cuando no juega a besar las sombras,
decidió su forma.

Mantua verde,
Aloysius.
Mantua soleada de cortesía verídica,
¿qué temblor mensajero fue la caricia de aquel ciervo?
Dispuesto a encontrarte,
deseabas de antemano el difícil tiempo y la difícil muerte.
Hasta que la peste segura y numerosa,
la peste minuciosa como un signo,
resolvió tu penosa carencia.

De cenizas y aleluyas,
has partido con el humo de la hoguera.

Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Playa sola", 1946, Obra poética I, Corregidor, Buenos Aires, 1977

Ilustración: Recuerdo de un jardín, 1914, Paul Klee

sábado, enero 12, 2013

Juan José Saer / He weeps over Jim




He weeps over Jim

Lloremos todo lo que vivió. A su turno,
tranquilos, lentos, los huesos, lavados, caen
en la lluvia negra, bulbos estériles a medio
enterrar. Blancos, relumbran
mostrando en el espejo
de su lisa simplicidad
la rueda de la vida. Basta, por fin,
del dédalo de Dublin, del miedo
a los relámpagos: la pesadilla
de la historia, el grito en la calle
y la corriente que fluye adentro también
se acabaron.
            En ese género no se inventa
nada.
   Y ahora, uno
quisiera la inmortalidad
no para uno, ni para lo que ama,
nudos que centellean y cachorros que juegan en junio en la luz,
empujado hacia el círculo de oro de las cosas entre las que vacila,
a medio borrar
desde el mismísimo día en que pusieron un pie en este mundo;
no para eso, porque una herida nueva nos enseñó
que nos mueven terrores de criaturas y el deseo, sin esperanza,
de no ser como todos. Carlos, el cordero,
aspiraba a una inmortalidad en la que, en círculo,
pudiese conversar con sus amigos vaciando despacio una botella de vino
hasta que el sereno cayendo con la luz de la luna los hiciese tambalear.

Una humildad, por lo menos, me has enseñado,
la de buscar algo eterno fuera de mí: el momento
en que atravesabas los puentes de Trieste en compañía de Svevo,
los momentos en que tu mano, ardua, escribía What are
Dublin and Galway compared with our memories,
o alguna otra permanencia concerniente a tu persona,
las florcitas indestructibles de Quinet sobreviviendo al hundimiento de los imperios,
el momento de la fotografía de C. P. Curran
(I was wondering would be lend me five shillings...)
con las macetas y una de las dos hojas del ventanal abierta atrás,
o el momento en que esa foto, de golpe, amarilleó,
algo, un fragmento de alguna de las piedras o de alguno de los árboles,
de alguno de los ríos o de alguno de los rostros sin expresión,
de alguna de las noches o de alguno de los granos de arena
que se empastan en la textura de este mundo.
Porque también nuestras palabras se borrarán.
                                           Me has enseñado,
a mi edad, cuando menos me lo esperaba, entre mis sueños atroces
y mis días, llamaradas de fuego negro,
la humildad de desear, contra mí mismo y contra todas
las cosas ya perdidas y descartadas de mi amor,
la eternidad para tu memoria antes que para las yemas de mis dedos,
para tus llagas y no para mis revelaciones,
para el más turbio de tus días más que para mis chorros de gracia,
movido a refutar tu locura, tu ceguera, el despilfarro
aterido de los pobres años de tu vida
macerada simulando, maligno, arduamente,
que algo de este delirio cada vez más poblado de caras inútiles
es inmortal.

Juan José Saer (Serodino, 1937-París, 2005), El arte de narrar, Universidad del Litoral, Santa Fe, 1988

Ilustración: Avemaría, 1914, Marianne von Werefkin

jueves, enero 10, 2013

Giacomo Leopardi / Las remembranzas, 6




Las remembranzas

(Sexta parte)

¿Quién remembrar puede sin suspiros,
oh primer fragor de juventud, o días
deliciosos, inefables, cuando
al afanado mortal primeramente
sonríen las doncellas y a su alrededor
cada cosa sonríe, la envidia calla,
no despierta y aún benigna; y casi
(¡inusitada maravilla!) el mundo
la diestra en su auxilio extiende,
excusa los errores y festeja al recién
llegado a la vida, e inclinándose
parece que por amor lo acoge y nombra?
¡Días fugaces! Semejantes a un rayo
se diluyen. ¿Y qué mortal ignaro
puede uno ser de la pena, pasada
esa vaga estación, si su buen tiempo,
juventud, ay juventud, está extinta?

Giacomo Leopardi (Recanati, 1798-Nápoles, 1837)
Versión de Ángel Faretta

Chi rimembrar vi può senza sospiri,
o primo entrar di giovinezza, o giorni
vezzosi, inenarrabili, allor quando
al rapito mortal primieramente
sorridon le donzelle; a gara intorno
ogni cosa sorride; invidia tace,
non desta ancora ovver benigna; e quasi
(inusitata maraviglia!) il mondo
La destra soccorrevole gli porge,
scusa gli errori suoi, festeggia il novo
suo venir nella vita, ed inchinando
mostra che per signor l'accolga e chiami?
Fugaci giorni! a somigliar d'un lampo
son dileguati. E qual mortele ignaro
di sventura esser può, se a lui già scorsa
quella vaga stagion, se il suo buon tempo,
se giovanezza, ahi giovanezza, è spenta?
Si la juventud, ay, juventud, está apagada.

Ilustración: Vista de la bahía de Nápoles, 1829, Carl Gustav Carus

miércoles, enero 09, 2013

Alberto Girri / De "Playa sola", 3



















Partida

¡Oh, Señora, dadme otra noche!

Todo es distinto,
los cuentos con oro y árboles cargados de rubíes
no abrigan más.
Solo, aún no sé quién es el prójimo.

¡Oh, Señora, dadme otra noche!
Que retorna el marinero
y retorna con canciones nuevas
"tango,
tango lyrics are alway tragic"...

Todo es distinto.
En la costa desmayada, sin aire,
la panza picoteada de las rocas
se ablanda entre caricias transparentes.
Atrás, cipreses vacíos de colgados,
esperan también.
Esperan el regreso de cielos mejores,
cielos del cuatrocientos,
fondo para los habituales monasterios,
y moribundos inventivos que lo saben todo.

¡Oh, Señora, dad otra noche!

Alberto Girri (Buenos Aires, 1919-1991), "Playa sola", 1946, Obra poética I, Corregidor, Buenos Aires, 1977


Ilustración: Los muelles de Cardiff, 1894, Lionel Walden La Guía

lunes, enero 07, 2013

Gérard de Nerval / Anteros




Anteros

Tanta rabia en el pecho preguntas por qué guardo
Y yergue un grácil cuello mi indómita cabeza...
De la raza de Anteo procede mi nobleza,
Contra el dios vencedor hago volver su dardo.

Yo soy uno de aquellos que el Vengador inspira,
Él me marcó la frente con su labio irritado;
¡Bajo la palidez de Abel ensangrentado,
De Caín implacable me sonroja la ira!

El último, oh Jehová, que tu genio vencía
Y del fondo del Orco gritaba "¡Oh tiranía!",
Fue mi abuelo Baal o mi padre Dagón...

Tres veces me sumieron en el agua maldita, *
Y, protegiendo solo a mi madre amalecita,
Siembro a sus pies de nuevo los dientes del dragón.

Gérard de Nerval (París, 1808-1855), Poesía, traducción de Alejandro Bekes, Ediciones del Copista, Córdoba, Argentina, 2004

Nota del traductor:
Literalmente: "tres veces en las aguas del Cocyto me hundieron".

Nota del editor del blog:
Las notas del traductor sobre referencias mitológicas y religiosas están al pie del original, tal como se incluyeron en la obra citada, aunque reemplazando en este caso la numeración, que es continua a lo largo del volumen, con asteriscos.



Antéros *

Tu demandes pourquoi j'ai tant de rage au coeur
Et sur un col flexible une tête indomptée;
C'est que je suis issu de la race d'Antée, **
Je retourne les dards contre le dieu vainqueur.

Oui, je suis de ceux-là qu'inspire le Vengeur,
Il m'a marqué le front de sa lèvre irritée;
Sous la pâleur d'Abel, hélas! ensanglantée,
J'ai parfois de Caïn l'implacable rougeur!

Jéhovah! le dernier, vaincu par ton génie,
Qui, du fond des enfers, criait: "O tyrannie!"
C'est mon aïeul Bélus *** ou mon père Dagon...

Ils m'ont plongé trois fois dans les eaux du Cocyte ****,
Et, protégeant tout seul ma mère Amalécyte *****,
Je ressème à ses pieds les dents du vieux dragon ******.

* Hijo de los amores clandestinos de Ares y Afrodita. Su nombre significa literalmente "Contra-Amor".

** Anteo, hijo de Poseidón y de Gea, recibía su fuerza indomable de la tierra en que se apoyaba: Heracles lo venció levantándolo del suelo y ahogándolo entre sus brazos.

*** Belus es Baal, dios fenicio; Dagón, deidad de origen mesopotámico, fue adoptado por los filisteos; ambos representan, en la tradición profética, la idolatría; exigían también sacrificios humanos (I Sam. 5: 2-7).

**** Corriente infernal formada por las lágrimas de los condenados.

***** La tribu amalecita, que tiene su origen en Amalec, nieto de Esaú, fue vencida por los israelitas (cf. Gén. 36: 17; Éx. 17: 8).

****** Se refiere al que mató Cadmo, fundador de Tebas; Cadmo sembró los dientes del monstruo, y de éstos nacieron unos hombres belicosos, de aspecto terrible, los Spartoi ("hombres sembrados"). Mediante la astucia, Cadmo logró que se mataran entre sí, excepto cinco que sobrevivieron. Comparando este verso con lo versos 7-8 de Délfica, podemos suponer un cruce entre dos mitos diferentes: el del dragón muerto por Cadmo y el de la serpiente Pitón, muerta por Apolo en Delfos.


Ilustración: Dragón negro, c.1960, Willi Baumeister

domingo, enero 06, 2013

William Carlos Williams / Paterson, 8




Libro 1


Los delineamientos de los gigantes 

II (Continuación)

Patch saltó pero la señora Cumming gritó
y saltó —sin ser vista (aunque
había permanecido parada allí junto a su esposo media
hora y más, a veinte pies
del borde).

:un cuerpo hallado la siguiente primavera
congelado en un bloque de hielo; o un cuerpo
pescado al día siguiente de un remolino de lodo—

ambos callados, incomunicados

¡Sólo hace poco, hace poco! empecé a saber, a
saber claramente (como a través del hielo cristalino) de dónde
sacar mi aliento o cómo usarlo
claramente —si no bien:

¡Claramente!
Da el petirrojo su orden. ¡Claramente!
claramente!

—y observa, ¡ensimismado! una rama
del árbol en el borde de la catarata, una
rama moteada, retenida,
entre el vaivén de las ramas
del grueso sicomoro
hamacándose menos, entre las demás, separada, lentamente
con la torpeza de una jirafa, levemente
en un largo eje, tan leve
que apenas si se nota, en ella la tormenta:

Así

la primera esposa, con la torpeza de una jirafa
entre los gruesos rayos que apuñalan
el misterio de un hombre: en suma, un dormir, un
origen, un flagelo  .

sobre un tronco, su cabello laqueado
atado como un nido de termitas (formando
líneas) y, sus viejas nalgas
aferradas al tronco en reverencia, que,
de una pieza, sostienen a las demás—
alerta: comienza a conocer la rama moteada
que canta  .

definitivamente NO la universidad,
un brote verde caído sobre el pavimento su
dulce aliento suprimido: Divorcio (la
lengua tartamudea)

inexperta:

dos hermanas de cuyas bocas abiertas
nace la Pascua —gritan en lo alto,

¡Divorcio!

Mientras
el arbusto verde se mece: de allí
saco mi aliento, hamacándose, de una pieza,
separado, animándose brevemente, por un instante
sin temor  .  .

Lo que significa, aunque se lo diga
pobremente, que hay una primera esposa
y una primera belleza, compleja, ovada—
los sépalos leñosos detenidos bajo
el estrés de resistir allí, innato

una flor dentro de una flor cuya historia
(en la mente) se agazapa
entre las rocas con helechos, se ríe de los nombres
con que creen que la atraparán. ¡Escapa!
Nunca corriendo sino quedándose quieta—

Una historia que tiene, junta a su cueva en las
rocas, troncos y colmillos, su propio cañaveral
donde, medio escondida, cañas y vetas
doblándose, sonríe (desafiada la belleza)
no a favor de la enciclopedia.

Si estuviéramos lo suficientemente cerca su aliento podrido
nos derribaría. El templo sobre
la roca es su hermano, cuya majestad
anida en las selvas —lo hace saltar,
al disparo de la sabiduría: para matar

y moler esos huesos:

Esas terribles cosas que reflejan:
la nieve cayendo en el agua,
parte en la roca, parte en los juncos secos
y parte en el agua donde
desaparece —su forma no más lo que era:

el pájaro posándose, que empuja
sus patas hacia adelante para tomar impulso
y cae hacia delante de todos modos
entre las ramitas. La margarita de cuello débil
doblándose en el viento  .   .   .

William Carlos Williams (Rutherford, 1883-1963), Paterson, New Directions, New York, 1963
Versión de Silvia Camerotto


The delineaments of the giants II

//Patch leaped but Mrs. Cumming shrieked /and fell—unseen (though /she had been standing there beside her husband half /an hour or more twenty feet /from the edge). //:a body found next spring /Frozen in an ice-cake; or a body /fished next day from the muddy swirl— /both silent, uncommunicative //Only of late, late! begun to know, to /Know clearly (as through clear ice) whence /I draw my breath or how to employ it /clearly —if not well: //Clearly! /speaks the red-breast his behest. Clearly! /Clearly! //—and watch, wrapt! one branch /of the tree at the fall’s edge, one /mottled branch, withheld, /among the gyrate branches /of the waist-thick sycamore, /sway less, among the rest, separate, slowly /with giraffish awkwardness, slightly /on a long axis, so slightly /as hardly to be noticed, in itself the tempest: //Thus //the first wife, with giraffish awkwardness /among thick lightnings that stab at /the mystery of a man: in sum, a sleep, a /source, a scourge  . /on a log, her varnished hair /trussed up like a termite’s nest (forming /the lines) and, her old thighs /gripping the log reverently, that, /all of a piece, holds up the others— /alert: begin to know the mottled branch /that sings . //certainly NOT the university /a green bud fallen upon the pavement its /sweet breath suppressed: Divorce (the /language stutters) //unfledged: //two sisters from whose open mouths /Easter is born —crying aloud, //Divorce! //While /The green bush sways: is whence /I draw my breath, swaying, all of a piece, /separate, livens briefly, for the moment /unafraid  .  //Which is to say, though it be poorly /said, there is a first wife /and a first beauty, complex, ovate— /the woody sepals standing back under /the stress to hold it there, innate //a flower within a flower whose history /(within the mind) crouching /among ferny rocks, laughs at the names /by which they think to trap it. Escapes! /Never by running but by lying still— //A history that has, by its den in the  /rocks, bole and fangs, its own cane-brake /whence, half hid, canes and stripes /blending, it grins (beauty defied) /not for the sake of the encyclopedia. //Were we near enough its stinking breath /would fell us. The temple upon /the rock is its brother, whose majesty /lies in the jungles —made to spring, /at the rifle-shot of learning: to kill /and grind those bones: //These terrible things they reflect: /the snow falling into the water, /part upon the rock, part in the dry weeds /and part into the water where it /vanishes —its form no longer what it was: //the bird alighting, that pushes /its feet forward to take up the impetus /and falls forward nevertheless /among the twigs. The weak-necked daisy /bending to the wind .  .  .

Ilustración: Pabellón de mujeres, 1921, Paul Klee

sábado, enero 05, 2013

Irene Gruss / De "Notas para una tanza"




Como una luz tardía o lo que es dejado *

Como una luz tardía o lo que es dejado
a pudrir, así encendí o dejé un gesto cualquiera,
una fruta cualquiera.
Es cansancio, decía, y en mi gesto no vi cómo hieden
los muertos, aun sin vergüenza, pero
cómo hieden. Chéjov anotó esto último, viajaba
y conocía mentes bajas,
deseosas y bajas.
No era atenazarme, sencillamente se echaba a perder
lo que dejaba perder. Recogía la pulpa enmohecida, aturdida,
obsecuente. Se me va de las manos
la caricia perdida... Cómo así:
lo que no he dado ha caído,
no siente vergüenza pero hiede.


* Lo remarcado en cursiva parafrasea un poema de Alfonsina Storni

Irene Gruss (Buenos Aires, 1950), Notas para una tanza, Ediciones Gog y Magog, Buenos Aires, 2012


Ilustración: Vuelta a casa, 1909, Marianne von Werefkin

viernes, enero 04, 2013

Beatriz Vallejos / Tres poemas




Antes del poema

en cada rama

antes
   antes

Sólo allí quiso ser



Revés del cielo

bogan

ropitas de los sueños

retablillo de Él



Serena conexión

Una pequeña mujer china
como sería yo
bordó esta pequeña pantalla
de rafia y de colores
como lo haría yo

Leo sus manos
Leo su absorto perfil
bordando un pequeño detalle:

                                  “Yo soy”


Beatriz Vallejos (Santa Fe, Argentina, 1922-Rosario, Argentina, 2007), "Del cielo humano", 2000, El collar de arena, obra reunida, Municipalidad de Rosario, Universidad del Litoral, 2012


Foto: Beatriz Vallejos, San José del Rincón, 1994, por Jorge Cappato, en el libro citado

miércoles, enero 02, 2013

Dennis O'Driscoll / Dos poemas




Thurles

según Zbgniew Herbert


Una infancia demasiado aburrida para las palabras
se perdió sin un fragmento en ese pueblo.
Y, por eso, no he hablado de sus guturales;
de su cielo coherentemente empizarrado con nubarrones;
de sus tejados mohosos que contienen los excesos de la lluvia.

No obstante una casa me ampara.
Sé dónde se guarda el colador de los repollos
y el truco requerido para usar el abrelatas
y el tono exacto en el que la puerta de la cocina,
desgastada por un juego*, cruje:

cosas que no puedo describir en los términos del diccionario,
con palabras sin corazón que dejan de resonar.
Otras son suprimidas vergonzosa o dolorosamente
(todas las familias pasaron sus propios equivalentes
del Acta de Secretos Oficiales**).

No obstante allí todo se traduce en sentimiento:
los platos en los que los muertos comieron antes que nosotros,
las capas de empapelado que todavía imitan los recuerdos,
la rajadura en el mármol por mi culpa,
el jardín abovedado de rosas explorado hasta su última piedra.

De vuelta en la ciudad, recurro de nuevo a las palabras normales.
Incapaz de identificar las posesiones por sus nombres,
las llamo sólo por sus sobrenombres
—por sus marcas—
y nunca voy a descubrir sus nombres reales.



Notas del traductor:

* Se prefirió traducir simplemente por "juego" ya que no se encontró traducción exacta para "ring board",  pasatiempo compuesto por una base de madera de la que parte un palo en el cual deben ser embocadas argollas que se arrojan desde una cierta distancia

** Acta que firman los funcionarios, por la que se comprometen a no divulgar información que obtienen en el trabajo.


Vidas breves

I
después de que la casa ha sido hurtada
los objetos privados manoseados
y una llamada telefónica formula un nueva amenaza

después de que el accidente de tu hijo afecte tus ventas arroje
que el análisis es positivo
y tus peores miedos sean confirmados otra vez

cómo pasarás el próximo día, el resto de tu vida
qué te mantendrá funcionando —cobardía, olvido o esperanza
qué es eso hacia lo que estás impelido

II
tantos sentimientos hirientes y deseos frustrados
y placeres con olor a tostadas y café
junto a fuegos vueltos ceniza

tantos segundos controlados para ser apenas
años y décadas de reafirmación, para ver
que toma una eternidad recobrarse de todos ellos


III
la calma entre tormentas
es el silencio en el cual
no se nombra a los muertos
hasta que los parientes son informados

IV
al final la muerte sólo atormenta a los huesos

Dennis O'Driscoll (Thurles, County Tipperary, 1954-Naas, 2012), Poesía irlandesa contemporánea, Libros de Tierra Firme, Buenos Aires, 1999
Traducciones de Jorge Fondebrider


Thurles

after Zbgniew Herbert

A childhood too boring for words/ is lost without a fragment in that
town./ And, so, I have held my tongue about its gutturals;/ its sky
slated consistently with cloud;/ its mossy roofs restraining excesses
of rain.// One house watches out for me, though/ I know where its
cabbage colander is kept/ and the special knack required to use its
tin-opener/ and the exact key in which the kitchen door,/ sucffed by a
ring-board, creaks:// things I cannot depict in dictionary terms,/
through heartless words that fail to resonate./ Others are suppressed
in embarrassment or pain/ (all families have passed their own
equivalents/ to the Official Secrets Act).// Yet everything there
translates into feeling:/ the plates the dead have eaten from before
us,/ the layers of wallpaper that still pattern memory,/ the hairline
crack in marble that was my fault,/ the rose-arched garden explored
down to its last stone.// Back in the city, I resort to standard words
again./ Unable to identify possessions by their first names,/ I call
them only by ther surnames/ — by their brand names —/ and will never
discover their real names.


Brief Lives

I
after the house has been pilfered/ the private things fingered/ and a
phone call poses a new threat// after your child's accident affects
your sales drive/ the smear test thurns out positive/ and your worst
fears are confirmed again// how should you spend the next day, the
rest of your life/ what keeps you going — cowardice, forgetfulness or
hope/ what is it you are impelled towards

II
so many hurt feelings and frustrated desires/ toast- and coffe-scented
pleasures also/ at fires grinding into muesli ash// so many seconds
harnessed to just being/ years and decades consolidating to
experience/ it takes an eternity to recover from them all

III
the calm between storms/ is the silence in which/ the dead are not
named/ until relatives are informed

IV
in the end death worries only bones


Foto: Dennis O'Driscoll por Boris Voglar en The Gallery Press